martes, 10 de diciembre de 2024

LA AMARGURA DEL GENERAL YEN

 

Frank Capra dirigió varias películas para Columbia Pictures antes de tener un gran éxito con Sucedió una noche (1934), que le situó como uno de los directores más afamados de Hollywood hasta la II Guerra Mundial. Un par de años antes de aquella oscarizada película, dirigió La amargura del general Yen, con una joven y guapa Barbara Stanwick y un actor danés de origen sueco, Nils Ashter, haciendo de general chino.

La trama se sitúa en Shangai durante la guerra civil china en la década de los años veinte. Megan Davis (Stanwick) se va a casar con su novio, el doctor Robert Strike, un misionero que cuando se entera que unos niños están en peligro interrumpe la ceremonia para ir a protegerlos. Megan insiste en acompañarle pero, en un momento de confusión por los turbulentos episodios que pasan en Shangai, se separan y ella va a parar al tren del general Yan, un señor de la guerra. Llegan al palacio del general, en el que hay también un americano compatriota de Megan que es su asesor financiero.

En el palacio, Megan ve la brutalidad de unas ejecuciones y el general cambia el lugar de éstas en deferencia a su joven rehén a la que promete liberar. A pesar de que Megan no quiere tener contacto con el brutal general, accede a cenar con él, con su concubina y con uno de sus capitanes. Justamente esa concubina y el capitán traicionan al general robándole la fortuna que había atesorado gracias al asesor americano y queda en una posición muy débil, abandonado por sus mercenarios soldados y sirvientes. El general se ha convertido en un perdedor, pero se ha humanizado a ojos de Megan e incluso se ha enamorado de él. Mientras el general se prepara una taza de té envenenada, aparece Megan vestida con ropas de cortesana china dispuesta a servirle como una concubina. Pero Yen, aunque se ha sentido atraído por la chica durante toda la película, ha decidido poner fin a su vida viendo que está acabado dentro de la turbulenta guerra civil.

Fue una de las películas preferidas de Capra, pero tuvo muchos problemas para su exhibición pues no estaba nada bien visto un amor interracial entre una joven americana y un chino. Además, la película es muy atrevida pues, a medio metraje, la joven se queda dormida y tiene un sueño erótico con el general, que la besa apasionadamente. Todo ello originó protestas, tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido que perjudicaron la recepción comercial del filme.

La película funciona muy bien más de ochenta años después de su estreno. Capra ya estaba muy fogueado al haber hecho películas en el período del cine mudo y, con un inicio trepidante, la película va creciendo hasta un apoteósico final por lo que se refiere a la relación entre los dos protagonistas, con dramático suicido incluido. Stanwick, con unos 26 años en el momento de realización del filme y gracias a la dirección de Capra, está muy guapa, como nunca la había visto en una película exceptuando su papel cargado de erotismo y maldad de Perdición.

Probablemente esta película no se hubiera podido rodar con el Código Hays que se empezó a aplicar en 1934. No fue el caso y hoy tenemos una película que explica una historia de amor imperecedera, con algunos elementos en su narración avanzados para su época y que no han perdido fuelle viendo ahora la película. 

lunes, 9 de diciembre de 2024

LA VOZ. POR QUÉ IMPORTA SINATRA.

 

Pete Hamill no escribió con La voz. Por qué importa Sinatra una biografía al uso, que recorriera toda la vida del cantante a lo largo de sus 82 años de vida, sino que destacó los trazos más importantes para él a la hora de definir a un hombre como Sinatra, del cual fue amigo en la madurez del cantante pues se llevaban veinte años. En primer lugar, Hamill hace un retrato de Sinatra como un hombre que, al contrario que en sus primeros años, llega a tener buenas relaciones con periodistas como él, de la costa Este. Y ese retrato es el de un hombre al que califica de gran lector, aficionado a la pintura con algunas obras propias, seguidor de deportes como boxeo o beisbol, gran bebedor y, por supuesto, mujeriego. Un hombre con el que, sin llegar a tener una amistad íntima, sí llega a establecer una buena relación de amistad.

