lunes, 29 de septiembre de 2025

UN DOMINGO EN EL CAMPO

 

Un domingo en el campo (1984) es una película de Bertrand Tavernier absolutamente sencilla en su trama. En la Francia de principios del siglo XX, un pintor francés viudo y de edad avanzada, que vive en la campiña, recibe algunos domingos la visita de sus hijos y nietos.  La película muestra cómo amanece el día para el protagonista, recibe la visita de su hijo, nuera y nietos; luego se añade su hija soltera y, más tarde, primero esta última y luego el resto de la familia vuelven a París, quedándose él solo. 

 

Es decir, no pasa nada, prácticamente no hay acción. Pero pasa mucho si nos tomamos la película como lo que es, una reflexión sobre el inexorable paso del tiempo, las relaciones familiares con todo lo que tienen de agridulce y la interacción entre la vida y el artista, en este caso un pintor que se da a entender ha logrado una notabilidad en su faceta artística.  

 

Como pasa con Ozu, Tavernier pretende llegar a la trascendencia desde la sencillez. Lo hace con un estilo diferente al del realizador nipón, por ejemplo, describiendo la casa del protagonista al inicio con un largo y complejo travelling que sería impensable en Ozu; o con el uso de la fotografía buscando aproximarse al de los grandes referentes del impresionismo para ponerlo en relación con la actividad del protagonista.  Sin conseguir un resultado excelso como el director nipón, Tavernier logra trasmitir emoción en el retrato de este viejo pintor invadido por la melancolía.  

 

Una película para ver cuándo se ha alcanzado una determinada edad.  

  

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