Veo otra película de Harold
Lloyd, titulada Dr. Jack, realizada en 1922, justo un año antes de El
hombre mosca. Y me llevó una pequeña decepción pues la encuentro bastante
floja.
Una chica es atendida
periódicamente por su doctor, llamado Ludwig von
Saulsbourg, que se inventa que tiene diferentes enfermedades y la
mantiene en un régimen de aislamiento, impidiendo incluso que entre la luz
solar a la casa. Un familiar decide contactar con otro doctor y así aparece el
Dr. Jackson (Harold Lloyd) que vive la medicina de manera vocacional, con
altruismo y sentido común. Afortunadamente, arreglará la situación que ha
creado el villano von Saulsbourg.
Lo mejor de la película es la
aparición de Lloyd, que encadena algunos buenos gags, como uno desayunando
mientras anda hacia el trabajo o cuando conduce un rato su automóvil. Es un
médico de buen corazón, capaz de hacer un masaje a una muñeca cuando una niña
le ha llamado diciéndole que la muñeca ha muerto, o actuar como cómplice con un
niño que finge estar enfermo para no ir a la escuela. Y también actúa con
sentido común, a una mujer mayor que está alicaída le receta que llegue su
hijo, cosa que mejora su estado de ánimo y es la mejor medicina.
Tras la presentación de Lloyd,
todo es más aburrido cuando conoce a la chica y, finalmente, la cuestión cómica
se desplaza a que, aprovechando que un loco se ha escapado de un manicomio, el
doctor se pone una peluca y unos colmillos para simular que es él, dando lugar
a situaciones que serían la parte más cómica mientras se resuelve desenmascarar
al Dr. von Saulsbourg. Lo que pasa es que esta parte pretendidamente más
graciosa a mi no me ha divertido y, en conjunto, Dr. Jack está lejos del
ritmo de El hombre mosca, una comedia divertidísima, con mucho más ritmo
en cuanto a gags divertidos y mucho mejor visualmente.
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