Para Hamill, Sinatra es uno de los italoamericanos más importantes del siglo XX porque, junto a Joe DiMaggio y Fiorello Laguardia, conforman los ejemplos de hijos de inmigrantes italianos que triunfan en América y dejan atrás la estigmatización en que una gran parte de la sociedad americana los tenía. Sinatra tenía presente esa estigmatización en episodios que quedaron en la memoria de los inmigrantes italianos, como un linchamiento que se produce en 1891 asaltando una prisión en Nueva Orleans al haber sido exonerados de culpa unos italoamericanos acusados de asesinar a un policía corrupto. Un linchamiento que, en la descripción que hace Hamill, recuerda el que ocurre en Furia, la película de Fritz Lang. Aunque eso sucediera mucho antes que Sinatra naciera, era algo que tenían presente los italoamericanos y también explica la sinceridad que tuvo al favorecer la lucha de los derechos civiles de la población negra. Él se había sentido de una minoría ninguneada, cuando no vejada, por los WASP.

Hamill nos habla de los padres y abuelos de Sinatra, provenientes de Sicilia por parte paterna y Génova por la materna. Luego recorre los inicios del cantante, su ascenso en los años de la II Guerra Mundial y su crisis a finales de los años 40. Desde que empieza a cantar, trabaja duro haciendo que el micrófono fuera el instrumento de su voz, se foguea en las orquestas de Harry James y Tom Dorsey y llega a Hollywood con un contrato en la MGM. Pero, llegado a esos últimos años de los 40, queda relegado en las listas de éxitos, sus fans se han hecho mayores, surgen nuevas modas, su vida personal es turbulenta tras separarse de su primera mujer y casarse con Ava Gardner, e incluso llega a perder durante un tiempo la voz por una afección. Y, contra pronóstico, remonta el vuelo. En una pequeña compañía de discos, Capitol, encuentra a Nelson Riddle, al que Hamill dedica unas páginas explicando su vida, porque es clave en el despegue de Sinatra. Sus arreglos de canciones, que en muchos casos ya había cantado Sinatra, hace que suenen nuevas y conecten con la figura del artista. Combinando de forma perfecta el ritmo adecuado, con partes suaves o altisonantes, alegres o tristes, la voz de Sinatra contagia emoción, nostalgia, soledad, vigor, ternura, felicidad, excitación, …

Con todo ello, Sinatra configura una nueva masculinidad que Hamill explica así: Sinatra encontró paulatinamente un camino para filtrar la ternura dentro de su actuación sin dejar de ser masculino. Cuando finalmente tomó las riendas de su propia carrera, perfeccionó el papel de Tierno Tipo Rudo legándolo a varias generaciones de estadounidenses. Ese arquetipo no existía antes de él en la cultura popular americana. Esa es una de las razones por las que sigue importando: Frank Sinatra creó un nuevo modelo para la masculinidad estadounidense. Como señala en otra parte del libro, Sinatra empieza teniendo más admiradoras que admiradores ( es, tal vez, el primer cantante que provoca y sufre el fenómeno de las fans, chicas que hacen colas kilométricas para asegurarse entrar en sus conciertos), pero acaba teniendo más admiradores que admiradoras. Se ganó a todos los públicos.

Hamill se para aquí, tras los éxitos con Capitol y la mejoría en su posición de actor en Hollywood tras De aquí a la eternidad. Como dice el autor: Todo lo que vino con el regreso – el Rat Pack, la fanfarronería, la arrogancia, la fortuna creciente, los cortesanos – es a fin de cuentas poco relevante.

Lo que importa es un italoamericano al que todos quieren parecerse en los EEUU y en medio mundo, que conecta con unas reivindicaciones decentes en la lucha por los derechos civiles, que estando en el pozo resurge hasta llegar a la cima y, como dice Hamill, al final, su expresión más perdurable está en esa música. 

sábado, 7 de diciembre de 2024

BAHÍA NEGRA

 

 

Bahía negra es una de las colaboraciones, fuera del género western, que hicieron Anthony Mann y James Stewart. Contó con la guapa Joanne Dru como protagonista femenina, así como destacados papeles secundarios para Dan Duryea y Gilbert Roland.

Dos licenciados de la II Guerra Mundial (Stewart y Duryea) llegan a un pueblo costero de Luisiana sin un duro, pero con la intención de encontrar petróleo en la zona marítima. Logran convencer a una empresa petrolera que empieza a adelantar dinero para construir una plataforma, aunque empiezan a haber problemas con los pescadores de la zona, entre los que se cuenta Roland, ya que creen que la explotación petrolífera perjudica la pesca del langostino. Joanne Dru es la hija de un pescador y, mientras su hermana se enamora de Duryea, ella lo hará de Stewart.

