martes, 10 de septiembre de 2024

EL DIABLO ES UNA MUJER

 


El diablo es una mujer (1935) fue la última colaboración entre Josef Von Sternberg y Marlene Dietrich. Además, supuso la entrada del primero en una etapa de decadencia de la que ya no se recuperaría, mientras que la actriz berlinesa sí prolongó su estatus de estrella durante varias décadas, aunque yo creo que luego solo realizó dos películas sobresalientes: Encubridora de Fritz Lang y Sed de mal de Orson Welles.

Basada en el libro La mujer y el pelele de Pierre Louys, que conocería cuarenta años después una adaptación muy personal de Luis Buñuel, la película explica la historia de una atractiva mujer llamada Concha Pérez que seduce a un joven agitador político llamado Antonio Galván (César Romero) durante las fiestas de carnaval. Un capitán del ejército español llamado Pascual explica a Antonio su relación con Concha, una mujer que le ha humillado haciéndole constantemente un doble juego de dejar que se aproxime para luego repelerlo y le aconseja que escape de su atracción. Lógicamente, eso no será así, ni Pascual ni Antonio pueden escapar al magnetismo a que los somete Concha y llegarán a batirse en duelo por ella. Tras el duelo, Antonio creerá que Concha escapará con él a París, pero es otra artimaña de Concha que no llegará a subir al tren y se quedará en el sur de España, tal vez para seguir con Pascual que ha quedado malherido tras el duelo.

Como en otras películas de la pareja Von Sterberg-Dietrich, lo más destacado de la película es una puesta en escena que, aprovechando el folklore asociado al sur de España, está cargada de barroquismo en sus irreales y fantasiosos elementos. En esta deslumbrante puesta en escena que recrea el carnaval, la fotografía de Von Sternberg y Lucien Ballard nos presenta a una bellísima y sensual Dietrich, tal como lo estaba en Marruecos o El expreso de Shangai. Mientras tanto, los acompañamientos musicales son derivaciones del Capricho español de Rimsky-Korsakov.

Estructurada después de la presentación del carnaval en varios flashbacks que creo hubiera sido mejor fundirlos en uno, la película es muy intensa mostrando a los personajes, la irresistible atracción que tienen los dos hombres por Concha y la libertad con la que ésta última vive su vida amorosa desligada de cualquier imposición masculina, al contrario de lo que pasaba en Marruecos con aquel final de la Dietrich andando por el desierto siguiendo al destacamento de legionarios del que formaba parte Gary Cooper. Dietrich da fuerza y vigor a todas las escenas en las que participa y maneja a sus pretendientes, mientras que la escena del duelo entre los hombres, bajo una lluvia torrencial, también tiene mucho nervio e interés.

La película tiene fuerza y energía como para ser un más que digno colofón a la colaboración, por más de un lustro, entre el director austriaco y la actriz alemana. 

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