No había visto La ciudad de
las mujeres, tal vez la única película de Fellini que me quedaba por ver.
No tenía expectativas que fuera una de sus obras magnas y, efectivamente, su
nivel es muy inferior al de otras películas del director nacido en Rimini.
Fue la tercera colaboración con
Mastroianni, tras haber trabajado diecisiete años antes con él en Ocho y
medio. Mastroianni interpreta a Snaporaz, un hombre que, en un tren, seduce
a una mujer y, tras un furtivo encuentro sexual en el baño, la sigue a través
del bosque hasta un hotel en que tiene lugar un congreso feminista. Allí será
acosado y, más tarde, huirá hasta acabar en la mansión del doctor Xavier
Katzonee, un hombre con una larga lista de conquistas amorosas, que ha
registrado las voces de las mujeres en una fonoteca. Allí convivirá con los
invitados, se reencontrará con su mujer de la cual está divorciado y hará un
repaso de su infancia, sus primeros recuerdos sobre el sexo y su iniciación
como adolescente. Finalmente, se despertará en el tren de su pesadilla, su
mujer está junto a él y entran en el vagón algunas de las mujeres que han
aparecido en su sueño.
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