domingo, 29 de septiembre de 2024

QUEREMOS LOS CORONELES

 

Queremos los coroneles (1973) es una sátira política, dirigida por Mario Monnicelli, en la que un diputado de un partido neofascista organiza un golpe de estado.

La película empieza con un atentado a una figura religiosa en el Duomo de Milán, que es atribuido a la extrema izquierda, aunque ha sido realizado por los neofascistas, pasando luego a unas escenas de alboroto en el Parlamento, con acusaciones cruzadas entre los partidos en medio de un clima de gran tensión tratado a modo de bufonada. A partir de esta situación caótica del país, el diputado de ultraderecha Giusseppe Tritoni (Ugo Tognazzi) organiza un golpe de estado contactando con viejas glorias del fascismo, militares de ultraderecha y algún industrial adinerado.

La película sigue una cronología precisa durante unas semanas de los meses de junio y julio, mostrando a los personajes que va reclutando Tritoni, un grupo de gente grotesca y tronada que incluye básicamente a militares desafectos con el régimen democrático y gente, algunos nacidos en el siglo XIX, relacionada con el fascismo de Mussolini. La ejecución del golpe será chapucera, llena de fallos que dan lugar a situaciones de comedia como los paracaidistas que aterrizan en un lugar equivocado, la ayuda logística de un coronel griego al que nadie entiende, pero todos alaban su discurso, o la llegada de los golpistas a la televisión para dar la noticia del golpe al país cuando la RAI (eran otros tiempos) ha cerrado ya la emisión diaria.

Monnicelli fuerza mucho el tratamiento grotesco y esperpéntico de la acción, tal vez demasiado y, a veces, los tarados que recluta Tritoni parecen personajes de una película de Torrente. Le falta finura al tratamiento de la historia por la exageración de lo grotesco y, por otra parte, salvo el personaje protagonista de Tritoni, los demás no tienen demasiada entidad. Por tanto, y aun siendo una película divertida y agradable de ver, se queda muy por debajo de otras películas de Monnicelli.

Lo que es innegable es su oportunidad desde el punto de vista histórico al tratar un supuesto golpe de estado cuando, tres años antes del estreno del filme, el exmilitar fascista Junio Valerio Borghese fue acusado de estar tramando uno y huyó de Italia, exiliándose en España y muriendo pocos años después en Cádiz. Y, el año posterior al estreno del filme, 1974, fue un año complicadísimo en Italia, con multitud de acciones violentas por parte tanto de la extrema izquierda como de grupos fascistas, con detenciones en el ejército aún relacionadas con los planes de Borghese y, en definitiva, con rumores verosímiles acerca de un golpe de estado.

Siendo una película discreta comparada con otras de Monnicelli, lo que más me ha gustado es el final.  El chapucero golpe es neutralizado por un contragolpe de las autoridades pero, en un momento de farsa estando presentes todos los detenidos, al presidente de la República le da un ataque al corazón y muere. Se produce un cambio de gobierno y un golpe de estado blando, asumiendo el nuevo gobierno postulados de los golpistas. La acción avanza un año más y vemos a Tognazzi hablando en una terraza con dos individuos de color que hablan en francés. Medio en francés y medio en italiano, Tognazzi habla con los dos tipos, provenientes de algún país francófono africano, como si fuera un comercial y su producto consistiera en dar los detalles acerca de preparar de forma eficaz un golpe de estado. Aparecen entonces dos policías que disuelven la reunión alegando que, con la nueva legislación, se considera ilegal que haya reuniones de tres personas, por lo que invitan a Tognazzi a sentarse en otra mesa de la terraza. Un final tremendamente ácido en esta comedia de Monnicelli. 

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