Si hay una película que es hija de su tiempo, podríamos
decir que es El diputado. Rodada en
1978, explica hechos de la transición muy recientes en el momento de la
filmación, algunos del mismo 1978 e incluso se dice que el protagonista
participa en la preparación de las primeras elecciones municipales que tuvieron
lugar en la primavera de 1979, una vez estrenada la película.
José Sacristán es Roberto Orbea, un político del PCE,
electo en las primeras elecciones de 1977 y bien situado para hacerse con la
secretaría general del partido. Mantiene su orientación sexual oculta y eso no
es desconocido para su mujer que conoce de su homosexualidad y la tolera. Cuando
aún está en la cárcel en los últimos tiempos del franquismo, conoce a un
chapero con el que mantendrá relaciones al salir de la prisión y éste le
presentará a otros chaperos, chicos muy jóvenes , algunos menores de edad (
creo que la mayoría de edad eran 21 años en aquella época) y todo eso forma una parte
oculta de su vida. Un grupo de la ultraderecha, capitaneado por Agustín
González, utilizará a uno de estos menores para tenderle una trampa grabando
sus relaciones y así acabar con su carrera política. Mientras prepara la trampa,
resulta que el joven ha tomado aprecio, no solo a Sacristán sino también a su
mujer con la que llegan a formar un trío estable. Los ultras modificarán los planes
y la trampa será asesinar al joven y dejar su cadáver en el apartamento de
Sacristán para comprometerlo.
Por un lado, creo que hay que resaltar la valentía que
siempre tuvo Eloy de la Iglesia planteando temas conflictivos. Me imagino que
la homosexualidad del diputado de la película horrorizaba a la ultraderecha,
pero también incomodaba a la propia izquierda y no creo que la película gustara
mucho en el PCE, partido en el que había militado, no sé si ese momento
preciso, Eloy de la Iglesia. Además se muestra una ultraderecha muy salvaje,
personificada en el papel de Agustín González que se apellida Carrés. No creo
que se hubiera podido descartar una acción violenta en aquel momento contra De
la Iglesia o Sacristán.
La película, vista en la actualidad, resulta un crónica
interesante de aquellos agitados años de la transición y tiene una parte de
valor como documento histórico. Afortunadamente, la denuncia de De la Iglesia
en el sentido que, para estar en política, una persona tenía que esconder su
orientación sexual ya ha pasado a la historia. Gustarán más o menos como
políticos, pero la gente no toma en consideración la orientación sexual de Iceta, Collboni o Javier Maroto
para votarles o no.
Se trata de un filme muy entretenido, aunque el guion me
parece demasiado simple, tal vez con demasiados clichés. A lo mejor hubiera
sido más interesante prescindir un poco de la crónica política y ahondar más en
el personaje de Sacristán, el cual por
cierto está como siempre, es decir, muy bien junto a su esposa en la película
María Luisa San José
Como curiosidad, hay un cameo de Bardem interpretándose a
sí mismo y una línea de diálogo para el entrañable Fernando Chinarro.
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