El malvado Carabel me ha
recordado a Buñuel. Si, en Nazarín, Paco Rabal causaba varias desgracias
con sus acciones virtuosas y bienintencionadas, o en Ensayo de un crimen
el protagonista intentaba sin éxito asesinar a varias personas aunque luego estas
perecieran; en El malvado Carabel el protagonista, después de ser
despedido injustamente de su trabajo, se propone cometer toda clase de
fechorías sin que pueda
conseguirlo.
Fernando Fernán Gómez se pone en
esta película tanto delante como detrás de la cámara, y yo creo que se le tiene
que dar nota alta en las dos facetas. Consigue una comedia ágil y con situaciones
divertidas.
Carabel se propone ser muy malo y
empieza utilizando un niño al que adiestra como mendigo, pero lo poco que
recauda se lo quedará el propio menor. Luego querrá cometer un atraco en un
hotel y acabará en la sala de baile al
ser confundido con un participante en una fiesta de disfraces por la pinta que
lleva, fracasando también al intentar robar el collar de una mujer con la que
baila de forma grotesca. Atracará por la calle a un hombre, que no dará crédito
a sus intenciones y Fernán Gómez acabará pagándole la propina al sereno
mientras el señor sube a su casa. Y robará una caja fuerte que después no podrá
abrir durante días, necesitando para hacerlo nitroglicerina y dará pie a un
gran estropicio cuando, finalmente, la caja no contiene nada de valor.
Fernán Gómez, en ésta y otras películas,
tenía querencia por la astracanada, un humor absurdo, con tintes surrealistas y
que me ha recordado a Monthy Pyton o aquel ladrón tan cutre de Toma el
dinero y corre de Woody Allen que atraca una joyería y se lleva el cristal
del escaparate en vez de la joya.
Creo que F.F.G. es un grande del
cine español e hizo mejores películas pero El malvado Carabel no está
nada mal.
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