jueves, 9 de enero de 2025

EL JARABO

 

La serie La huella del crimen empezó con el episodio Jarabo, dirigido por Juan Antonio Bardem en 1985 y dedicado a José María Jarabo Pérez-Morris, célebre asesino que mató a sangre fría a cuatro personas en julio de 1958. Lo dieron hace poco en la 2 y no lo veía desde que lo emitieron.

Me parece que Bardem hizo grandes películas en los años 50, especialmente Calle Mayor me parece su mejor película y una de las mejores del cine español de todas las épocas, pero su carrera languideció en las décadas siguientes con títulos cada vez con menos interés. En cambio, en este episodio televisivo, realizó una gran labor tanto de dirección como asumiendo el guion en coautoría con Alfredo Mañas. Está muy bien empezar con los dos escenarios, una tienda de empeños y un domicilio, en los que se ven las brutales consecuencias de los crímenes y reconstruir luego la historia del Jarabo, explicando en unos sesenta minutos muy  bien aprovechados su particular forma de vivir la vida, así como su enamoramiento de una inglesa que le lleva a que, en la tienda de empeños, se encuentren una joya y una carta que debe recuperar como sea y utilizando, como fue el caso, una violencia extrema.

Sancho Gracia lo borda en su interpretación del Jarabo, un tipo madrileño que venía de familia adinerada y que vivió en Estados Unidos durante unos años, se mezcló en asuntos turbios por lo que pasó un tiempo en la cárcel y volvió en 1950 a España con una auténtica fortuna, diez millones de pesetas. Se la pulió en poco tiempo en juergas, alcohol, drogas y mujeres, dedicándose a trapicheos y estafas cuando el dinero con el que vino ya se había fundido. Aunque Gracia tuviera 49 años al hacer la serie, y el Jarabo 35 en el momento de los hechos, está muy bien su interpretación de tipo chulo y broncas, pero también zalamero y con aspecto, cuando no usa sus brutales modos, de dandi. 

El episodio está narrado de manera sobria, directa y con una violencia descarnada en la que los asesinatos son disparos a bocajarro que conmueven o, en el caso de la empleada doméstica de la casa, una violenta puñalada al corazón. La eficacia narrativa y la interpretación de Gracia hace que nos metamos en la piel de este sujeto detestable y que, a pesar de todo, comete los crímenes por amor en su afán por recuperar los objetos de su amada. Bardem crea una atmosfera de horror en la parte más sangrienta y recrea el cuerpo policial con una pincelada reivindicativa de los rojos cuando aparecen unos detenidos por delitos políticos magullados mientras al Jarabo, para que confiese, se le permite incluso que se haga subir del restaurante un formidable ágape.

El episodio concluye con la muerte del personaje por garrote vil. Bardem ya no cuenta nada más desde su confesión a la policía hasta un último plano en que lo ejecutan. No obstante, leo que, en el juicio, que tuvo lugar a finales de enero de 1959 y duró cinco días, el Jarabo estrenó cada día un traje nuevo como el dandi que era. Además, fue un acontecimiento asistiendo a las sesiones gente famosa como, por ejemplo, Sara Montiel.

Otra particularidad del Jarabo, aunque eso tampoco salga en el episodio, era su robusto cuello. Por culpa de eso, junto a la embriaguez del verdugo Antonio López Sierra, la ejecución fue chapucera y le causó al reo una agonía de casi media hora. López Sierra fue delincuente común antes de la Guerra Civil, excombatiente de la División Azul y luego pasó al oficio de verdugo. Para culminar su falta de profesionalidad se encargó, de manera negligente, de la ejecución de Salvador Puig Antich, presentándose también bebido y causándole una larga agonía. Puig Antich tuvo mala suerte porque López Sierra no era el titular de la Audiencia de Barcelona, pero tuvo que hacer la suplencia por haber sido ese titular condenado por el delito, ahora reformulado, de estupro. 

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