Con un lenguaje más propio de La
isla de las tentaciones que de mandatarios internacionales, ahora Zelenski,
tras la bronca del pasado viernes, pide a Trump “arreglar las cosas”. No sé si,
para empezar con buen pie, se quitará el disfraz, tal como decía hoy Albert
Solé, de Madelman y hará caso a Vance en relación con el vestuario que
llevará cuando le vuelvan a llamar.
Por más que algunos digan que Trump
no está haciendo cosas muy diferentes a las que hizo en el primer mandato, en
el cual habló más de lo que hizo, a mí me parece que ahora las cosas son
distintas. Aunque suspendió por unas semanas la subida de aranceles a México, Canadá
y China, los ha confirmado con carácter inmediato y parece que a Europa le
tocará en abril. Leo que, antes de aplicarlos, y ante la perspectiva de esas
subidas, en los propios Estados Unidos ya ha empezado a subir la inflación. Y,
en el plano internacional, ha decretado la retirada inmediata de ayuda militar
a Ucrania con Zelenski diciendo, o mintiendo, que tiene armas para 6 meses.
La presidencia de Trump está modificando
muchas cosas solo con lo hecho hasta ahora. Como reacción a las acciones de
Trump, Ursula von der Leyen presenta hoy mismo un ambicioso plan para rearmar
Europa con un presupuesto de unos 800.000 millones de euros tras decir que la
seguridad de Europa está muy amenazada. Calcula un 1,5% de incremento del PIB
de cada país para gastos militares y es muy fácil saber de dónde van a salir
esas partidas presupuestarias que se contraerán para dar cabida a ese aumento.
Además de rearmarse, que puede
tener su lógica en el contexto actual, von der Leyen insiste en destinar
directamente armas a Ucrania para prolongar la guerra. Como decía ayer De Prada
en un artículo, la guerra está acabada. También Emmanuelle Todd publicó, hace yo
creo más de un año, que esa guerra era imposible de ganar por parte de
Occidente y que Putin resistiría.
Aunque la mayoría de los medios
sigue alimentando un discurso probélico, se ha de imponer el realismo, buscar
una paz “honorable” para Ucrania e intentar conseguir garantías para su seguridad,
pero, si Europa destina más y más armas a ese conflicto, Ucrania puede acabar
siendo la Vietnam de la Unión Europea. Hay que asumir las limitaciones que se
tiene y hacer discursos posibilistas, como ha empezado a hacer Zelenski con lo
de “arreglar las cosas”.
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