Después del ridículo de ayer,
urge echar al siniestro Laporta de la presidencia del Barça. Un sinvergüenza
que ha convertido la gestión del club en lo más parecido a la cueva de Ali Babá
y los cuarenta ladrones. Solo un temerario sin escrúpulos envía a los servicios
jurídicos a batallas perdidas para obtener dos varapalos judiciales en dos días
consecutivos y, en el último día para solucionar el caso Olmo-Víctor, remite documentación
sin garantía de financiación para que se la valide la Liga.
Se debería implicar la sociedad
civil catalana, en la tarea de echar al excuñado del franquista Alejandro
Echevarría, preocupada que el nombre de uno de sus símbolos se arrastre por el
fango, siendo objeto de memes y burla por parte de todo el mundo. Pero como echarlo
no es fácil, y ni siquiera una moción de censura que tampoco nadie parece
querer poner sería rápida, en el próximo encuentro en Montjuic se debería dejar
de lado el partido y que el soci protestara contra el palco los 90 minutos,
además de un escrache antes y después del partido. Ni aún así se iría, pero que
el soci se calle y acepte toda la serie de tropelías que Laporta y sus cómplices
están cometiendo es una degradación que ha de preocupar a cualquier barcelonista.
¿Cómo reaccionará Laporta después
de la indignidad de ayer? No creo equivocarme diciendo que se envolverá en la
bandera del Barça pero, como que su indecencia es tan grande, necesitará también
taparse con la de Catalunya. Saldrá a
relucir el victimismo típico que se da en este país combinado con un
supremacismo intolerable y, para más inri, habrá gente que le comprará el
discurso. Solo el soci puede mantener la
dignidad de la institución enfrentándose a Laporta con firmeza y poniendo freno
a sus desmanes.
Veremos qué reacción habrá ante
el desaguisado de ayer, que deja por los suelos la reputación de la institución
y, además, es un desastre económico que compromete las cuentas para futuros
ejercicios
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