STOLEN TIME

 

Stolen time es un documental canadiense realizado en 2023, dirigido por Helene Klodawsky,  que sigue la cruzada de una abogada, Melissa MIller, que interpuso varias demandas contra residencias geriátricas al ser casos en que sus clientes, los familiares directos de los residentes, habían detectado dejadez, maltratos y mal servicio a los residentes, hasta el punto de darse casos de muertes que hubieran podido ser evitables. Por supuesto, Miller encontró mucha resistencia al contar con buenos bufetes de abogados las empresas propietarias de las residencias, abogados que llegaban a hacerse sentirse culpables a los familiares que habían internado a sus seres queridos.  

A través del testimonio de algunos demandantes, se ve lo que pasa cuando, a la hora de dar un servicio, se atiende sobre todo a la cuenta de explotación de las empresas. Lo primero es conseguir el máximo beneficio posible y, si se puede ahorrar personal para aumentar ese beneficio, se hace lo que sea necesario, aunque se trate de gente vulnerable la que recibe los servicios. El problema es que incluso los trabajadores de las residencias son también víctimas; aquellos que toman las decisiones y solo examinan la contabilidad de la empresa ni siquiera han pisado las residencias. Pero, ante una población envejecida, este tipo de centros, inexistentes hace cincuenta o sesenta años, proliferarán todavía más y las grandes corporaciones y fondos de inversión están ojo avizor para ver donde puede haber negocio. Estas grandes empresas incluso se aprovechan, cuando construyen residencias, de fondos públicos de unos estados que han renunciado a proveer recursos para dar una vida digna a gente mayor y vulnerable.  Y esto pasa en todos los países del mundo occidental, pero es relevante que el reportaje se haya hecho en Canadá, uno de los estados más desarrollados y con mejores índices de bienestar.  

El documental también explica cómo incidió el COVID en las residencias, de manera parecida a España. Hubo miles de muertos, salen en el documental escenas de manifestaciones de protesta y se refleja la misma sensación de impotencia que la que tuvimos aquí.  

Interesante e inquietante documental que hace desconfiar de, si el destino así lo quiere, ir a parar a una residencia. Aunque, peor que ver ese documental, es fijarse en los anuncios publicitarios de las residencias, que las pintan como una Arcadia feliz y, conociendo un poco por experiencia como son en realidad, para mí esta publicidad tiene un toque siniestro.