martes, 17 de junio de 2025

EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO

 

El fotógrafo del pánico (1960, Peeping Tom como título original), dirigida por el gran Michael Powell, es una película que tiene un inicio espectacular, con el decorado de una calle que recuerda al expresionismo alemán fotografiado por el checo Otto Heller, y una cámara subjetiva que nos lleva, del encuentro entre una prostituta y un cliente, hasta el asesinato de la primera ya en la casa donde trabaja. En ese mismo momento, descubrimos al asesino, un joven aprendiz de cineasta llamado Mark Lewis (Karl Heinz Bhöm) que, con una infancia marcada por un padre que experimentaba con él lo que era el miedo, está profundamente perturbado y comete crímenes para luego disfrutar con las filmaciones que ha efectuado.

Junto con la coetánea Psicosis, inaugura el género de las películas de terror con psycho killers como protagonistas, ese género slasher en que comenzamos a ver todavía poca sangre, pero sí momentos impactantes como el suicidio al final del protagonista con la obsesión de la filmación presente hasta el mismísimo final.

Si Psicosis es una película turbadora, también lo es Peeping Tom e incluso lo puede ser más desde el momento en que, como espectadores, nos podemos identificar con el protagonista. Al igual que él, también nosotros podemos disfrutar de una película de terror con asesinatos y escenas violentes. La película está muy bien filmada por Powell, la historia de desarrolla con fluidez con la relación que Lewis traba con su inquilina, la inquietante figura de la madre de la chica, que está ciega, así como las escenas en el set cinematográfico donde él trabaja y comete, en una angustiosa escena, su segundo asesinato. Pero la grandeza del filme viene, especialmente, porque nos reconocemos en el protagonista, con ese ejercicio de cine dentro del cine nos podemos reflejar en él y su voyerismo es el nuestro. 

domingo, 15 de junio de 2025

EL MAGO DEL KREMLIN

 

El narrador de la novela es un hombre occidental que, estando en Rusia, coincide con Vadim Baranov a través de unos mensajes en redes sociales a propósito de la novela Nosotros de Zamiatin, de la cual ambos son admiradores. A partir de ahí, se conocen y Baranov empieza, primero a referir la vida de su padre y abuelo, cosa que permite dar una visión rápida de la historia de Rusia en el siglo XX y, en segundo lugar, le explica sus actuaciones como hombre para todo dentro del círculo de Putin, es decir, lo que podríamos llamar hoy, ya que está de moda la palabra, como un fontanero.

Aunque Baranov sea un personaje ficticio en la novela, está inspirado en Vladislav Surkov, ideólogo principal del Kremlin, asesor de Putin hasta 2020 y, por lo poco que ahora se sabe de él, sigue con vida que no es poca cosa en ese país tan conflictivo tras, según se dice, haber caído en desgracia.

Baranov llega al círculo cercano a Putin gracias a otro hombre importante en la Rusia de la época de Yeltsin, Borís Berezovski, multimillonario de los que saquearon Rusia en los noventa e influye en que Yeltsin ceda el poder a Putin. Como sucede muchas veces, los hombres a los que se les da el poder arremeten contra sus antiguos mentores y Berezovski acabó teniendo problemas con Putin, exiliándose en Reino Unido y apareció muerto en 2013 en lo que se calificó como un suicidio.

Putin sigue la lógica de los mecanismos del poder y la influencia sobre las masas que ha tenido en Rusia “maestros” como Stalin. Así, le refiere su admiración por el dictador georgiano que, si se producían desastres ferroviarios, lo solucionaba acusando de sabotajes al ministro encargado de transportes, lo purgaba y lo fusilaba. Probablemente, los problemas en el transporte ferroviario proseguían, pero se había dado una válvula de escape a la rabia del pueblo y eso era lo importante. Siguiendo esa lógica, para paliar el descontento por la existencia de muchos oligarcas que habían saqueado al Estado en la época de Yeltsin, Putin decidió encarcelar al empresario de moda, Mijaíl Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia. Pasó un tiempo en prisión, fue condenado a 14 años de cárcel y luego indultado, exiliándose a Reino Unido, pero lo importante es que Putin se cargó a toda esta gente y Jodorkovski fue uno de los cabezas de turco más llamativos. Con ello, Putin había saciado la rabia del pueblo.

