Perteneciente todavía a su
etapa canadiense, Scanners (1981) fue un éxito de taquilla para David
Cronenberg y le permitió acometer empresas más ambiciosas en los años
siguientes.
El punto de partida es original.
Hay un grupo de gente, llamados scanners, con habilidades telepáticas con las
que pueden leer el pensamiento de los demás y hacerlos convulsionar, anulando y
manipulando su voluntad e incluso asesinarlos. Por otra parte, hay una empresa
llamada Consec, dedicada al armamento y la seguridad, que desea explotarlos a
través del doctor Paul Ruth. En un inicio espectacular, el scanner rebelde Darryl
Levok hace explotar la cabeza de otro scanner infiltrándose durante una exhibición
en una conferencia de prensa para posteriormente darse a la fuga y Ruth contacta
con un scanner vagabundo, Cameron Vale, con más poderes que Levok, encargándole
la misión de localizarlo y eliminarlo.
La historia se desarrolla con
diversos giros y golpes de efecto, descubriendo finalmente que los scanners son
resultado, según los planes de Ruth, de haber inyectado una sustancia llamada Epheferol
a mujeres embarazadas para formar posteriormente un grupo de scanners y usarlos
como armas ofensivas. Se desata una lucha por el poder en la que, desaparecido
Ruth, se produce un duelo entre Levok y Vale, que resultan ser hermanos, con un
resultado inquietante en el que Vale se ha debido infiltrar, aprovechando sus
mayores facultades telepáticas, en el cuerpo de Levok para vencerlo tras haber
sido calcinado el suyo.
No cabe duda de que Cronenberg
imprime un sello personal a sus películas. Además de la temática que parece surgida
de una pesadilla, la fotografía en la que predominan colores fríos y metálicos,
así como la banda sonora de Howard Shore, consiguen un clima intranquilizador y
angustiante en una película en la que hay bastante acción. No obstante, la
trama resulta tan enrevesada que la película es irregular y hay un momento en
que decae, pero el interés se eleva notablemente en el duelo final entre los hermanos
scanners, consiguiendo una muy buena tensión en esa parte final del filme. Por
otra parte, una sociedad distópica en la que se han creado unas armas tan
potentes en forma de seres humanos con poderes especiales es un tema siempre de
actualidad en unas sociedades como la nuestra, cada vez más inseguras y con
numerosos conflictos presididos por el uso de alta tecnología.
No es una película redonda y se
trata de un filme irregular. Si la interpretación de Michael Ironside como
Revok es muy acertada y transmite grandes dosis de locura y maldad a la película,
la interpretación de Vale a cargo de Stephen Lack es muy sosa, además de que hay
un personaje femenino interpretado por Jennifer O’Neill que aporta poco a la
historia. No obstante, tal como la película aumenta su nivel en la parte final
con el duelo fratricida, se acaba mostrando como un título estimulante del
director canadiense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.