Lenta, tediosa y reiterativa.
Así definiría Silvio (y los otros), de Paolo Sorrentino, rodada hace
casi siete años, cuando Il cavaliere todavía vivía, aunque supongo que no tuvo
interés en ver la película.
Al parecer, la película que se
exhibió comercialmente, unos 140 minutos, era una versión de una miniserie que
se emitió en formato televisivo y tenia algo más de 200 minutos. Si, sobre una
duración de 140 minutos, gran parte de la duración sobra, no creo que ver
entera la miniserie mejorara la visión de esta obra de Sorrentino.
De hecho, el personaje de
Berlusconi tarda bastante rato en salir. En principio, la trama recae sobre
Sergio (Ricardo Scamarcio), un tipo que quiere introducirse en el mundo de
Berlusconi para medrar en el mundo de los negocios y la corrupción Para
acercarse a Berlusconi, planea fiestas dadas al exceso con la cocaína y el sexo
como elementos principales. Tanta fiesta, tantos planos de chicas en bikini o
sin, acaba aburriendo y muchas escenas parecen un videoclip sacado de La
isla de las tentaciones. Tras una hora larga de película, aparece Toni
Serviglio, que tampoco me acaba de convencer con su actuación caracterizando a
Berlusconi ya que no me resulta creíble tal vez por las ansías de parodiarlo,
pero al menos la película eleva su interés con algunas escenas como la que
tiene con su mujer en el momento en que ella le plantea la separación. A pesar
de algunos buenos momentos mostrándose la parte más de acción política del
personaje, la película tampoco coge un ritmo interesante, lastrada ya por la
primera hora dedicada a Sergio que carece de interés.
Decepcionante película de
Sorrentino.
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