La impresión es que el pueblo ruso lo aguanta todo y necesita de una figura autoritaria. En un momento dado, se dice que, pese a todas las atrocidades que pudiera haber cometido Stalin, sigue siendo una figura histórica recordada e incluso añorada. En la novela, vemos a un Putin que comprende esto, el carisma que le da a un líder mostrarse autoritario, ya sea mandando misiones bélicas a varias zonas del mundo o haciendo una exhibición personal de fuerza, practicando judo o metiéndose en pleno invierno en un agua helada en bañador, cuestiones estas últimas que, por edad, ya no está en condiciones de hacer. A base de mostrar una brutalidad en su respuesta a los atentados chechenos al acceder al poder, empezó a forjar su aura de dirigente duro y temible para potencias extranjeras que habían ninguneado años atrás a Rusia.

Las reflexiones que hace Baranov sobre la historia de su país son amargas, pero lúcidas. En la Europa de finales del siglo XIX, algunos soñaban con hacer la Revolución. En Rusia la hicieron en 1917. En gran parte del mundo occidental se defendía el comunismo, en Rusia lo sufrieron setenta años. En parte de Occidente, se teorizó sobre las bondades del libre mercado y la no intervención del Estado en la economía, en la Rusia de los noventa el Estado desaparece en el ámbito económico y privatizan a lo bestia beneficiándose un puñado de oligarcas. Ahora, con Putin, han recobrado la figura de un autoritarismo y sociedad regresiva en reconocer derechos individuales que, viendo las imágenes de la Guardia Nacional desplegada estos días en Los Ángeles según órdenes de Trump, parece exportable a gran parte del mundo.

Baranov acaba explicando sus últimos años cerca de Putin. Participa activamente en la organización de los JJOO de Sochi y también explica los primeros desmanes de Putin en Ucrania en 2014 que, en principio, no le supusieron grandes problemas de imagen. Ucrania ya estaba ocupada parcialmente desde 2014 y eso no impidió la celebración del Mundial de Rusia en 2018.

Y acaba haciendo unas reflexiones interesantes que van más allá de Rusia. Explica que ya estamos en una sociedad militarizada y que, si en los años 50 la aspiración del KGB era tener un sistema para controlar todas las relaciones de un ciudadano soviético, ahora las posibilidades son mucho mayores gracias a los chicos de Silicon Valley, y escribe: “Los californianos han superado todos los sueños de los viejos burócratas soviéticos. No hay límites a la vigilancia que han conseguido instaurar. Gracias a ellos, cualquier momento de nuestra existencia se ha convertido en una fuente de información.”

Primera novela del ensayista y analista político italosuizo Giuliano da Empoli, es una novela interesante y absolutamente recomendable. 

jueves, 12 de junio de 2025

PÁNICO EN EL TRANSIBERIANO

 

Con pocos medios, entre ellos un tren que se había utilizado en la película El desafío de Pancho Villa, el americanizado Gene Martin filmó una de las mejores películas del fantaterror español. Pánico en el transiberiano (1972) es una vistosa película que mezcla terror y ciencia ficción, con mucho entretenimiento y dosis de humor.

Con un argumento claramente influenciado por El enigma de otro mundo y algunas producciones de la Hammer de Val Guest, también pudo servir de antecedente de la película La cosa que John Carpenter. No sabemos si Carpenter vio la película de Martin, pero su versión de 1980 parece que beba tanto de la producción americana de Hawks, como de este filme del género español de terror.

