Leo El desmoronamiento,
Treinta años de declive americano, escrito por George Packer. Dado que el
libro es de 2013, esos treinta años de los que habla serían, aproximadamente,
las dos últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI.
Packer toma cuatro personas de
las que explica su trayectoria a lo largo de esas décadas y también dedica
algunos capítulos a gente puntual y diversa como, por ejemplo, Jay-Z o Newt Gingrich.
Con ello traza un mosaico del país que le permite abordar la historia del país
desde varias ópticas en ese período que quiere explicar.
Por un lado, habla de Jeff Macnaugton, licenciado en Derecho que empieza a
colaborar en el equipo de Joe Biden, dedicándose a, entre otras cosas, buscar
fondos para sus campañas electorales. En esta parte del libro, se habla
bastante de Biden, el segundo senador más joven del país en los años 80, una
promesa del partido demócrata y que frustra sus expectativas en unas primarias
cuando se descubre que, en un discurso, ha plagiado el que hizo un líder
laborista británico. Eran otros tiempos. Ahora todos sabemos que Pedro Sánchez
no escribió su tesis doctoral y a nadie le importa. Pero Biden también debió
hacer su propio manual de resistencia, supongo que con personajes sin el glamur
de Koldo o Ábalos, para luego ser vicepresidente y, finalmente, presidente durante
un mandato.
Macnaugton, que se debate entre
un idealismo de buenas intenciones y la realidad del mundo político en
Washington, nos permite ver la tensión de la política con las intromisiones del
poder económico proveniente de Wall Street.
Dean Price es un sureño que,
teniendo conciencia de que existe una cosa llamada peak oil y que hay
que buscar alternativas a los combustibles fósiles, pondrá en marcha diversas
empresas con el ánimo de utilizar productos vegetales para fabricar biosiesel o
reciclar aceite de restaurantes para usarlo como fuente de energía renovable.
No logra afianzar sus negocios y sería alguien que encarnaría el fracaso del
sueño americano. Innovador en sus propuestas empresariales, no encontrara su
lugar en la tierra de las oportunidades y sus problemas financieros harán
inviables sus proyectos.
Thamie Thomas es una chica de
color y, a través de las explicaciones de lo que es su vida, vemos, por un
lado, toda la problemática de la minoría de gente de color, sujetos todavía al
racismo dominante en el país y que debe cargar con familias desestructuradas,
la suya propia y la que forma después. Por otro lado, su trayectoria laboral
nos permite conocer la desindustrialización del país, en concreto de las
acerías de su localidad situada en Youngstown (Ohio), una de las zonas del
cinturón industrial en decadencia que ahora formaba parte de las que se decían
eran indecisas (luego lo fueron menos) entre Trump y Harris. En concreto, en
esa ciudad de Youngstown se da un declive demográfico que reduce la población a
la mitad tras el cierre de las acerías.
Luego habla de Peter Thiel, al
que no tenía el gusto de conocer. Pero es un personaje siniestro, socio en
varios negocios del mucho más popular Elon Musk. Curiosamente, o no, ambos
provienen de Sudáfrica (Thiel es alemán pero su padre era ingeniero y pasó por
varios países en su niñez y juventud, entre ellos el país africano) y
desarrollaron sus estudios en la época del apartheid. El libro se centra más en
Thiel cuando habla de Silicon Valley, pero ambos estuvieron allí, creando
empresas tecnológicas e iniciando un camino que acabó con las crisis de la
burbuja de las puntocom a finales de siglo. Fundador, entre otras empresas, de
Paypal, ya en la primera presidencia de Trump estuvo cerca de él y ha vuelto a
donar importantes sumas para esta última campaña del magnate neoyorquino. Libertario
con ideas radicales sobre el futuro, ha escrito libros de los que enganchan a
la gente a la que les venden las bondades de ser emprendedor creando empresas que
se conviertan en monopolistas y ha dejado perlas en declaraciones como que la
libertad y la democracia son incompatibles.
Packer va poniendo las cosas
que explica en relación. La derogación de la Ley Glass-Steagall, promulgada por
Roosevelt en 1933, que separaba la banca comercial y la de inversión,
representa el triunfo de Wall Street sobre Washington. Esa derogación se
produce al final del segundo período de mandado del demócrata Bill Clinton en
1999 y varios analistas la asocian directamente con la crisis financiera de
2008 después que la banca de inversión, a partir de hipotecas basura, empezara
a crear activos financieros que se transmitían a gran velocidad generando
rápidas plusvalías sobre una base endeble. Y ahí también juega un papel
importante el mundo de Silicon Valley. A partir de las nuevas tecnologías y su
desarrollo por empresas como las que comandaban Thiel, Musk y otros, el poder
financiero contó con armas más potentes para pedir la desregulación del mundo
financiero. Obama revirtió, en parte, el desaguisado estableciendo una mayor regulación,
pero sin llegar a la eficacia de la ley de hace noventa años. Como en otros
aspectos de su presidencia, parece que se quedó a medias y, lo que se regula,
puede venir alguien después y desregularizarlo.
Packer se centra es algunos
capítulos en la ciudad de Tampa (Florida) en la que se ven los efectos devastadores
de la crisis de hace 15 años. Gente que perdía el trabajo, más tarde la casa
era embargada, eran desahuciados y algún abogado un poco incisivo defendiendo a
los hipotecados logró anular algún juicio porque algunos créditos se habían
transmitidos tantas veces que era imposible tener claro quien era el verdadero
tenedor del título a ejecutar. Un descubrimiento que hace un abogado ante la
apatía de los órganos judiciales que no se entretenían en mirar estos aspectos.
Un libro interesante al que se
tendría que añadir qué ha pasado en los últimos años. Bueno, pues diría que el
declive sigue, hemos tenido una presidencia de Trump y otra de Biden, con más
sombras que luces. Ahora, seguramente, estamos en un momento clave con esta
segunda presidencia de Trump y veremos si su Make America Great Again no
hará otra cosa que no sea acentuar el declive.
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