viernes, 6 de diciembre de 2024

CAMBOYA 1978

 

No he visto ninguna película de Rithy Panh hasta el reciente estreno de Camboya 1978. Parece que este hombre, nacido en 1964, y que sufrió en carne propia el régimen de los jémeres rojos, ha dedicado casi toda su obra, en documentales y películas, a narrar uno de los regímenes genocidas más bestias del siglo XX. Aunque cuantitativamente liquidar un millón y medio de personas no era mucho en comparación con Stalin o Hitler, hacerlo en un país con una población de unos siete millones sí convierte a Pol Pot, el líder del régimen, en uno de los mayores genocidas de la Historia.

Tres periodistas franceses llegan a Camboya tras recibir una invitación del régimen de los jémeres rojos.  Se trata de dos hombres y una mujer. Uno de ellos ha tenido contacto previo con los jémeres e incluso tiene de ellos una opinión favorable.

Para los periodistas, su estancia se convertirá en una peligrosa aventura. A pesar de que la visita oficial los guía por donde sus anfitriones quieren ir mostrándoles una parte del país, la verdad del país les llegara igualmente a sus ojos. La reacción más visceral de uno de los periodistas provocará su desaparición. Posteriormente, al final de la película, tendrán los dos supervivientes una entrevista con el mismísimo Pol Pot. El periodista de ideología comunista que, cuando empieza la película, ve con buenos ojos el régimen acaba decepcionado ante lo que ve y lo que dice Pol Pot en la entrevista.

Pahn usa figuras de barro, del tamaño de un play mobil, para narrar el horror del régimen y sus excesos, así como documentales de la época que inserta en el filme. Por ello, la película tiene un tono semidocumental. Dentro de esa parte documental se ven las calles desiertas de Nom Pen, la capital del país, que el régimen, en su locura, evacuó para enviar a la gente a vivir en comunas situadas en el campo para conformar esa sociedad sin clases

La película me ha parecido interesante pero, uno de los hándicaps, es que los protagonistas no me han despertado mucho interés. Tampoco parece que se haya puesto esmero en su presentación y constituyen personajes poco atractivos, meros intermediarios para lo que Pahn quiere explicar sobre el régimen de los jémeres. La película es efectiva en ese sentido de tomar conciencia de los horribles crímenes de aquella utopía de comunismo agrario aunque, desde un punto de vista cinematográfico, su interés es limitado

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