En 2002, Fernando León de Aranoa filmó Los
lunes al sol, retrato de un grupo de trabajadores de unos astilleros que se
han quedado en el paro tras haber cerrado las instalaciones por la intervención
del Estado. Rodada en Vigo, no es tanto una película sobre como una gente que ha
caído en el paro sino como un determinado tipo de trabajadores, empleados hasta
entonces en unos astilleros, que quedan desplazados dentro del mundo laboral
con escasas posibilidades de volver a tener trabajo. De hecho, en el año 2002
teníamos la España de Aznar, aquella de la frase España va bien que dijo
el catalanoparlante en la intimidad. Los índices de paro estaban en un momento
bastante bajo, cerca de tocar suelo con el boom inmobiliario hasta remontar cuando estalló la burbuja y, después, dispararse a partir de
2008. Por ello, este grupo de trabajadores de la película representan más un
mundo laboral que ya no es posible que, estrictamente, una gente que no tiene
empleo.
Hay un grupo heterogéneo dentro
de los protagonistas. Santa (Javier Bardem) es un hombre solitario, cínico y broncas
aunque tenga oculta una parte sensible ;José (Luis Tosar) es un hombre
dependiente económica y emocionalmente de su mujer, una empleada en una
factoría de pescado, con la que comparte una vida de estrecheces económicas;
Lino (José Ángel Egido) es padre de familia y trata, de manera patética, de
encontrar trabajo tiñéndose las canas para parecer más joven e improvisando
parcos conocimientos informáticos que le explica su hijo; Rico (Joaquín Climent)
es el trabajador que aprovechó la indemnización y va tirando al haber montado
un bar donde pasa gran parte de la acción al ser el lugar donde se reúne el
variopinto grupo; Amador (Celso Bugallo) es el que tiene una situación más
dramática, abandonado por su mujer y totalmente alcohólico, convive con el
síndrome de Diógenes y muere como un perro; y Serguei ( Serge Riaboukine) es un
inmigrante ruso que malvive por Vigo y que comenta con humor que todo los que
les decían sobre el comunismo en la URSS era mentira pero que, una vez llegado
al mundo occidental, ha comprobado que lo que les decían sobre el capitalismo
era verdad.
León de Aranoa filma con
solvencia un guion interesante apoyado por un excelente plantel de actores,
tanto los más conocidos Bardem y Tosar, como el resto del reparto. Es una buena
película que gana interés al poderla tomar como referente de la descripción de
una clase obrera que ya no existe, aquella que fue derrotada en la desindustrialización
del país a partir de mediados de los años ochenta y en los quince o veinte años
posteriores. Realizar esta descripción junto al drama humano de los protagonistas,
encontrando un espacio propio para que todos ellos tengan una historia intensa
y con personalidad, es un acierto de León de Aranoa.
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