Investigación de un
ciudadano libre de toda sospecha (1969) es la película de Elio Petri que
Alberto Crespi elige para el capítulo dedicado a “Da piazza Fontana agli anni
setanta”.
Investigación, que acaba
con una cita de Kafka, es una película con un argumento aparentemente falto de
lógica en la que un inspector policial mata a su amante y se encarga de dejar
pistas, además muy claras, de su propia implicación en el crimen. Sus subordinados
se niegan a pensar que él haya podido ser el autor del crimen desplazando sus
investigaciones hacia el marido homosexual de la mujer y un vecino estudiante
de química, radicalmente politizado hacia la extrema izquierda y amante también
de la asesinada. Ni siquiera confesar el delito delante de sus superiores le servirá
para ser creído. Se trata de una sátira en la que el gran Gian Maria Volonté
realiza una muy buena interpretación como el inspector verborreico y obsesivo
en su autoinculpación, en sintonía con los repetitivos efectos sonoros de la
música compuesta para el filme por el no menos grande Ennio Morricone.
La película, a través de la
farsa, muestra a un cuerpo policial de un estado autoritario en el que el Estado
de Derecho y la observancia de derechos y libertades ha saltado por los aires, cuestión
que se ve tanto a través de la trama principal como la colateral con la represión
que se efectúa contra los radicales de izquierda, entre los que se encuentra el
vecino que vio a Volonté el día del crimen en el edificio y lo incrimina, aunque
los investigadores oficiales deciden que ese día no estaba en Roma.
Rodada en 1969, es una película
en la que su estreno, en febrero de 1970, no puede producirse en un momento más
oportuno. Dos meses antes, el 12 de diciembre de 1969, varias bombas estallan
en edificios de Roma y Milán, dejando unas cuantas víctimas mortales en la
capital lombarda ya que los efectos más devastadores son en la Piazza Fontana, muy cerca del Duomo. Con una autoría nunca aclarada, atribuida inicialmente a
anarquistas y siendo más verosímil que fueran neofascistas ligados a las cloacas
del Estado y con conocimiento de los servicios de inteligencia americanos, un sospechoso
anarquista llamado Giuseppe Pinnelli cayó desde un cuarto piso de la dependencia
policial en la que estaba detenido. El relato oficial fue que se trató de un
suicidio y decayeron los cargos por homicidio contra el inspector Luigi
Calabresi, que estaba en ese momento con Pinnelli, por falta de pruebas. Y aquí
está la razón de la oportunidad del estreno que señala Crespi ya que muchos
quisieron ver, en el personaje de Volonté, el de un inspector como Calabresi
que, aunque parece que torturó a Pinnelli y colaboró en su viaje hasta el
asfalto desde las alturas, salió exonerado de culpa de aquellos hechos, siendo asesinado
dos años más tarde por un grupo radical de extrema izquierda.
Los autores y productores de la
película llegaron a temer un secuestro del filme, pero se estrenó siendo además
un éxito y adjudicándose la Palma de Oro en Cannes y el Óscar a la mejor película
extranjera.
Si la película fue oportuna en
su momento mostrando, tal como dice Crespi, la crueldad de la policía y de sus
métodos a través de la violencia grotesca de Volonté, no ha perdido un ápice de
actualidad en una Italia con una gobernante neofascista y un clima, en muchos
países europeos, poco propicio a la transparencia en las actuaciones policiales
ya que la democracia se va degradando de manera imparable.
Densa, interesante e
inquietante por seguir vigente su denuncia.
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