viernes, 31 de mayo de 2024

DON CAMILO

 

En el capítulo dedicado al año 1948, Alberto Crespi escribe sobre Don Camilo (1951) de Julien Duvivier, con Fernandel en el papel del sacerdote reaccionario Don Camilo y Gino Cervi interpretando a Peppone, el alcalde comunista del pueblo en que se desarrolla la trama.

Crespi recuerda que, en abril de 1948, se celebran las primeras elecciones al Parlamento italiano. Los democristianos, encabezados por De Gasperi, se acercan a los 13.000.000 de votos mientras los comunistas de Togliatti, aliados con los socialistas, superan en poco los 8.000.000. El país queda muy polarizado y, en el mes de julio, Togliatti sufre un atentado que deriva en una convocatoria de huelga general y un ambiente guerracivilista que el propio político comunista, con llamadas a la calma, logró encauzar hacia una vida política desarrollada con más normalidad.

Como ejemplo de esta polarización, y en clave de comedia, Don Camilo adapta la novela homónima de Giovanni Guareschi.

La película, centrada en el antagonismo entre el sacerdote y el alcalde comunista, refleja la polarización de la vida política italiana en aquella época. Don Camilo es un sacerdote muy reaccionario, tanto que, en los diálogos que tiene con Dios presididos por la comicidad, éste se muestra mucho más receptivo a los nuevos tiempos y es más flexible. Por su lado, Peppone es un comunista ortodoxo que lleva un bigote inequívocamente inspirado en el de Stalin. 

En esta polarización, la relación entre los protagonistas es de amor-odio. En momentos parece que se van a agredir o utilizan malas artes en un partido de fútbol en el que capitanean escuadras afines a su ideología. Pero, en otros momentos, colaboran leal y civilizadamente como cuando protegen a unas vacas durante una huelga de trabajadores de la ganadería, maniobrando a favor del matrimonio de una pareja joven también en las antípodas ideológicas; o pactando con caballerosidad acabar al mismo tiempo la Casa del Pueblo del PCI y la Casa jardín que edifica el religioso para que uno no quede por encima del otro.

Cuando Don Camilo ha de cesar en su cargo religioso para ir a otra localidad, aparentemente las calles están vacías. Pero, posteriormente, le está esperando al límite del término municipal el alcalde para presentarle sus respetos. Son, como dice Crespi, dos hombres del pueblo italiano que se reconcilian a su manera, pero en la película hay tres franceses que lo hacen posible: el director Duvivier, el actor Fernandel y el guionista René Barvavel.

La película como comedia funciona muy bien y dio lugar a varias secuelas, alargándose lo que ahora llamaríamos franquicia hasta los años 80 en que se rodó una última película de la serie, según Crespi para olvidar, que interpretaba Terence Hill.

Muy divertida e interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

LA CARTA

  La carta (1940) es un soberbio melodrama dirigido por William Wyler con una Bette Davis que, tal vez, se encontraba en ese momento en su a...