Con este argumento, Mann construye una película que es muy amena si bien se queda lejos de las mejores colaboraciones que hizo con Stewart. Uno de los aspectos más atractivos de los westerns que hicieron juntos era la personalidad de los héroes que interpretaba Stewart, en realidad más bien unos antihéroes en los que podíamos ver tipos torturados interiormente, deseosos de venganza, desequilibrados emocionalmente, antisociales o materialistas. Cada uno de los papeles de Stewart tenía alguna o más de una de estas características que le hacían componer personajes muy interesantes y moralmente ambiguos al margen de la resolución final de las tramas. En cambio, aquí Stewart interpreta a un tipo muy decidido en cuando a su obstinación por encontrar petróleo en el mar, pero sin la complejidad interior de aquellos personajes de los westerns.

Además, pese a que aquí Duryea está simpático, al igual que Roland, no hay personajes secundarios tan potentes como los de los westerns. No hay personajes con la entidad de un Robert Ryan en Colorado Jim, Stephen Mac Nelly en Winchester 73, Arthur Kennedy en Horizontes lejanos o John MacIntyre en Tierras lejanas. Incluso, en cuanto a personajes femeninos, están construidos de manera mucho más atractiva la Janet Leigh de Colorado Jim o la Ruth Roman de Tierras lejanas en relación con el personaje que interpreta aquí Joanne Dru.  

A diferencia de aquellos westerns, aquí la resolución no es ambigua, un happy end en toda regla cuando, después de diversas idas y venidas entre los personajes, Stewart y Duryea acaban felices con Dru y su hermana.

Agradable película pero que, inevitablemente, comparamos con los westerns de la dupla Mann-Stewart y tiene menos nivel.

viernes, 6 de diciembre de 2024

CAMBOYA 1978

 

No he visto ninguna película de Rithy Panh hasta el reciente estreno de Camboya 1978. Parece que este hombre, nacido en 1964, y que sufrió en carne propia el régimen de los jémeres rojos, ha dedicado casi toda su obra, en documentales y películas, a narrar uno de los regímenes genocidas más bestias del siglo XX. Aunque cuantitativamente liquidar un millón y medio de personas no era mucho en comparación con Stalin o Hitler, hacerlo en un país con una población de unos siete millones sí convierte a Pol Pot, el líder del régimen, en uno de los mayores genocidas de la Historia.

Tres periodistas franceses llegan a Camboya tras recibir una invitación del régimen de los jémeres rojos.  Se trata de dos hombres y una mujer. Uno de ellos ha tenido contacto previo con los jémeres e incluso tiene de ellos una opinión favorable.

Para los periodistas, su estancia se convertirá en una peligrosa aventura. A pesar de que la visita oficial los guía por donde sus anfitriones quieren ir mostrándoles una parte del país, la verdad del país les llegara igualmente a sus ojos. La reacción más visceral de uno de los periodistas provocará su desaparición. Posteriormente, al final de la película, tendrán los dos supervivientes una entrevista con el mismísimo Pol Pot. El periodista de ideología comunista que, cuando empieza la película, ve con buenos ojos el régimen acaba decepcionado ante lo que ve y lo que dice Pol Pot en la entrevista.

Pahn usa figuras de barro, del tamaño de un play mobil, para narrar el horror del régimen y sus excesos, así como documentales de la época que inserta en el filme. Por ello, la película tiene un tono semidocumental. Dentro de esa parte documental se ven las calles desiertas de Nom Pen, la capital del país, que el régimen, en su locura, evacuó para enviar a la gente a vivir en comunas situadas en el campo para conformar esa sociedad sin clases

La película me ha parecido interesante pero, uno de los hándicaps, es que los protagonistas no me han despertado mucho interés. Tampoco parece que se haya puesto esmero en su presentación y constituyen personajes poco atractivos, meros intermediarios para lo que Pahn quiere explicar sobre el régimen de los jémeres. La película es efectiva en ese sentido de tomar conciencia de los horribles crímenes de aquella utopía de comunismo agrario aunque, desde un punto de vista cinematográfico, su interés es limitado

jueves, 5 de diciembre de 2024

EL DÍA Y LA HORA

 

Siguiendo con películas sobre la Resistencia francesa tras ver El silencio del mar, veo El día y la hora (1963), dirigida por René Clement y con Simone Signoret y Stuart Whitman como protagonistas.