La película comienza con el descubrimiento, en un paisaje helado, de un extraño fósil por parte de un antropólogo británico (Christopher Lee) que, intuyendo su gran valor científico, lo intenta transportar desde la lejana China a Europa a través del tren que cruza el gigante país euroasiático. En el tren también viaja un médico (Peter Cushing) con el que, en principio, hay recelos y actitud distante. La cosa se desmadra ya en la estación porque el fósil es una especie de alien sediento de sangre que empieza a asesinar gente. Siguen los asesinatos en el tren, una vez queda liberado de la caja con cerraduras en la que lo transportaba el antropólogo. A partir de ahí, los dos científicos se dan cuenta de que el monstruo llegó a la Tierra hace millones de años, es una forma de vida extraterrestre que guarda en su memoria imágenes de nuestro planeta de, como mínimo, la era de los dinosaurios. Por otro lado, el bicho va mutando y se va trasladando de un cuerpo a otro, primero se mete en el cuerpo del jefe de policía del tren y, más tarde, en el de un sacerdote ortodoxo que recuerda a Rasputín. El tren es detenido en una estación por unos cosacos, a cuyo frente está Telly Savalas, lo que dinamiza la acción de la película hasta que, en una escena propia del cine de zombis en que los muertos van “recobrando” la vida, una maniobra de los humanos que quedan vivos hace que los vagones del tren en que viaja el alien y su ejército zombi se despeñen por un precipicio estallando todo en llamas.

El guion es ágil porque, cuando hay peligro que, una vez establecida la trama principal del alien asesino, la película se estanque y no progrese, el hecho de que el monstruo vaya cambiando de humano en que alojarse, primero el jefe de policía y luego el sacerdote, dinamiza el filme. También contribuye a eso la aparición del personaje de Telly Savalas con sus cosacos, además de proporcionar más carnaza para el monstruo. Aunque el guion viene firmado por Arnaud d’Usseau y Julian Zemet, sobre una historia del propio Gene Martin, parece que colaboró más gente en su composición, entre ellos uno de los productores de la película, Philip Yordan, que en los años 50 escribió el guion de películas como Johnny Guitar o Brigada 21.

Las interpretaciones de Lee y Cushing dan un nivel importante a la película. No podía ser de otro modo con estos dos gigantes que, con su solvencia, tanta gloria dieron a las películas de la productora británica Hammer y, en menor medida, de la Amicus. Con otros dos actores, el resultado hubiera sido muy diferente. Resulta simpático ver a Telly Savalas haciendo de cosaco, fue un rostro carismático en muchas producciones de los años 60 y 70 antes de triunfar televisivamente con la serie Kojak y aquí también pone su granito de arena en beneficio de la película. En el resto del reparto, mayoritariamente encontramos gente de nacionalidad española, destacando Alberto de Mendoza, Julio Peña, una joven Silvia Tortosa, haciendo de atractiva condesa polaca; y la musa del fantaterror Helga Line, interpretando a una espía en plan Matahari.

Pánico en el transiberiano es una película que crea un buen clima de película de terror,  constituyendo un entretenimiento muy digno que no se ve perjudicado por el paso de los más de cincuenta años que han pasado desde su producción.

 

LA LEYENDA DEL INDOMABLE

 

Sin ser una gran película, La leyenda del indomable (1967)  ha dejado huella en el mundo del cine con escenas como Paul Newman apostando que puede comer, en una hora, 50 huevos duros; el combate de boxeo entre Newman y George Kennedy que acaba con el abandono de este último ante la imposibilidad de conseguir la rendición de su exhausto, pero terco, oponente; o la escena en que una joven que lava su coche consigue excitar la imaginación de los presidiarios con sus movimientos, entre sensuales y obscenos, en una escena muy bien rodada por el director de la cinta, Stuart Rosenberg. La película tiene el atractivo de, además de contar con Paul Newman en una de sus mejores interpretaciones, tener un reparto de ilustres secundarios del cine americano de la época: George Kennedy, Strother Martin, Dennis Hooper y Harry Dean Stanton, y una importante presencia femenina en Jo Van Fleet. No menos importante es una gran banda sonora compuesta por el gran Lalo Schifrin.

