No he visto ninguna película de
Rithy Panh hasta el reciente estreno de Camboya 1978. Parece que este
hombre, nacido en 1964, y que sufrió en carne propia el régimen de los jémeres
rojos, ha dedicado casi toda su obra, en documentales y películas, a narrar uno
de los regímenes genocidas más bestias del siglo XX. Aunque cuantitativamente
liquidar un millón y medio de personas no era mucho en comparación con Stalin o
Hitler, hacerlo en un país con una población de unos siete millones sí
convierte a Pol Pot, el líder del régimen, en uno de los mayores genocidas de
la Historia.
Tres periodistas franceses
llegan a Camboya tras recibir una invitación del régimen de los jémeres
rojos. Se trata de dos hombres y una
mujer. Uno de ellos ha tenido contacto previo con los jémeres e incluso tiene
de ellos una opinión favorable.
Para los periodistas, su
estancia se convertirá en una peligrosa aventura. A pesar de que la visita
oficial los guía por donde sus anfitriones quieren ir mostrándoles una parte
del país, la verdad del país les llegara igualmente a sus ojos. La reacción más
visceral de uno de los periodistas provocará su desaparición. Posteriormente,
al final de la película, tendrán los dos supervivientes una entrevista con el
mismísimo Pol Pot. El periodista de ideología comunista que, cuando empieza la
película, ve con buenos ojos el régimen acaba decepcionado ante lo que ve y lo
que dice Pol Pot en la entrevista.
Pahn usa figuras de barro, del
tamaño de un play mobil, para narrar el horror del régimen y sus excesos, así
como documentales de la época que inserta en el filme. Por ello, la película
tiene un tono semidocumental. Dentro de esa parte documental se ven las calles
desiertas de Nom Pen, la capital del país, que el régimen, en su locura, evacuó
para enviar a la gente a vivir en comunas situadas en el campo para conformar
esa sociedad sin clases
La película me ha parecido interesante pero, uno de los hándicaps, es que los protagonistas no me han despertado mucho interés. Tampoco parece que se haya puesto esmero en su presentación y constituyen personajes poco atractivos, meros intermediarios para lo que Pahn quiere explicar sobre el régimen de los jémeres. La película es efectiva en ese sentido de tomar conciencia de los horribles crímenes de aquella utopía de comunismo agrario aunque, desde un punto de vista cinematográfico, su interés es limitado
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