miércoles, 14 de junio de 2023

V13

 


V13, último libro de Emmanuel Carrére, va más allá de ser una crónica judicial sobre el proceso abierto a raíz de los atentados terroristas cometidos en París en noviembre de 2015.

Carrère explora la dimensión humana de víctimas, terroristas, colaboradores e incluso periodistas, jueces y fiscales.  Y creo que se acaban planteando más preguntas que respuestas. Seguramente porque es muy difícil obtener respuestas.

En el juicio se procesaba a uno de los miembros del comando que debía explotar el cinturón que llevaba y, sin que queden claros los motivos, se arrepintió en el último momento y no lo hizo; así como miembros operativos del comando que no debían participar directamente en los atentados y luego los colaboradores, gente que ayudó en la labor por ejemplo de alquilar pisos francos y falsificar documentos y que, según las defensas, no sabían que ayudaban a una célula terrorista.

A través de los testigos, Carrère no ahorra detalles espeluznantes de la matanza así como nos muestra el testimonio de las víctimas, entre las que no solo están los heridos o familiares sino que también podríamos considerar a los padres o familiares de los terroristas. Con el estilo de Carrére, nos zambullimos en el dolor de las víctimas y empatizamos con su sufrimiento.

El autor intenta comprender de dónde sale el mal, el odio, qué impulsa a unos jóvenes a cometer las atrocidades que perpetraron. Queda claro que los jóvenes terroristas ven el conflicto como una guerra. Sí, ellos mataron gente inocente en la sala Bataclan y las terrazas donde se inmolaron con cartuchos explosivos que llevaban adosados a su cuerpo, pero el único superviviente que no explosionó su cinturón menciona los raids aéreos que la aviación francesa realizó en Siria y en las que murió gente inocente, entre ellos seguramente muchos niños. Al menos esto nos ha de llevar, no a cuestionar las responsabilidades que se dirimieron en ese proceso penal, pero sí a intentar adoptar un análisis más riguroso de la globalidad del conflicto que creo ejemplifica Carrére en este párrafo:

“… ¿Y los acusados, después de esto? Pensábamos que sus interrogatorios serían apasionantes y en realidad no lo son porque no tienen nada que decir. Bueno, nada… Es una tontería decir que nada, lo que quiere decir sobre todo es que no hemos sabido escuchar. No hemos intentado comprender. Hemos olvidado que el gran precepto de Spinoza: no juzgar, no deplorar, no indignarse, únicamente comprender (La posición opuesta la ha defendido nuestro primer ministro de la época, Manuel Valls, en estos términos virtuosamente indignados: “Comprender ya es disculpar”. No estoy de acuerdo con Manuel Valls ). 

Enlazo esto con el tema de Ripoll, ciudad en la que se criaron varios de los implicados en los atentados de agosto de 2017 en Barcelona. Podemos optar por no comprender pero, de cara al futuro, tampoco nos hemos de extrañar que pasen otra vez sucesos como aquellos si nos quedamos en esa opción de Valls. ¿Por qué la ultraderechista de signo independentista Sílvia Orriols ha sacado más de 1.400 votos en Ripoll el pasado mes y tiene 6 regidores en el consistorio?. ¿Qué quieren esos 1.400 votantes en relación a los inmigrantes islámicos,? ¿excluirlos y separarlos?. ¿se debe hacer un cordón sanitario para que no gobierne Orriols? Respecto a esto último, no tiene sentido hacer por hacer un cordón sanitario, porque toque hacerlo para quedar bien (además que alguna fuerza del cordón también roza la xenofobia y duda en sumarse o no). Si no se aborda que puede haber un problema de convivencia en Ripoll (como en las banlieus francesas) y se afronta dialogando con todos, no sirve de nada hacer ningún cordón. Hay que trabajar para que Orriols saque menos de 1400 votos en las próximas elecciones y no más. Los pactos de todos contra uno sin hacer ninguna propuesta ni trabajar sobre qué preocupa a los vecinos solo sirven, como ha pasado en Badalona, para reforzar a quien no se mueve de sus posiciones y, de manera acertada o no, las trabaja ante los electores.

Y comprender pasa por ver todo un proceso histórico. Así lo explica Carrère a propósito de una frase que dijo uno de los acusados, aquél al que no le explotó el cinturón:

“Lo que me interesa es el largo proceso histórico que ha producido esta mutación patológica en el Islam. Doy vueltas, sigo dando vueltas a esta frase tan asombrosa, tan profunda que, contra todo pronóstico , pronunció Salah Abdeslam: lo que no funciona en este juicio es que no hemos hecho nada por comprender a los yihadistas. Es como si solo leyéramos el último capítulo de un libro: habría que haber leído el libro desde el principio. Bien visto, bien dicho, aunque, si reflexionamos sobre ello, vale para todo: respecto a lo que sucede actualmente en Ucrania, sin duda también sería más provechoso leer la historia desde el principio”

Carrére realiza algunas críticas al resultado final del proceso. En la sentencia se condenó a Abdeslam a cadena perpetua. El autor se cuestiona si hubiera corrido la misma suerte si se hubiera apresado con vida a alguno de los terroristas que sí participaron activamente o, dado que por lo que fuera no accionó el cinturón, se le hubiera recluido con un número de años determinado. Sugiere Carrère si no hay un punto de venganza en hacer pagar a Abdeslam con la máxima dureza, cosa que no se pudo  hacer con los otros al morir en los atentados.

También se plantea la situación de los colaboradores que fueron condenados a penas leves y que, al haber estado un tiempo en prisión provisional, no llegaron a entrar en prisión tras el juicio. Podría parecer que las sentencias fueron para esta gente benévolas pero no les quitó el hecho de considerar, en contra de los que pedían las defensas, que eran cómplices de terrorismo aunque nunca quedó totalmente probado que ellos supieran los planes de sus amigos o conocidos.

Con estas críticas, está claro que la justicia no puede resolver un problema de convivencia social en la que hay gente, en principio normal y que no vienen de un entorno de exclusión social, dispuestos a odiar y  matar por ver humillada o menospreciada la religión que, por tradición familiar y/o convicción practican. Se pueden exigir y dirimir, con más o menos acierto, unas responsabilidades penales  y determinar unas indemnizaciones por responsabilidad civil que no servirán de mucho a todas las víctimas de los atentados.


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