Newman interpreta a Luke Jackson, un exmilitar inadaptado a la vida civil y también a la militar en la que fue degradado a soldado raso que, en una noche de borrachera, destroza unos parquímetros municipales por lo que es encerrado dos años en una penitenciaria de Florida. Su carácter rebelde le granjeará no pocos problemas y la animadversión de otros reclusos, entre estos Dragline (George Kennedy) que es quien tiene más jerarquía entre los presos. Posteriormente, su inquebrantable voluntad de desafiar a la autoridad carcelaria hará variar las cosas y que sea visto como un héroe, trabando justamente con Dragline muy buena relación. Establecidas, así las cosas, en la segunda mitad de la película se suceden dos intentos de fuga de Jackson, resultando malherido en la última, que ha contado con la compañía de Dragline, y es tiroteado y conducido a una lejana enfermería para que se desangre.

El planteamiento del rebelde que no da su brazo a torcer y reivindica su lucha contra toda autoridad puede parecer ingenuo, incluso demasiado en esa última escena de Newman en la escuela hablándole a Dios, pero en esta película funciona. Sus aciertos se imponen sobre la irregularidad del filme, constituyendo un título que, con las escenas reseñadas, sobre todo la de los huevos duros, forma parte de la historia del cine.

lunes, 9 de junio de 2025

PEDRO SÁNCHEZ, EL BOLIVARIANO

 

Hace unos días, leo que Sánchez promete un programa para proveer de prótesis oculares a menores. Según leo en prensa, una ayuda de 100 euros en gafas y lentillas para menores de 16 años, que comenzará el curso que viene, con independencia de la renta de las familias (como el cheque bebe de Zapatero de 5.000 euros por nacimiento de un hijo, gran medida de cohesión social que pudiera cobrar lo mismo un notario que una cajera del Mercadona) y de la comunidad autónoma en la que residan. Luego leo otro día otro paquete de ayudas, anunciado en la esperpéntica conferencia con los presidentes de las Comunidades Autónomas del pasado 6 de junio, consistente en 175 millones para que familias sin recursos accedan gratis a educación de 0 a 3 años. Aunque la natalidad está baja, poco parecen 175 millones cuando la mayoría se perderán por los oscuros conductos de la burocracia de departamentos y consejerías.

Estas medidas son anunciadas de manera populista, en el marco de ruedas de prensa para exhibir un falso talante progresista y engañar (si es que queda alguien que no se dé por engañado a estas alturas de la película) a sus votantes. Son medidas anunciadas en plan bolivariano, como lo hubiera hecho el difunto Chaves o el actual mandatario Maduro, aunque también podría anunciarlas Trump.

En cambio, leo en EL CONFIDENCIAL que el Gobierno sube en 4.000 millones el presupuesto de Defensa, rebaja el de otros Ministerios y, el de Educación, se reduce en 1.000 millones. Como ni hay Presupuestos, ni se les espera, y el mandato constitucional respecto a que el Gobierno ha de presentar ante el Parlamento los Presupuestos a finales de año Sánchez se lo pasó por los cojones, todo esto se hará mediante reasignaciones de presupuesto entre ministerios, creación de nuevas partidas y, por supuesto, de espaldas al Congreso.

Mientras asistimos a una degradación institucional y pérdida de calidad democrática que, de manera inexorable, nos aproxima hacia el abismo como Estado, lo que vemos a través de los medios de comunicación es el esperpento, la Conferencia de los disparates del día 6 de junio en Barcelona, o la rueda de prensa de la mal llamada fontanera (importante oficio de gente que tiene como profesión limpiar tuberías y no ensuciarlas) con la irrupción de Aldama recuperando el espíritu de Ruíz Mateos.

