El diablo es una mujer (1935)
fue la última colaboración entre Josef Von Sternberg y Marlene Dietrich.
Además, supuso la entrada del primero en una etapa de decadencia de la que ya
no se recuperaría, mientras que la actriz berlinesa sí prolongó su estatus de
estrella durante varias décadas, aunque yo creo que luego solo realizó dos
películas sobresalientes: Encubridora de Fritz Lang y Sed de mal
de Orson Welles.
Basada en el libro La mujer
y el pelele de Pierre Louys, que conocería cuarenta años después una
adaptación muy personal de Luis Buñuel, la película explica la historia de una
atractiva mujer llamada Concha Pérez que seduce a un joven agitador político
llamado Antonio Galván (César Romero) durante las fiestas de carnaval. Un
capitán del ejército español llamado Pascual explica a Antonio su relación con
Concha, una mujer que le ha humillado haciéndole constantemente un doble juego
de dejar que se aproxime para luego repelerlo y le aconseja que escape de su
atracción. Lógicamente, eso no será así, ni Pascual ni Antonio pueden escapar
al magnetismo a que los somete Concha y llegarán a batirse en duelo por ella.
Tras el duelo, Antonio creerá que Concha escapará con él a París, pero es otra
artimaña de Concha que no llegará a subir al tren y se quedará en el sur de
España, tal vez para seguir con Pascual que ha quedado malherido tras el duelo.
Como en otras películas de la
pareja Von Sterberg-Dietrich, lo más destacado de la película es una puesta en
escena que, aprovechando el folklore asociado al sur de España, está cargada de
barroquismo en sus irreales y fantasiosos elementos. En esta deslumbrante
puesta en escena que recrea el carnaval, la fotografía de Von Sternberg y
Lucien Ballard nos presenta a una bellísima y sensual Dietrich, tal como lo
estaba en Marruecos o El expreso de Shangai. Mientras tanto, los
acompañamientos musicales son derivaciones del Capricho español de
Rimsky-Korsakov.
Estructurada después de la
presentación del carnaval en varios flashbacks que creo hubiera sido mejor
fundirlos en uno, la película es muy intensa mostrando a los personajes, la
irresistible atracción que tienen los dos hombres por Concha y la libertad con
la que ésta última vive su vida amorosa desligada de cualquier imposición
masculina, al contrario de lo que pasaba en Marruecos con aquel final de
la Dietrich andando por el desierto siguiendo al destacamento de legionarios
del que formaba parte Gary Cooper. Dietrich da fuerza y vigor a todas las
escenas en las que participa y maneja a sus pretendientes, mientras que la
escena del duelo entre los hombres, bajo una lluvia torrencial, también tiene
mucho nervio e interés.
La película tiene fuerza y
energía como para ser un más que digno colofón a la colaboración, por más de un
lustro, entre el director austriaco y la actriz alemana.
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