lunes, 26 de junio de 2023

EL MÁS ALLÁ


 El más allá de Lucio Fulci se abre con un inicio que me ha gustado mucho. Hay un prólogo rodado en  blanco y negro en que un  grupo de personas  se aproximan a una casa de un pueblo de Louisiana, unos en barcas y otros en automóvil, para asesinar salvajemente a un artista al cual acusan de brujo y crucifican desfigurándole con ácido el rostro; al mismo tiempo, con esa accion violenta y de intensa crueldad, así como la presencia de un libro parecido a un Necromicón que poseía el artista,  abren una de las siete puertas del infierno con lo que el lugar queda  maldito. 

La acción se traslada cincuenta años más tarde y, ya rodada en color, empieza contando tras los títulos de crédito como una chica de Nueva York recibe la envenenada herencia de la casa  y proyecta acondicionar el inmueble para poner un hotel. Enseguida empezarán a sufrir ataques los operarios rematados con un gore sin complejos y , junto con la aparición de personajes misteriosos como una ciega y una niña, se irá estrechando el cerco sobre la protagonista y un médico con el que afrontará la espinosa situación. 


Fulci enseña sus cartas desde el principio y no hace avanzar la progresión dramática en base al suspense sino que muestra una exhibición de genuino gore buscando crear inquietud a base de poner a los protagonistas en situaciones extremas. Así pues, el guion está poco elaborado, podríamos decir que es flojo pero es que Fulci está más interesado en mostrar de manera explícita el horror y crear a partir de ahí una tensión e intranquilidad en el espectador que no en explicar con coherencia una historia.  Por ejemplo, se recrea con cuatro arañas que desfiguran el rostro de una de las víctimas introduciéndose por ojos, fosas nasales y boca.  Su objetivo es buscar la zozobra en el espectador tiñendo de rojo la pantalla. 


Fulci combina la aparición de vengadores que provienen del infierno y van ajusticiando a los operarios y todo el que pase por allí con exhibición de ojos y vísceras salpicando sangre,  junto con la activación en el hospital donde trabaja el doctor de un ejército de zombis marca de la casa que asedia a los protagonistas. Finalmente escaparán y pasarán del subterráneo del hospital al de la casa y, de allí, al mismísimo infierno, con los ojos en blanco como tenían la ciega y la niña, deambulando por un decorado que es igual al que pintaba el artista en el inicio de la película. El final me parece logrado, en esta desigual película de Fulci, enlazando principio y final a través de esa pintura y marchando hacia el averno.  



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