Sánchez anuncia repartir estas migajas en los programas de gafas y educación para niños de entornos poco favorecidos de 0 a 3 años, mientras que la vivienda representa un problema desde hace muchas décadas en España y él, que ya lleva 7 años en el poder, no ha hecho nada e incluso se ha agravado el problema. Ahora, sacó el tema de la vivienda en esa Conferencia en la que no se llegó a ningún acuerdo y que evidenció el fracaso del Estado de las autonomías, una olla de grillos insostenible al servicio de la burocracia de los partidos,

Y sigo leyendo más noticias desastrosas. La ley que se aprobó para ayudar a los enfermos de ELA (que dio lugar a que Unzué abroncara en el Congreso a los diputados que, mayoritariamente, se desentendían de la comparecencia de los afectados) ha quedado muy bonita, pero no se aplica por falta de dotación presupuestaria.

Y Sánchez se sigue meando encima de todos nosotros y riendo a mandíbula batiente. 

domingo, 8 de junio de 2025

SIRAT

 

Galardonada con el premio especial del Jurado de Cannes, se estrenaba el viernes Sirat. Además del éxito en el festival francés, casi había unanimidad en una buena acogida por parte de  la crítica de esta película dirigida por Olivar Laxe y que cuenta, como protagonista principal, con el vilanovense Sergi López.

López interpreta a Luis, un hombre que, junto a su hijo adolescente, busca a su hija Mar desaparecida meses atrás en una fiesta rave celebrada en Marruecos. Empieza la película en una de esas fiestas, en las que Luis y su hijo reparten entre los asistentes un papel con su foto para ver si alguien puede dar una pista sobre su paradero. Allí conocen a un grupo de raveros y, tras haberse disuelto por el ejército la fiesta y poner en caravana a todos los vehículos de los participantes, Luis decide seguir a ese mismo grupo de raveros que se salen de la caravana en contra de las indicaciones de los militares. Junto a ellos se adentrarán en el desierto y buscarán a su hija, produciéndose giros radicales en el guion al precipitarse al vacío el vehículo con el hijo de Luis dentro; o cuando los protagonistas van a parar a un campo, en el que pretenden celebrar una fiesta, hasta comprobar que está lleno de minas antipersona.   

La película no me llegado porque no me he creído a los personajes, ni el que interpreta Sergi López, ni los raveros con los que se supone tiene que haber una interacción y un conocimiento recíproco a partir del hecho de que pertenecen a mundos muy distintos. Hay acción en los peligros que comporta el viaje con el itinerario de los camiones de los protagonistas que conducen por carreteras peligrosas en escarpadas montañas, que recuerdan El salario del miedo de Clouzot, y muchos planos fotografiando la belleza del desierto con espectaculares amaneceres y puestas de sol. Pero les falta profundidad a los personajes para hacer creíble ese viaje emocional a través del desierto ya que no veo química entre ellos, no percibo que se complementen para protagonizar una historia que emocione de verdad con lo que el filme, que tiene un buen inicio, languidece y va de más a menos. 

sábado, 7 de junio de 2025

LOS OLVIDADOS

 

Revisando de nuevo Los Olvidados, y leyendo el libro de la colección Cine para ver y analizar dedicado a la película, me doy cuenta de que es una de las más violentas que haya visto nunca. La violencia estilizada de Alex y sus drugos en La naranja mecánica, mientras suena música clásica, es un juego de niños al lado de la que practican el Jaibo y su banda. En el filme de Kubrick, la violencia se percibe como lejana confrontada al Jaibo amagando un ladrillo en un falso cabestrillo y, luego, apaleando hasta la muerte al chico que él cree le delató. Toda la película es muy violenta, tanto en los casos más claros de apaleamiento de personas y gallinas, estas dos últimas apaleadas tanto por Pedro como por su madre, o las agresiones al ciego y un minusválido; como en otras menos explícitas, por ejemplo en ese plano de la mano del ciego cortando un trozo de comida con el cuchillo que indica le gustaría ser él quien pudiera clavárselo a alguien, o bien todas las escenas de tensión entre Pedro y su madre. 

