Antes de ver El maestro jardinero ya sabía que, contrariamente a otras películas de Schrader, el film acababa con un final feliz y esperanzador para el protagonista. Por eso, al ver los pétalos de flores abriéndose en las imágenes que acompañan los títulos de crédito ya vi que era un Schrader, a sus 76 años, más relajado que el de hace cuarenta años.
La primera parte de la película es la que más me gustó. Vemos al meticuloso jardinero trabajando con gran dedicación y experiencia en un ambiente tranquilo y relajante pero, a través de sus pesadillas, empezamos a ver a un hombre con un pasado innoble: haber sido miembro de grupos supremacistas blancos. Todo ello le ha dejado un pasado marcado en aparatosos tatuajes de calaveras y esvásticas y, lo que es peor, con heridas en lo más íntimo de su ser. Como contraste a la apacibilidad del jardín, ese pasado aparece en pequeños pero intensos y violentos fogonazos.
Logrará expiar sus culpas gracias a que su adinerada jefa y amante ocasional le dice que ha de cuidar e integrar en el equipo de jardineros a su sobrina nieta. La chica es problemática, proviene de una familia desestructurada y tiene problemas de adicciones pero surgirá el amor y el jardinero empezará a tener una ilusión. Si la tranquilidad de la actividad de jardinería había apaciguado su carácter salvaje, la relación con la joven le dará un subidón y la expiación de sus culpas será más satisfactoria si cabe ya que la chica tiene ascendencia afroamericana.
Rodada con su famoso estilo trascendental en la línea de sus maestros, Schrader sí se permite algún volantazo un tanto sorprendente en una escena en la que, de forma mágica y surrealista, los protagonistas van en automóvil y se empiezan a abrir los pétalos de las flores que están masivamente en los arcenes de la carretera e incluso parece que el auto va a empezar a volar.
Consolidada la relación entre el jardinero y la chica, la película acabara con esa misma calma y tranquilidad con la que había empezado el film, siguiendo lo que podría ser el estilo de su admirado Ozu.
Por su forma habitual de rodar, por esa escena tan distinta introducida un poco abruptamente en el conjunto de la película o por lo que sea; mucha gente puede rechazar esta película. Pero El maestro jardinero explica los conflictos interiores de un hombre, con las temáticas que al director le han preocupado siempre y es 100% Schrader.
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