Hace unos días, leo que Sánchez
promete un programa para proveer de prótesis oculares a menores. Según leo en
prensa, una ayuda de 100 euros en gafas y lentillas para menores de 16 años,
que comenzará el curso que viene, con independencia de la renta de las familias
(como el cheque bebe de Zapatero de 5.000 euros por nacimiento de un hijo, gran
medida de cohesión social que pudiera cobrar lo mismo un notario que una cajera
del Mercadona) y de la comunidad autónoma en la que residan. Luego leo otro día
otro paquete de ayudas, anunciado en la esperpéntica conferencia con los
presidentes de las Comunidades Autónomas del pasado 6 de junio, consistente en 175
millones para que familias sin recursos accedan gratis a educación de 0 a 3
años. Aunque la natalidad está baja, poco parecen 175 millones cuando la
mayoría se perderán por los oscuros conductos de la burocracia de departamentos
y consejerías.
Estas medidas son anunciadas de
manera populista, en el marco de ruedas de prensa para exhibir un falso talante
progresista y engañar (si es que queda alguien que no se dé por engañado a
estas alturas de la película) a sus votantes. Son medidas anunciadas en plan
bolivariano, como lo hubiera hecho el difunto Chaves o el actual mandatario
Maduro, aunque también podría anunciarlas Trump.
En cambio, leo en EL
CONFIDENCIAL que el Gobierno sube en 4.000 millones el presupuesto de Defensa,
rebaja el de otros Ministerios y, el de Educación, se reduce en 1.000 millones.
Como ni hay Presupuestos, ni se les espera, y el mandato constitucional respecto
a que el Gobierno ha de presentar ante el Parlamento los Presupuestos a finales
de año Sánchez se lo pasó por los cojones, todo esto se hará mediante
reasignaciones de presupuesto entre ministerios, creación de nuevas partidas y,
por supuesto, de espaldas al Congreso.
Mientras asistimos a una
degradación institucional y pérdida de calidad democrática que, de manera
inexorable, nos aproxima hacia el abismo como Estado, lo que vemos a través de
los medios de comunicación es el esperpento, la Conferencia de los disparates
del día 6 de junio en Barcelona, o la rueda de prensa de la mal llamada
fontanera (importante oficio de gente que tiene como profesión limpiar tuberías
y no ensuciarlas) con la irrupción de Aldama recuperando el espíritu de Ruíz
Mateos.
Sánchez anuncia repartir estas
migajas en los programas de gafas y educación para niños de entornos poco
favorecidos de 0 a 3 años, mientras que la vivienda representa un problema
desde hace muchas décadas en España y él, que ya lleva 7 años en el poder, no
ha hecho nada e incluso se ha agravado el problema. Ahora, sacó el tema de la
vivienda en esa Conferencia en la que no se llegó a ningún acuerdo y que
evidenció el fracaso del Estado de las autonomías, una olla de grillos
insostenible al servicio de la burocracia de los partidos,
Y sigo leyendo más noticias
desastrosas. La ley que se aprobó para ayudar a los enfermos de ELA (que dio
lugar a que Unzué abroncara en el Congreso a los diputados que,
mayoritariamente, se desentendían de la comparecencia de los afectados) ha
quedado muy bonita, pero no se aplica por falta de dotación presupuestaria.
Y Sánchez se sigue meando
encima de todos nosotros y riendo a mandíbula batiente.
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