En el libro comentan como hay un hilo directo entre Las Hurdes y Los olvidados, casi veinte años en que Buñuel no puede hacer cine tal como él quiere por diversas circunstancias hasta que llega a México y, justo antes de Los olvidados, realiza dos filmes alimenticios: Gran Casino y El gran calavera. Hemos de dar las gracias a Oscar Dancingers que aguantara la presión y no se montara el final, más o menos feliz, que terminaba con un plano de Pedro volviendo al internado al que le había llevado la justicia tras ser denunciado por su propia madre. Sin esa valentía de Dancingers, más la Palma de Oro en Cannes al mejor director, tal vez hubiera acabado en 1950 la carrera de Buñuel y nos hubiéramos perdido unas cuantas obras maestras,

Los olvidados es una obra maestra, que denuncia el abandono y duras condiciones de los niños de determinada clase social baja, sin perder un ápice de actualidad e imbuida de un fuerte pesimismo. Buñuel es inclemente con los habitantes de las chabolas en los que se desarrolla la trama, gente salvaje, egoísta y violenta con pocos lazos de solidaridad. Solo hay un personaje positivo y pertenece al ámbito del Estado, pues es el funcionario que, para rehabilitar a Pedro, le confía un mandado que el joven no puede cumplir al encontrase, como cada vez que intenta la redención, con el omnipresente y malvado Jaibo.

Con una espectacular fotografía de Gabriel Figueroa, unas escenas oníricas muy bien introducidas en la acción y filmadas de forma fantástica, unas interpretaciones de gran nivel recordando sobre todo a Roberto Cobo interpretando al Jaibo, … resulta increíble que esta película no esté en la votación de las 100 mejores películas de la lista de Sight & Sound. 

viernes, 6 de junio de 2025

CAMINO DE LIBERTAD

 

Leo Camino de libertad. La economía y la buena sociedad, del premio Nobel Joseph E. Stiglitz. No me ha parecido un gran libro, desarrolla una crítica al neoliberalismo imperante que tiene en el mercado el lugar en que los agentes económicos, con mucha libertad y poca o nula regulación estatal, pueden interactuar en beneficio de la comunidad esperando que, si hay desequilibrios, sea el propio mercado quien los reduzca. La crítica es, por supuesto, justa pero no está desarrollada de manera especialmente brillante, aunque se trata de un libro entretenido.

Sin llegar a ser muy optimista, Stiglitz sí cree que puede existir un capitalismo progresista (también denominado por él socialdemocracia revitalizada) que construya, según dice en las últimas palabras del libro, “una democracia vibrante en la que las personas cooperen por el bien común. Es el sistema económico y político verdaderamente liberador”. En definitiva, cree posible un sistema político más justo, igualitario, que corrija las distorsiones de los mercados regulándolos y en que el concepto de libertad se ajuste a que no sea absoluto, sino que se deba armonizar entre todos los individuos para abordarla colectivamente.

Fiel a mi pesimismo, a este capitalismo progresista o socialdemocracia revitalizada le doy un 0% de posibilidades que pueda prosperar. Lo más parecido a este sistema del que habla Stiglitz es el que se dio en Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, junto a varios países de la Europa Occidental, desde 1950 a 1980 aproximadamente.

Pero, en primer lugar, esto acontece después de una guerra mundial que causa unos setenta millones de muertos. Tras esta conflagración, se estabiliza un capitalismo como antecedente del neoliberalismo que tenemos ahora mismo, pero ese capitalismo tiene a un antagonista, el sistema de planificación socialista, que se instala en buena parte del mundo y mantiene una pugna ideológica y económica hasta 1990.

Ahora estamos en un momento diferente, tenemos un sistema neoliberal, decantándose en muchos países hacia movimientos de ultraderecha y libertarios, sin tener enfrente ningún otro sistema alternativo. Ya no hay, como después de la II Guerra Mundial, dos bloques antagonistas, con muchos países en proceso de descolonización, energía barata proveniente del petróleo, sin escasez de materias primas y sin emergencias climáticas. Ahora tenemos un mundo multipolar, con varios actores políticos lo suficientemente grandes para defender sus intereses, luchando por los recursos energéticos y de materias primas que escasean cada vez más, así como una creciente amenaza de efectos negativos por el cambio climático.

