John Ford, siempre esquivo a
hablar de su obra, despachó las preguntas que le hicieron sobre Dos cabalgan
juntos diciendo que la hizo porque se la debía a Harry Cohn. Sin embargo,
una nueva visión de este western confirma que era una película en la que se encontraban
muchos elementos de interés para Ford, entre ellos el de ofrecer una aproximación
a cuál pudo ser la acogida que la comunidad dispensa a Debbie cuando se cierra
la puerta, al final de Centauros del desierto, y Ethan Edwards
queda solo en el desierto mientras ella es acogida. A veces se ha tratado a Dos
cabalgan juntos como un título menor de Ford pero, no solo es que se
trata de uno de sus mejores westerns, sino que es una obra totalmente necesaria
como continuación de lo que queda abierto al final de Centauros del desierto.
Es una de las películas en las que conviven
muchos de los momentos más divertidos en los westerns de Ford, a lo que
contribuye la interpretación que James Stewart hace del cínico y amoral sheriff
MacCabe, junto con momentos de gran crueldad en torno al tema del racismo que
culminan con el linchamiento del adolescente comanche que, en realidad, es un
blanco secuestrado cuando era un niño de corta edad.
Si en Centauros del desierto
sabíamos que Ethan Edwards era abiertamente racista y, tal vez, también Laurie,
aunque aquí podíamos dudar sobre que manifiesta su racismo para evitar que Marty
vuelva a desaparecer; en Dos cabalgan juntos es la comunidad en su conjunto,
con algunas pocas excepciones, la que es racista ya que un linchamiento,
precedido de una farsa de juicio, solo se puede hacer si la mayoría de la gente
muestra esa voluntad. Pero no solo es el grupo de personas con familiares
raptados los racistas, sino que, a pesar de que Ford amaba al ejército como institución,
queda claro que en el estamento militar los racistas son mayoría cuando varios oficiales
rechazan bailar con Elena, la chica mexicana rescatada, y sus esposas la interrogan
de manera morbosa acerca de la vida sexual que tuvo con los comanches.
Ford es un maestro que combina
comedia y un agrio drama con total naturalidad. La parte de comedia fluye con
los diálogos entre el cínico MacCabe con el íntegro teniente Jim Gary (Richard
Widmark), la torpeza de este último en sus aproximaciones amorosas hacia Marty
(Shirley Jones) una de las chicas del grupo que busca a su hermano, así como la
comicidad bufa del sargento que interpreta Andy Devine. Y el drama racista
tiene, además de la escena del linchamiento que un impotente Gary no puede
evitar, la escena del baile de los oficiales en la que Elena se disculpa y se
quiere ausentar para no ser motivo de discordia apareciendo entonces la figura
de MacCabe haciendo un alegato contra el racismo impregnado de dignidad y
clarividencia. Es un reproche que no está dirigido a un individuo desarraigado como Edwards sino
a toda una sociedad que se desarrolla con esa lacra en su interior.
Después del linchamiento, vuelve
el tono de comedia para despedir el filme en la misma población en la que empezó
pero, en un tono positivo, MacCabe ha evolucionado e incluso cabe hablar de una
regeneración moral. Parte con Elena hacia California en una diligencia, con un
toque maestro de como se da cuenta la chica que el conductor del vehículo es MacCabe.
Un final reconfortante para una de las grandes películas de Ford.
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