sábado, 25 de mayo de 2024

MOUCHETTE

 

Mouchette (1967) es una película de Robert Bresson tremendamente dura, áspera, pesimista y desesperanzada.

Es la historia de una niña de 14 años que vive una desgraciada vida en un pueblo de la campiña francesa. Descuidada por un padre contrabandista con problemas con el alcohol y con una madre enferma terminal por una afección pulmonar, Mouchette asume tareas domésticas todavía prematuras para su edad como cuidar de su hermano pequeño. Va a la escuela aislándose de las demás compañeras, asumiendo una rebelión que la lleva contra todo el mundo de los adultos incluyendo la profesora de la escuela.

Descrito el personaje y su odiosa rutina, así como la vida en el pueblo, tendrá una experiencia negativa siendo violada por un cazador furtivo que, posteriormente, la chantajeará para que encubra un crimen que cree ha cometido matando a un guarda forestal.

Finalmente, la chica empezará a hacer croquetas, ejercicio básicamente infantil, en una ligera pendiente hasta que, al hacer la última, caerá en el río quedando la cámara inmóvil.

Bresson filma con austeridad, con escasez de diálogos, sobre todo en la primera mitad de la película, describiendo de manera descarnada la vida de la chica y fiando que se capte esa angustia a través de la expresividad de las imágenes y la banda sonora. Pero lo peor no es la tragedia de una persona, que también, sino la descripción de todo un pueblo corrompido moralmente, gente mezquina, egoísta y expuesta a actitudes violentas.

Esa violencia aparece explícita en el inicio de la película, cuando el cazador furtivo utiliza lazos ilegales para apresar aves. Casi al final, cerrando en círculo la película, hay otra escena cinegética en la que gente del pueblo caza conejos a escopetazos. Y está el enfrentamiento entre el cazador y el guarda, ambos borrachos al punto que el primero cree que ha cometido un asesinato. Pero luego hay una violencia implícita, sorda, en la actitud de las gentes del pueblo. En cualquier caso, y esa es la grandeza de Bresson, no hay pretensión moralizante en el director francés. Describe, muestra, nos sumerge en ese pueblo en el que no nos gustaría vivir pero que es igual a tantos otros lugares y nos crea desasosiego y conmoción..

Prodigioso filme de Bresson, fiel a su estilo.

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