Con unos servicios públicos cada vez peores, un hundimiento generalizado de la educación, la proliferación de populistas, un autoritarismo tan creciente que no hay que ir a buscarlo a la Casa Blanca o al Kremlin sino que lo podemos hallar en La Moncloa, … No hay motivos para el optimismo. 

lunes, 2 de junio de 2025

LOS TORTUGA

 

Los tortuga es una película de Belén Funes que se apoya en un buen guion y dos grandes interpretaciones a cargo de Antonia Zegers y Elvira Lara. Zegers interpreta a una inmigrante chilena, viuda de un jienense, que se gana la vida como taxista en Barcelona y Lara es su hija, joven estudiante de comunicación audiovisual en Barcelona, pero que guarda una relación intensa con la tierra de su difunto padre y su numerosa familia de Andalucía.

La acción de la película empieza en la provincia de Jaén, en la que vemos la estrecha relación de Lara con la familia de su padre, así como algún desencuentro de su madre con la familia de su marido por las costumbres en como recordarlo. Luego la acción se traslada a Barcelona, se nos narra la dura vida de una taxista, como sigue Lara sus estudios universitarios siendo una alumna atípica para lo que es una carrera como comunicación audiovisual y, finalmente, la notificación de una inmobiliaria conforme han de abandonar su casa junto a los demás vecinos, entre ellos unos inmigrantes rumanos. Eso causara un gran trastorno a las dos mujeres, una pelea entre ellas cuando la hija le diga que deja la carrera universitaria y provoca la vuelta a Jaén, en la última parte de la película, con el objetivo que Lara venda una pequeña propiedad rural, herencia de su padre, para afrontar el futuro en Barcelona con más recursos. No obstante, se trata de una pequeña propiedad y Funes nos deja con el convencimiento que sus dos protagonistas están condenadas a la supervivencia, con un trabajo duro en el taxi para la madre y un incierto futuro laboral para la hija, pero en cualquier caso lejos del mundo audiovisual.

Es una película que rezuma tristeza, incluso en momentos teóricamente alegres como los que pasan las protagonistas en alguna comida familiar con toda la familia jienense, Lara saliendo en algún momento de fiesta o cuando la madre comparte tiempo de manera lúdica con sus colegas taxistas. Tal vez el tono general de la película hace que, incluso cuando en esas escenas, rían y estén alegres parezca algo tan efímero que quedará desbaratado por la realidad. Una realidad de precariedad, ejemplificada de manera muy aguda en una visita a un inmueble cuando buscan piso que se efectúa con total insensibilidad por parte de la comercial de la inmobiliaria, invadiendo el espacio de la gente que aún vive en el inmueble y con apariencia incluso de vulnerabilidad.

Es el retrato de dos mujeres hundidas por causa de la muerte del padre, que no solo implica la pérdida emocional, sino que empuja a la vulnerabilidad económica, así como por el nunca resuelto problema de la vivienda en España. En este país en que el PIB crece, y lo hace más que en muchos países europeos, sin ir más lejos Alemania; esta película también permite ver que, al margen de ese crecimiento del que saca pecho Pedro Sánchez, hay otras estadísticas, como la renta per cápita o el acceso a la vivienda, en las que España está entre los países con peores indicadores de toda la Unión Europea, rivalizando con naciones como Rumanía o Bulgaria.

Aunque el ritmo de la película pueda ser algo mejorable, las interpretaciones y el guion, con esa realidad social que nos muestra, hacen de Los tortuga un filme altamente recomendable. 

EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO

  El fotógrafo del pánico (1960, Peeping Tom como título original), dirigida por el gran Michael Powell, es una película que tiene un inic...