Leo El món interior de
Francesc Serés. A Serés, sus familiares le decían que tendría que haber pasado
una guerra y repite esta frase varias veces a lo largo del libro. Esta frase
fue muy popular para las dos o tres generaciones que crecieron tras la Guerra
Civil. Parecían querer indicar que estar privado de bienestar material y sufrir
te ayuda a valorar lo que tienes.
Serés no ha estado en ninguna
guerra, pero sí ha conocido de primera mano las consecuencias de la guerra
ruso-ucraniana. En primer lugar, su esposa es rusa y, en segundo lugar, él
estaba en Berlín en el momento de la invasión en febrero de 2022. Alemania, por
ser relativamente cercana a Ucrania y siendo un gran país aparentemente rico,
acogió a muchísimos ucranianos y Serés hizo tareas de voluntariado ayudando a
esta gente que huía de la guerra. Si a eso se añaden amigos y familiares de su
mujer, Serés ha estado en contacto con mucha gente afectada por este conflicto
bélico.
Así que el libro habla de la guerra.
Pero no solo de la guerra rusoucraniana ya que Serés conecta el conflicto
actual con la Guerra Civil española que él asocia, en el plano geográfico, a
lugares cerca de Saidí, su pueblo natal, como son Los Monegros y la zona del
Ebro; y, en el plano literario, a George Orwell, Joan Sales, Simone Weil, Ernest
Hemingway y Ramón J. Sender.
Pero hay un tercer foco que
pone de manifiesto la guerra y es su afición para comprar álbumes de fotos de
familias alemanas en mercadillos o por internet. En esos álbumes se contienen
los efectos de la guerra, comenta muchos en los que se ven unos más o menos
felices años 30, con casas unifamiliares construyéndose, pero luego viene la
guerra, hombres retratados como soldados de los que se interrumpen las fotos y,
en ocasiones, una tercera persona retoma el álbum después de la guerra.
Los que somos de la misma
generación de Serés hemos tenido la suerte de esquivar la guerra. Desde 1945 a
1990 no hay en Europa ningún conflicto bélico. Luego vienen las guerras en
Yugoslavia, posteriormente un período de paz, pero con la incertidumbre creada
por el desmoronamiento de la URSS y, en 2014, empieza la guerra en el Donbass.
Así que tan solo ha habido 45 años sin conflictos bélicos y, de momento, las
guerras en el Este las vemos un poco de lejos, pero esperemos que no se cumpla
eso de “tendrías que haber pasado una guerra”.
Serés hace un libro básicamente
descriptivo. Es más importante explicar cómo afecta la guerra a la gente que él
conoce que no el porqué del conflicto. Porque está claro que la manera de
sentirse afectado por una guerra son los recuerdos familiares que le cuentan
sus padres de la Guerra Civil, esas familias alemanas que en los álbumes se
percibe han perdido muchos miembros, la angustia de las amigas de su mujer, las
zozobras que pasan los refugiados ucranianos o el distanciamiento que tiene
Serés con una amiga porque, siendo ucraniana, recela del escritor porque su
mujer es rusa. Son efectos terribles y la virtud de Serés con su prosa es explicárnoslos
muy bien, que nos hagan reflexionar y desear que nunca tengamos que pasar por
una experiencia así.