Conspiración de silencio
(1955) podría ser considerada tanto un thriller como un western, pero para
mí pesa mucho más verlo como un western ya que el paisaje es inequívocamente
propio del género, desarrollándose la trama en un pequeño pueblo situado en un
paraje desértico. El núcleo urbano es también propio del western, la estación
de tren y cuatro casas mal contadas que no llegan prácticamente ni a formar una
calle y con un edificio emblemático del género como es el hotel donde pasa gran
parte de la acción. Y, aunque Spencer Tracy no se prodigó mucho en el género,
gran parte del resto del elenco aparecieron en westerns míticos: Lee Marvin,
Ernest Borgnine, Robert Ryan y Walter Brennan.
Un ferrocarril se detiene por
primera vez en cuatro años en una pequeña estación de un miserable pueblo
llamado Black Rock situado en el desierto. Desciende del tren John Mccready
(Spencer Tracy), un hombre manco que le dice al jefe de estación querer ir a
una granja situada a unos pocos kilómetros del pueblo. A partir de ese momento,
la mayoría de los habitantes se muestran hostiles con Maccrady, destacando dos
tipos con pocos escrúpulos llamados Héctor David (Lee Marvin) y Coley Trimble
(Ernest Borgnine), que luego veremos son peones del verdadero jefe del pueblo,
un cacique llamado Reno Smith (Robert Ryan). Tan solo el médico del pueblo
llamado Doc Velie (Walter Brennan) y el jefe de estación Hastings (Rusell
Collins) se muestran más tibios respecto al forastero.
La película tiene una tensión latente mientras Maccready se las apaña para llegar a la granja y descubrir que su propietario, Makako, inmigrante nipón cuyo hijo compartió con Maccready la campaña de Italia y le salvó la vida para fallecer después en ese conflicto bélico, fue asesinado. Frustrado por no poder dar la medalla militar al valor que ganó el hijo de Makako a su padre, Maccready regresa al pueblo, tras sufrir un acoso en la carretera por parte de Coley, para sentir el acecho de unos hombres que se han visto descubiertos en el acto de haber linchado al granjero días después del ataque en Pearl Harbour. Maccready maniobrará con aplomo y astucia para dar con el eslabón más débil en la cadena de villanos que es el joven recepcionista del hotel que se hundirá reconociendo el crimen. Con la ayuda de Doc y Hasting, Macrready logrará reducir a los matones de Reno Smith, quedando allanado el camino para un duelo a muerte entre Maccready y Smith.
La película queda muy marcada
por la enorme calidad de los intérpretes. Si llegas a un sitio, el que sea, y
tienes en contra a Marvin, Borgnine y Ryan ya puedes ponerte a temblar porque
son actores especialistas en crear personajes inquietantes, malvados, viles y
sádicos. Pero también hace un gran papel el prestigioso Tracy interpretando a
un hombre paciente, sereno, sagaz, pero no exento de dureza cuando es necesario
como, por ejemplo, en la pelea que tiene en el bar con Coley al que reduce
utilizando el único brazo que tiene.
La película no sería la misma
con otros actores, pero también cabe destacar un guion bien trabajado de
Millard Kaufman, incidiendo en el sinsentido de las venganzas por razones
étnicas que causan grandes injusticias, así como el pueblo que sigue como líder
a un tipo supremacista que, ayudado por algunos matones, somete a su voluntad a
todos los ciudadanos pues algunos, como el doctor, prefieren callarse que
enfrentarse a la verdad de lo qué sucedió. Y la competencia de John Sturges
como director ya estaba más que acreditada en aquel año 1955, aunque sus obras
más famosas como Los siete magníficos vendrían un poco después. Sturges
da solidez a la película, retrata bien el paisaje, filma muy bien el duelo
final y, en definitiva, constituye uno de sus mejores trabajos junto a El último tren de Gun Hill..
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