viernes, 17 de enero de 2025

DAVID LYNCH

 

Ayer recibimos la triste noticia de la muerte de David Lynch. Sin su genio creativo, hoy el mundo es un poco peor.

Lynch era un director con un estilo reconocible en muchas de sus obras y dotado de una gran personalidad artística. Narrador de historias oníricas y surrealistas, exploraba lo que hay detrás de las apariencias llegando a aspectos turbios y sórdidos de la personalidad de muchos de los personajes que desfilaban por sus películas creando una atmosfera de desasosiego. Su cine era como radiografiar la sociedad de una pequeña población estándar estadounidense en Blue Velvet, la hollywodiense en Mulholland Drive o la californiana de Carretera perdida para mostrarnos sus partes más irracionales, ponzoñosas y perturbadoras. Destacaría como mi personaje favorito al Frank que Dennis Hooper interpreta en Blue Velvet y, como figura aterradora, el diablillo al que da vida Robert Blake en Carretera Perdida.

Con proyectos menos personales, también hizo obras notables. Vi hace un par de años El hombre elefante y me pareció muy buena película. Probablemente, sea Dune su película más desafortunada pero, pese a ello, resulta un peliculón comparándola con los dos tostones que rodó Dennis Villenueve en su adaptación de la novela de Herbert.

Mención especial merece Una historia verdadera, porque yo creo que es un proyecto personal como para decirle al mundo que también sabía rodar una película de corte clásico, alejada de su estilo más reconocible, realizando una obra maestra.

Retirado de la dirección desde Inland Empire, mis dos últimos recuerdos de Lynch son en una faceta en la que, aunque se prodigó poco, logró resultados entrañables. Así, lo recuerdo como actor en su aparición en Lucky, con el también malogrado Harry Dean Stanton y, especialmente, interpretando a John Ford en Los Fabelman para instruir a Spielberg en cómo se encuadra el paisaje con una cámara.

D.E.P.

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