lunes, 27 de enero de 2025

THE BRUTALIST

 

Multinominada a los Óscar, se estrena The Brutalist, dirigida por Brady Corbet, película brutalmente larga, unos 200 minutos de proyección, cosa que hace que se exhiba con un intermedio. No veía una película con pausa en cine desde que vi La puerta del cielo en la Filmoteca.

La primera cuestión que resaltar es que, a pesar de su larga duración, no es una película que se haga pesada, mantiene el interés en todo momento explicando la interesante historia de Laszlo Toth (Adrien Brody), un arquitecto judío nacido en Hungría que, tras sobrevivir al Holocausto, llega a los Estados Unidos siendo acogido, en un principio, por el típico primo que ya se ha establecido con anterioridad en Pensilvania y que, en este caso, está casado con una católica. Dentro de las convulsiones que se dieron en Europa, Laszlo fue separado de su mujer y sobrina que quedan retenidas en una frontera centroeuropea, pero no pierde la esperanza de volver a reunirse con ellas. Mientras tanto, lleva una vida de miseria después de que su primo se desentienda de él tras un lío con su prima política provocado, más bien, por cuestiones religiosas. Estando todavía con su primo, hacen un encargo para hacer un proyecto de biblioteca para un hombre adinerado, el rico industrial Lee Van Buren (Guy Pearce), por encargo de su hijo para darle una sorpresa. En principio, al ver realizada la obra, Van Buren monta en cólera pero, más tarde, alguien resalta su valor arquitectónico pues Laszlo pertenecía a la corriente arquitectónica Bauhaus y había realizado obras notables en Europa. Localiza a Laszlo, le pide disculpas y le encarga un gran proyecto en el que dar rienda suelta a su capacidad para proyectar obras notables en arquitectura.

Después del intermedio, se produce el reencuentro y su mujer Erzsébet (Felicity Jones) acompañada de su sobrina Zsófia pueden llegar a los Estados Unidos, encontrándose con la sorpresa de que su esposa va en silla de ruedas ya que, debido al hambre, una osteoporosis le ha dejado sin capacidad para andar. Acogidas, en principio, de manera fantástica por Van Buren, empiezan a surgir tensiones para Laszlo. Por un lado, la difícil adaptación a su nueva realidad familiar debido al estado físico de su esposa y el tiempo transcurrido; y, por otro, la imposición de presiones para modificar su obra, así como una mala relación con el hijo de Van Buren. Despedido del proyecto, Van Buren lo vuelve a reclamar y se trasladan a Carrara para escoger mármol para el proyecto, pero, durante ese viaje en Europa, es sometido a una gran humillación que, posteriormente, es duramente reprochado por Erzséb a Van Buren, en una tensa y dramática escena en casa del segundo, rodeado de sus hijos y amigos.

Un epílogo, situado en 1980, durante un congreso de arquitectura en Venecia, da cuenta de la valoración positiva que se hace de Laszlo en el mundo de la arquitectura contemporánea, así como que finalmente el proyecto en Pensilvania se acabó en la década de los setenta.

Corbet plantea la película como un falso biopic ya que no existió ningún arquitecto judío que responda al nombre de Laszlo Toth. Pero la película le sirve para hacer una reflexión sobre el sueño americano. Ya en las primeras escenas, Laszlo ve desde un ángulo oblicuo la Estatua de la Libertad, ese símbolo para los recién llegados desde Europa, tal como pasaba con Vito Corleone en El Padrino II. Ver así la famosa estatua ya indica que Corbet va a plantear la llegada de un hombre que no conseguirá la felicidad en América.

El racismo está presente en esa sociedad americana de finales de los 40 (el personaje llega a Ellis Island en 1947) y lo siguió estando a lo largo de la siguiente década en la que se desarrolla la película. Tras pelearse con su primo Attila por una cuestión del rechazo que sufre de su católica prima política, Laszlo conoce la precariedad laboral, hará un amigo en las colas de indigentes que se acercan a los comedores sociales, un hombre de color que malvive con su hijo y afirma ser excombatiente, habiendo luchado en la campaña de Italia. Posteriormente, se peleará con este personaje, pero será cuando Laszlo ya está sumamente alterado por los problemas que tiene con Van Buren y que han afectado a su personalidad de forma nociva.

Otro factor que aborda la película es la independencia del artista. Controlado el proyecto en la sombra por Van Buren a través de otros arquitectos, Laszlo luchará por imponer sus criterios en el proyecto arquitectónico, recordando al personaje de Gary Cooper en El manantial, el gran melodrama dirigido por King Vidor a finales de los años cuarenta.

El daño que el nazismo provocó en la comunidad judía fue muy intenso. Ese dolor se lo llevan los personajes a América y pesa como una losa para tener una existencia plácida y venturosa, pero no es menos importante el hecho que, de una manera diferente, los protagonistas también sufren el desdén y maltrato de unos representantes de la oligarquía financiera e industrial americana.

Corbet realiza una labor notable como realizador y da un ritmo a la película que nunca decae a pesar de su larga duración. La labor interpretativa de Adrian Brody es fundamental para el éxito del filme componiendo una gran creación, aunque también Felicity Jones y Guy Pearce están muy bien en sus papeles.

Sin ser la obra maestra con la que muchos la han catalogado, es una buena película.

 

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