La serie La huella del
crimen empezó con el episodio Jarabo, dirigido por Juan Antonio
Bardem en 1985 y dedicado a José María Jarabo Pérez-Morris, célebre asesino que
mató a sangre fría a cuatro personas en julio de 1958. Lo dieron hace poco en
la 2 y no lo veía desde que lo emitieron.
Me parece que Bardem hizo
grandes películas en los años 50, especialmente Calle Mayor me parece su
mejor película y una de las mejores del cine español de todas las épocas, pero
su carrera languideció en las décadas siguientes con títulos cada vez con menos
interés. En cambio, en este episodio televisivo, realizó una gran labor tanto
de dirección como asumiendo el guion en coautoría con Alfredo Mañas. Está muy
bien empezar con los dos escenarios, una tienda de empeños y un domicilio, en
los que se ven las brutales consecuencias de los crímenes y reconstruir luego
la historia del Jarabo, explicando en unos sesenta minutos muy bien aprovechados su particular forma de
vivir la vida, así como su enamoramiento de una inglesa que le lleva a que, en
la tienda de empeños, se encuentren una joya y una carta que debe recuperar
como sea y utilizando, como fue el caso, una violencia extrema.
Sancho Gracia lo borda en su interpretación del Jarabo, un tipo madrileño que venía de familia adinerada y que vivió en Estados Unidos durante unos años, se mezcló en asuntos turbios por lo que pasó un tiempo en la cárcel y volvió en 1950 a España con una auténtica fortuna, diez millones de pesetas. Se la pulió en poco tiempo en juergas, alcohol, drogas y mujeres, dedicándose a trapicheos y estafas cuando el dinero con el que vino ya se había fundido. Aunque Gracia tuviera 49 años al hacer la serie, y el Jarabo 35 en el momento de los hechos, está muy bien su interpretación de tipo chulo y broncas, pero también zalamero y con aspecto, cuando no usa sus brutales modos, de dandi.
El episodio está narrado de
manera sobria, directa y con una violencia descarnada en la que los asesinatos
son disparos a bocajarro que conmueven o, en el caso de la empleada doméstica
de la casa, una violenta puñalada al corazón. La eficacia narrativa y la
interpretación de Gracia hace que nos metamos en la piel de este sujeto
detestable y que, a pesar de todo, comete los crímenes por amor en su afán por
recuperar los objetos de su amada. Bardem crea una atmosfera de horror en la
parte más sangrienta y recrea el cuerpo policial con una pincelada
reivindicativa de los rojos cuando aparecen unos detenidos por delitos
políticos magullados mientras al Jarabo, para que confiese, se le permite
incluso que se haga subir del restaurante un formidable ágape.
El episodio concluye con la
muerte del personaje por garrote vil. Bardem ya no cuenta nada más desde su
confesión a la policía hasta un último plano en que lo ejecutan. No obstante,
leo que, en el juicio, que tuvo lugar a finales de enero de 1959 y duró cinco
días, el Jarabo estrenó cada día un traje nuevo como el dandi que era. Además,
fue un acontecimiento asistiendo a las sesiones gente famosa como, por ejemplo,
Sara Montiel.
Otra particularidad del Jarabo,
aunque eso tampoco salga en el episodio, era su robusto cuello. Por culpa de
eso, junto a la embriaguez del verdugo Antonio López Sierra, la ejecución fue
chapucera y le causó al reo una agonía de casi media hora. López Sierra fue
delincuente común antes de la Guerra Civil, excombatiente de la División Azul y
luego pasó al oficio de verdugo. Para culminar su falta de profesionalidad se
encargó, de manera negligente, de la ejecución de Salvador Puig Antich,
presentándose también bebido y causándole una larga agonía. Puig Antich tuvo
mala suerte porque López Sierra no era el titular de la Audiencia de Barcelona,
pero tuvo que hacer la suplencia por haber sido ese titular condenado por el
delito, ahora reformulado, de estupro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.