No cabe duda de la implicación
de Vigo Mortensen en Hasta el final del mundo, pues la ha dirigido,
interpretado, escrito el guion e incluso compuesto la música. Un control aún más
total que Clint Eastwood en Sin perdón, que no firmó el guion, aunque
los resultados distan mucho de los logrados por la leyenda californiana.
Se trata de un western cuya
trama se desarrolla en la década de los 60 del siglo XIX. Una mujer independiente
llamada Vivienne, de origen canadiense y francófona, conoce a un inmigrante de
origen danés en San Francisco llamado Holger. Se van a vivir a un inhóspito
territorio en el que Holger tiene una modesta cabaña. El estallido de la guerra
civil despierta en Holger una conciencia de luchar por una causa justa con lo
que se alista en la Unión. Vivienne queda sola, a merced de los malos del
lugar, un ranchero llamado Jeffries y hijo, Weston. Este último viola a Vivienne
dejándola embarazada y contagiándole la sífilis, cosa que años más tarde la
lleva a la muerte. Holger regresa de la guerra, asume la paternidad del hijo,
aunque no sea suyo y abandona el territorio en el que no ha podido
establecerse.
Aunque se puede adscribir al
western por tener varios de los elementos del género, más bien se trata de un
melodrama, un poco aburrido y con un guion que me parece sin fuerza. Los personajes
no me interesaron, me parecieron bastante planos. El malo no tiene ninguna
dimensión, el papel de la chica es oportunista en su reivindicación feminista y
Holger no me contagia ninguna emoción en lo que hace, ni cuando va a la guerra,
ni cuando vuelve.
Una película aceptable, pero
sin más.
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