En el capítulo dedicado al año
1948, Alberto Crespi escribe sobre Don Camilo (1951) de Julien Duvivier,
con Fernandel en el papel del sacerdote reaccionario Don Camilo y Gino Cervi
interpretando a Peppone, el alcalde comunista del pueblo en que se desarrolla
la trama.
Crespi recuerda que, en abril
de 1948, se celebran las primeras elecciones al Parlamento italiano. Los
democristianos, encabezados por De Gasperi, se acercan a los 13.000.000 de
votos mientras los comunistas de Togliatti, aliados con los socialistas,
superan en poco los 8.000.000. El país queda muy polarizado y, en el mes de
julio, Togliatti sufre un atentado que deriva en una convocatoria de huelga
general y un ambiente guerracivilista que el propio político comunista, con
llamadas a la calma, logró encauzar hacia una vida política desarrollada con
más normalidad.
Como ejemplo de esta
polarización, y en clave de comedia, Don Camilo adapta la novela
homónima de Giovanni Guareschi.
La película, centrada en el
antagonismo entre el sacerdote y el alcalde comunista, refleja la polarización
de la vida política italiana en aquella época. Don Camilo es un sacerdote muy
reaccionario, tanto que, en los diálogos que tiene con Dios presididos por la
comicidad, éste se muestra mucho más receptivo a los nuevos tiempos y es más
flexible. Por su lado, Peppone es un comunista ortodoxo que lleva un bigote
inequívocamente inspirado en el de Stalin.
En esta polarización, la
relación entre los protagonistas es de amor-odio. En momentos parece que se van
a agredir o utilizan malas artes en un partido de fútbol en el que capitanean
escuadras afines a su ideología. Pero, en otros momentos, colaboran leal y
civilizadamente como cuando protegen a unas vacas durante una huelga de
trabajadores de la ganadería, maniobrando a favor del matrimonio de una pareja
joven también en las antípodas ideológicas; o pactando con caballerosidad
acabar al mismo tiempo la Casa del Pueblo del PCI y la Casa jardín que edifica
el religioso para que uno no quede por encima del otro.
Cuando Don Camilo ha de cesar
en su cargo religioso para ir a otra localidad, aparentemente las calles están
vacías. Pero, posteriormente, le está esperando al límite del término municipal
el alcalde para presentarle sus respetos. Son, como dice Crespi, dos hombres
del pueblo italiano que se reconcilian a su manera, pero en la película hay
tres franceses que lo hacen posible: el director Duvivier, el actor Fernandel y
el guionista René Barvavel.
La película como comedia
funciona muy bien y dio lugar a varias secuelas, alargándose lo que ahora
llamaríamos franquicia hasta los años 80 en que se rodó una última película de
la serie, según Crespi para olvidar, que interpretaba Terence Hill.
Muy divertida e interesante.