domingo, 30 de marzo de 2025

ENSAYO DE UN CRIMEN

 

No se puede dudar que Ensayo de un crimen es una de las películas más personales de Buñuel, dando rienda suelta a algunas de sus obsesiones adaptando la novela La vida criminal de Archibaldo De la Cruz de Rodolfo Usigli.

El inicio es espléndido con ese niño malcriado, de familia de clase muy adinerada, que ve morir a su niñera por una bala perdida durante la Revolución mexicana mientras le explicaba un cuento y sonaba la melodía de una caja de música, quedando su cuerpo mostrando las piernas, con sus medias, al descubierto, resbalando la sangre y provocando la asociación en el niño de erotismo y muerte. Después del inicio, un intento de Archibaldo de asesinar a una enfermera provocando que esta huya y se precipite por el hueco de un ascensor da pie a que, en un flashback ante un juez, el protagonista le explique todos sus intentos, no consumados, de matar a una mujer.

A partir de aquí, la película pierde un poco de fuerza, aunque es una película divertida, llena de ironía y con elementos surrealistas. Estando el protagonista en una tienda de antigüedades, escuchar la melodía de la caja de música, extraviada tras el saqueo de la casa en el período revolucionario, será la espoleta para activar el recuerdo infantil y que surja la pulsión criminal de asesinar a una mujer para sentirse satisfecho. Los intentos se frustrarán, aparte de por la caída de la enfermera, por un suicidio en el caso de una mujer bastante atrevida con la que tontea y, tras casarse con la chica a la que pretender matar, porque es asesinada por un amante anticipándose a Archibaldo. Estas historias, narrativamente, no son demasiado fluidas, las interpretaciones son mediocres y, por ello, no estamos ante un gran Buñuel pero, en conjunto, se trata de una película muy agradable de ver para los seguidores del genio de Calanda.  No obstante, la película se resiente de un final que no me ha gustado. Tras escucharle el juez y decirle que vuelva por donde ha venido porque el pensamiento no delinque, su encuentro en un parque con el único personaje femenino con el que se ha relacionado y no ha muerto propicia un happy end decepcionante. Este personaje es Lavinia, una guía turística de americanos y de la cual Archibaldo hace un doble en forma de maniquí. Una de las mejores escenas de la película es, frustrado porque la iba a matar y la llegada de unos turistas yanquis lo impide, ver como introduce en un horno crematorio el maniquí.

Archibaldo se parece a otros protagonistas de Buñuel no consiguiendo lo que quiere con lo que no puede culminar sus obsesiones. Eso le acerca al personaje de Fernando Rey en Ese obscuro objeto del deseo o Viridiana, Arturo de Córdoba en Él o Paco Rabal en Nazarín.

Resulta curioso que, en una película de humor negro en el que se producen situaciones divertidas en torno a intentos frustrados de cometer homicidios por parte de Archibaldo, la actriz de origen checo Miroslava Stern, que da vida a Lavinia, se suicidara antes de estrenar la película lo que supuso una gran tragedia. Además, en la vida real fue incinerada como el maniquí que representa su figura lo es en la película. 

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