Tres aviadores aliados caen sobre la Francia ocupada y son buscados por los alemanes. Teresa (Simone Signoret) necesita volver a París y los trenes están bloqueados buscando a los aviadores. Entonces, un camionero (Michel Piccoli) le ofrece llevarla en un camión que transporta ganado pero, en realidad, es un miembro de la Resistencia que oculta a los aviadores. Sin pretenderlo, una vez llegados a París, Teresa ayudará a uno de los aviadores llamado Allan (Stuart Whitman), con el que cruzará media Francia en tren mientras son perseguidos por la Gestapo y ella es confundida con una persona importante de la Resistencia. A pesar del afecto y atracción que ha surgido entre ellos, las turbulencias de una época en que se desarrolla una guerra no permitirán que los personajes acaben juntos.

Clement tocó varias veces el tema de la Resistencia en sus películas. Es mucho más interesante una película anterior titulada Juegos prohibidos que vi hace unos meses, con buenas escenas bélicas al bombardear una columna de refugiados y una historia más trágica protagonizada por unos niños, inocentes espectadores de un conflicto tan horroroso, que me dejó un mejor recuerdo como espectador. En El día y la hora todo es bastante previsible, los personajes van sorteando dificultades, pero todo discurre sin que pasen cosas muy interesantes ni aparezcan personajes que dejen huella, salvo el papel de Piccoli que desaparece pronto y del que luego se da cuenta que ha sido atrapado por la Gestapo. La película es entretenida y tiene sus mejores escenas en las que se desarrollan en el expreso París-Toulusse cuando los protagonistas son acosados por la Gestapo. El mejor activo del filme es la presencia de una grande como Simone Signoret. Más justita es la interpretación de Stuart Whitman, un actor eficaz en westerns o cine bélico, pero más limitado en un papel dramático como el que le toca interpretar aquí.

Entretenida pero irregular.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

SOBRE LA TIRANÍA

 

Leo Sobre la tiranía, veinte lecciones que aprender del siglo XX, de Timothy Snyder, catedrático de Historia de la Universidad de Yale. Sus veinte lecciones consisten en explicar episodios del siglo XX, sobre todo relacionados con el régimen estalinista y nazi, para alertar de que podemos volver a caer en errores de décadas pasadas en el siglo XXI. Si el período de entreguerras supuso el derrumbamiento material de las democracias liberales ( Italia o Alemania) o moral (Francia), además de la instauración de la dictadura comunista en 1917 en Rusia, bien pudiéramos estar en un proceso parecido.

El libro, muy ameno, está escrito en 2017. Si bien Snyder no llega a escribir su nombre, hace numerosas referencias a Trump teniendo muy fresca la campaña electoral de 2016 y su toma de posesión en enero de 2017, explicando sus numerosísimas mentiras, el veto de periodistas en sus mítines, los insultos hacia sus rivales, etc. El libro hace un certero análisis de los peligros a los que nos enfrentamos en los próximos años, pero se quiere agarrar a la esperanza que las democracias, al contrario de lo que pasó en el período de entreguerras, no se desmoronen y se conviertan en regímenes populistas, fascistas y autoritarios. El problema es que los escasos ocho años desde que el libro fue escrito no han hecho otra cosa que empeorar la situación. El innombrable Trump ha vuelto a ganar, parece que puede tener las manos libres para enfocar de una manera diferente y más nociva su presidencia; y tenemos una guerra en la misma Europa, que en febrero llegará a su tercer año con participación exótica, pero preocupante, de norcoreanos y hutíes del Yemen; además de otro conflicto en Oriente Medio que se ha recrudecido. Ayer mismo, en lo que parecía una democracia relativamente asentada como Corea del Sur, hubo un confuso intento de asonada. Sumémosle la inestabilidad actual en las dos principales economías de la Eurozona: Alemania y Francia, con partidos de extrema derecha potentes. Definitivamente, vamos a peor.

Me gustaría aplicar en la práctica algunas de las las lecciones, pero no puedo. En la tercera lección encabeza el capítulo diciendo: Cuidado con el Estado del partido único y luego recomienda: Así pues, apoya el sistema multipartidista y defiende las normas de las elecciones democráticas. Vota en las elecciones locales y estatales siempre que puedas.

