jueves, 12 de septiembre de 2024

EL 47

 

Mientras los restos del naufragio independentista se manifiestan haciendo el ridículo un año más y me entero de que el expolio fiscal ha pasado de 16.000 millones de euros a 22.000, decido ir al cine a ver El 47, una película que ha levantado bastante expectación y que no me ha defraudado pues es una película sólida y el interés está asegurado por la temática, más en mi caso siendo barcelonés.  

Dirigida por Marcel Barrena, narra la historia de Manolo Vital, un conductor de autobuses que vivía en Torre Baró, barrio que había construido con sus propias manos junto a otros vecinos escapando de la miseria del sur de España. Vital secuestró en mayo de 1978 un autobús para demostrar a las autoridades que era factible que el transporte público llegara a aquellas empinadas calles. Él lideró el secuestro pero todo el barrio se volcó en la lucha, aunque solo Manolo fue detenido y juzgado, para ser rehabilitado más tarde y reingresar en la empresa de autobuses.

Uno de los puntos fuertes de la película son los protagonistas. Eduard Fernández es uno de los mejores actores del país y está perfecto en su papel, su catalán con acento extremeño desprende autenticidad. También hacen una buena interpretación Clara Segura, en el papel de monja catalana que cuelga los hábitos y se casa con Manolo, así como la hija de Manolo, Joana, interpretada por Zoe Bonafonte y que vive como un estigma habitar en Torre Baró frente a sus compañeras en una coral, pero acaba en la lucha reivindicando la dignidad para el barrio.

En aquellos años 1977 y 1978 en que se desarrolla casi toda la película, y a pesar de que la incipiente democracia estaba en marcha, la película muestra la represión a la que seguía sometida la gente en barrios marginales de Barcelona. Ayudada por imágenes de archivo de la Barcelona de los setenta, la película da una muestra fidedigna de la realidad del barrio y no arriesga demasiado en el guion, centrando la película básicamente en Manolo y su mujer, pero es eficaz en aquello que se propone explicar. 

En fin, una película interesante de ver, aunque la opinión no sea unánime y Toni Albà ha rechazado ir a ver esa “puta película” cuestionando la integración en Torre Baró dado que asegura que el 80% del barrio vota el A por ellos y solo un 16% es voto catalán. Parece que a Albá y otros independentistas les molesta que se haga una película sobre una movilización de gentes que lucharon por la dignidad de un barrio que construyeron ellos mismos y, por tanto, ayudaron decisivamente en la construcción de Catalunya viniendo de otras zonas de la península. Pero me parece bien que Albà no vaya a ver la película igual que nosotros no iremos a su restaurante que, gracias a la dirección de un ser superior como él, arrastras cuantiosas pérdidas y está en proceso de disolución.

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