Rodada en un Tohoscope que no
puede ser aprovechado en una visión doméstica, Masaki Kobayashi rodó en 1964 Kwaidan,
titulada en España como El más allá. La película se compone de cuatro
historias:
“El pelo negro"
Es la historia de un samurái
que vive en precariedad económica por lo que decide divorciarse de su esposa y
casarse con una mujer de familia adinerada. No obstante, su segundo matrimonio
es de infelicidad, cosa que le hace arrepentirse y volver con la primera a la
que recuerda ahora con cariño. Tras unos años vuelve con la primera esposa y
todo va bien, se reconcilian, hacen planes de futuro pero, tras dormirse, a la
mañana siguiente descubre que en realidad su mujer es un cadáver descompuesto.
Huye horrorizado, pero le persigue el pelo negro de su mujer para atacarlo.
"La mujer de
nieve"
Dos leñadores llamados Minokichi y Mosaku se refugian en una cabaña durante
una tormenta de nieve. Mosaku es asesinado por un espíritu femenino que, en
cambio, se apiada de Minikichi dejándolo con vida. Le advierte que nunca
mencione lo que pasó, o ella lo matará.
Minokichi regresa a casa y
nunca menciona esa noche. Conoce a Yuki, una chica muy guapa, con la que se
casa y tiene hijos, viviendo felices. La chica no envejece y, un día, Minokichi
ve un parecido entre el espíritu y Yuki, por lo que le explica la historia de
la cabaña. Entonces, se revela que el espíritu y Yuki son la misma persona, no
lo mata como prometió hacer pero desaparece en medio de una tormenta de nieve y
se aleja del mundo terrenal.
"Hoichi el
desorejado"
La historia empieza con una
batalla del siglo XII entre dos clanes que es explicada con una narración de
corte épico, acompañada de un rapsoda que interpreta con una especia de laúd.
La acción salta adelante en
unos siglos y, cercano a un templo y cerca de donde tuvo lugar la batalla, Hoichi
es un joven músico ciego que, con su laúd, se ha especializado en cantar esa
batalla llamada de Dan-no-ura. Un samurái
espectral aparece y le dice que su señor desea tener una interpretación en su
casa. El samurái lleva a Hoichi a una corte misteriosa y antigua, un mundo
espectral al que acude varias noches hasta que sus compañeros de templo se dan
cuenta y le advierten del peligro de acudir a ese mundo de ultratumba. Sus
compañeros idean un plan y es escribir en todo el cuerpo de Hoichi un texto
sagrado para repeler a los fantasmas. Pero olvidan escribir ningún signo en las
orejas y, cuando viene el samurái del más allá, le arranca las orejas para que
su señor vea que ha obedecido sus órdenes pero solo puede llevar esa parte del
cuerpo de Hoichi.
Hoichi, desorejado, se
convierte en una referencia y mucha gente rica se desplaza hacia el templo para
oír su interpretación de la batalla al punto que el propio Hoichi se convierte
en alguien adinerado,
"En una taza de
té"
Un escritor relata la historia
de Sekinai, un hombre que, mientras está bebiendo una taza de té, ve en el
líquido la cara de un hombre llamado Heinai. En principio, no hace más caso
pero, luego, Heinai reaparece y Sekinai lo hace saber a los acompañantes de su
viaje que no le creen. Posteriormente, tres espectros asistentes de Heinai se
aparecen ante Sekinai que lucha con ellos y está a punto de vencerlos pero, en
ese momento, la historia se interrumpe y el escritor sugiere que el final de la
historia quede a la imaginación del lector. Entonces llega un editor y le
pregunta a la mujer del escritor dónde está su marido. El escritor ha
desaparecido pero, primero la mujer y luego el editor, huyen aterrorizados
cuando ven al escritor atrapado en una gran jarra de agua, al igual que pasaba
en la historia que relataba.
Kobayashi se adapta aquí al
cine fantástico en una película que preparó durante cinco años y que tiene un
metraje que supera las 3 horas. Realizada con esmero, con una cuidadísima
fotografía en color, gran trabajo de decorados y banda sonora con instrumentos tradicionales,
es irregular al haber cuatro historias pero, en conjunto, es una película de
gran nivel.
La tercera historia, que es la
más larga pues son unos 70 minutos, es la que más me ha gustado. El inicio,
mezclando mapas y un decorado con colores muy subidos de tono para mostrar la
batalla en el siglo XII junto al relato cantado por el intérprete del laúd, es
espectacular. Hay unos momentos que, visualmente, son de los más intensos que
he visto nunca en una película y se nota una dirección artística que alcanza la
excelencia, aunque solo la pantalla grande haría justicia al trabajo artístico del autor y, por desgracia, es muy difícil verla en buenas condiciones salvo que la exhibieran en la Filmoteca. Por otra parte, Kobayashi filma con delicadeza, elegancia y provocando misterio esos
espectros que se aparecen y rodean al ciego Hoichi para escucharle. Luego, pone
en tensión al espectador con los compañeros de Hoichi escribiendo en todo su
cuerpo salvo en las orejas y, finalmente, el espectro del samurái aparece y se
las arranca. La acción de los fantasmas, mutilando a Hoichi, es, en realidad,
el salto a la fama y adquiere la condición de lo que ahora llamamos celebrity
en el Japón feudal. Un episodio muy
bonito.
Los dos primeros también están
muy bien. El primero contiene una reprimenda moral sobre el samurái que
antepone la riqueza material al bienestar que tenía con su primera mujer
mientras que, en el segundo, se revela una imprudencia por parte de Minokichi que,
como si se tratara de una historia de la mitología griega, condena a la
separación a los personajes. Tal vez el último episodio, el más corto con menos
de 30 minutos, es el más flojo o, mejor dicho, menos brillante.
En conjunto, un gran filme de Kobayashi.
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