Si el Misántropo de
Molière trata sobre un personaje que no tolera la mentira y la hipocresía, las
cuales considera se han convertido en lo más habitual de la sociedad y acaba
rehuyendo el contacto con los demás para aislarse, eso es un tema imperecedero
por lo que la adaptación que han hecho en el Lliure, con la dirección de David
Selvas, está muy bien porque respeta la esencia de la obra del autor francés y
ofrece un espectáculo teatral muy divertido alejado, en parte, de la obra
original.
En esta adaptación, la acción
se traslada del siglo XVII al siglo XXI en una discográfica que ha fundado el
misántropo Alcestes y que tiene en su mujer, Célimène, su ayudante e impulsora
de un festival. Los demás personajes giran en torno al negocio de la música y
la discográfica, interpretando en directo algunas canciones. Puede chocar oír
como interpretan unas canciones de estilos tan dispares como, por ejemplo, de
Albert Pla o Lou Reed, pero les sale bien la apuesta y funciona porque,
justamente ayer, coincidimos con que había una nutrida presencia de adolescentes
provenientes de alguna clase de Bachillerato y se notó como les gustó mucho la obra.
Si, en la obra clásica, a
Alcestes le enseñaban unos versos que eran una basura, aquí es un niño pijo que
le hace escuchar una nauseabunda canción ante la cual no puede acabar sino
siendo sincero y diciéndole que es una porquería. Luego los enredos de la discográfica
se alejarían un poco del original de Molière, aunque se mantiene la incertidumbre
en el otro eje de la obra que es la relación amorosa entre Alcestes y Célimène,
que en esta versión están casados, para acabar con la soledad del protagonista y su autoexclusión.
La versificación, hecha por
Pablo Macho Otero, me ha gustado y buenas interpretaciones de Pol López, Mireia
Aixalà y el resto del elenco.
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