Alberto Crespi, para hablar de
la época del despegue económico en Italia, escoge Il sorpasso (1962), una road
movie mítica dirigida por Dino Risi y que sirvió de inspiración a Dennis
Hooper para rodar Easy rider, como el propio actor y realizador estadounidense
refirió.
Inicialmente, la película tenía
que protagonizarla Alberto Sordi, pero la producción no fue a cargo al final de
Dino de Laurentiis que tenía a Sordi bajo contrato y eso propició que Vittorio
Gassman se hiciera con el papel empezándose a rodar la película, con las
primeras escenas en una Roma desierta durante el Ferragosto, sin el otro
protagonista del filme. Finalmente, se escogió a Jean Louis Trintignant por
aquello que era una coproducción francoitaliana, obteniendo en principio mucho
más éxito en Francia que el país transalpino.
Durante el día de Ferragosto, Bruno
Cortona (Vittorio Gassman), un hombre próximo a los cuarenta años, recorre la
ciudad vacía de Roma en un descapotable y quiere hacer una llamada telefónica.
Ve desde una ventada que alguien lo mira y se trata de un joven estudiante de Derecho
llamado de Roberto Mariani (Jean-Louis Trintignant). Tras una confusión ya que
Roberto no es capaz de hacer la llamada con las indicaciones que le da desde la
calle, Bruno sube y le convence para acompañarle un rato cerca de Roma y romper
la monotonía del estudio. Roberto acepta y lo que iba a ser un momento de asueto
se convierte en un par de días aproximadamente de viaje hacia la Toscana,
obteniéndose una radiografía de la Italia de aquel momento del desarrollismo.
La película tiene mucho nervio
ayudado por esa interpretación histriónica de Gassman, conduciendo de forma
alocada y temeraria el descapotable Lancia Aurelia, modelo que había salido al
mercado ocho años antes del rodaje, mientras toca obsesivamente el estridente
claxon del automóvil. Seguramente el papel de Gassman, histriónico, locuaz,
desmedido e irresponsable era más agradecido que el de Trintignant, estudiante tímido
y formal, pero la historia exige una interpretación como la que hace el actor
francés, comedida y contenida mientras no puede dejar de sentir una atracción,
finalmente fatal, por la personalidad de su compañero de viaje. Es Bruno quien
lleva las riendas de la acción, él conduce, persigue turistas extranjeras, echa
caradura a todas sus acciones y sabemos más del personaje al conocer a su
exmujer y una hija que tuvo cuando era muy joven. También conocemos más del
personaje de Roberto a través de una visita que hacen a unos tíos suyos.
Además de los valores
cinematográficos de la película, Crespi destaca su importancia como un
documento que, si viera un futuro arqueólogo, le serviría más que leer muchos
libros para ver cómo era esa Italia del principio de la década de los sesenta. Una
Italia en la que se empieza a desarrollar el parque automovilístico como se ve
cuando los protagonistas circulan o se paran en gasolineras y en la que faltaba
mucha educación vial. Crespi da el dato que en 1962 los muertos en carretera
fueron superiores a los producidos, por ejemplo, en 1985.
También la banda sonora está muy
cuidada y ofrece una muestra de lo que se consumía en aquel momento, desde el ahora
ya clásico Quando, quando, quando al ritmo del twist en Guarda come dondolo,
que Gassman baila de manera desenfadada.
Y todo esto en una Italia en la
que se empieza a desarrollar el consumismo, cosa que vemos con unas calles
vacías a mediados de agosto en Roma mientras Gassman conduce por la Plaza
España o delante del Vaticano. La gente está de vacaciones y ha empezado a incrementarse el turismo, tanto interior como el exterior que representan unas
alemanas a las que los protagonistas siguen durante un rato. Y junto al desarrollismo que comporta un mayor
bienestar, el personaje de Gassman experimenta un aburrimiento y tedio que le
lleva a romper y adoptar una determinada actitud ante la vida, admirada por
Trintignant. Una alienación como la que tienen los personajes de los filmes de
Antonioni, que aquí sufre la burla de Risi cuando hace decir al personaje de Gassman
que ha visto El eclipse por ser película de moda y se ha quedado
dormido.
Imprescindible.
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