Los partidos políticos, como leía este fin de semana en un artículo, son todos unas sectas, oficinas de colocación de palmeros reconvertidos a incompetentes diputados de un parlamento o concejales de algún ayuntamiento, cuando no comisionistas espabilados medrando por donde haya dinero público. Un ejemplo es el congreso de este fin de semana del PSOE en Sevilla. Salió aclamada la catedrática Begoña. Para estos casos, siempre hay que hacer uso de la frase del gran Bernd Schuster: no hase falta desir nada más

Me es ya imposible votar a ningún partido cuando se convoquen las próximas elecciones generales. Lo siento por Snyder, pero si viviera en España igual también se abstendría

lunes, 2 de diciembre de 2024

LA HORA DEL DESTINO

 

Leo la que creo es la cuarta entrega de la biografía novelada que Antonio Scurati ha escrito sobre la vida de Benito Mussolini, titulada La hora del destino. En esta ocasión, el período que abarca el libro va desde el verano de 1940, con la entrada de Italia en la guerra, hasta julio de 1943, siendo el último hecho referido la detención de Mussolini y su puesta bajo arresto el mismo día que el rey le destituye como jefe de gobierno y lo sustituye por el mariscal Badoglio.

Es evidente que Mussolini no tenía ni idea del potencial real del ejército italiano. El ridículo que hacen es espantoso. En el norte de Italia, un ejército como el inglés que no pasaba por su mejor momento les hace replegarse en 1940 hacia Túnez a través de la costa libia, librándose batallas en las que los soldados capturados se cuentan por millares. Peor va la cosa en Grecia, atacada en 1941 desde Albania en una campaña desastrosa, cuando el modesto ejército griego realiza un contraataque y devuelve a los italianos a sus dominios en Albania. Y la participación de Italia en el frente oriental ruso fue igualmente desastrosa, ni tenían el equipamiento adecuado, ni ninguna moral de combate en gente que luchaba a miles de kilómetros de sus casas por una causa en la que no creían. Por otra parte, los altos mandos eran negligentes, se habían bregado en guerras de bajo nivel ante las poblaciones autóctonas de Libia y Etiopía, ganando porque contaban con una superioridad absoluta militar y dedicándose a cometer algunas atrocidades que incluían el uso de armas químicas.

Mussolini está siempre impaciente y, ante los éxitos alemanes, no quiere quedarse atrás con lo que arrastra al país hacia el más completo desastre. Quiere estar junto a los alemanes en la derrota de Francia y luego, pensando que la campaña en Rusia será corta, en la derrota final de los comunistas contra los que llevaba más de veinte años luchando. Con un complejo de inferioridad ante Hitler, se embarca en la aventura de atacar en África y Grecia con un resultado desastroso y obligando a los alemanes a actuar militarmente para conquistar Grecia y llevar a las fuerzas británicas a tan solo 100 kilómetros de Alejandría. Todo ello no hace más que acentuar la dependencia de los alemanes y la pérdida de cualquier iniciativa estratégica mínimamente racional que llevara a minimizar los riesgos de meterse en semejantes empresas. Sus  encuentros con Hitler, el último el 19 de julio de 1943, son cada vez más el de alguien que despacha con su subalterno. 

El retrato personal que hace Scurati de esta época es el de un hombre que ha iniciado su declive, tanto físico como político. Próximo a los 60 años, la marcha de la guerra, muy adversa ya en 1943, y sus frecuentes problemas gástricos minan su salud, aunque siga teniendo como amante a la fiel Clara Petacci, treinta años más joven. A pesar de controlar los aparatos del Estado, no es capaz de prever el golpe de ser destituido por el Gran Consejo del Fascismo, órgano que no se convocaba desde 1939 y en el que uno de sus mayores aduladores en el pasado, Dino Grandi, introduce en el orden del día la votación para su destitución que se decide por 19 votos contra 7. Ni siquiera entonces es capaz de presagiar que, en su visita al rey al día siguiente, éste lo destituirá como jefe de gobierno.

Una parte que no conocía y que relata el libro es la actuación de los italianos en Eslovenia. Con casi todos los Balcanes controlados por los alemanes y estados satélites, a los italianos les corresponde administrar lo que ahora es Eslovenia. Las barbaridades que cometen allí, dando un trato de colonos a los eslovenos y tratando de reprimir a los partisanos, son de la misma naturaleza que las cometidas por otros ejércitos en la II Guerra Mundial.

Esperaremos a la última entrega en la que Mussolini acabó de forma más patética siendo un títere, y absoluto, de Hitler. 

LA AMARGURA DEL GENERAL YEN

  Frank Capra dirigió varias películas para Columbia Pictures antes de tener un gran éxito con Sucedió una noche (1934) , que le situó como ...