Viendo La conversación,
doy un merecidísimo homenaje a Gene Hackman, encontrado muerto junto a su
esposa en su casa de Nuevo México el pasado miércoles. Se siguen investigando
las causas, los cuerpos se encontraron en habitaciones separadas y no se sabe
con certeza qué pasó.
El filme de Coppola es uno de
los mejores homenajes que se le pueden hacer. Tras un intrigante inicio en el
que una pareja que pasea en Union Square, una plaza de San Francisco, son
grabados con sofisticados medios para la época, empezamos a ver la personalidad
del protagonista. Harry Caul es el jefe del equipo que ha grabado a la pareja y es un tipo solitario, introvertido, aficionado a
tocar el saxofon y solaparlo con grabaciones de jazz en discos de vinilo. Es
un crack en el espionaje, pero muy celoso de su propia intimidad.
El hecho de que, quien le ha
encargado el trabajo de vigilar a la pareja, no dé la cara y actúe con
intermediarios le lleva a analizar cuál es el contenido de lo que ha estado
grabando, quedándose el material y rechazando el pago. Y descubrirá que hay la
posibilidad que se lleve a cabo un crimen en un hotel.
Tras una fiesta que hace en el
local donde tiene sus sistemas con unos compañeros de profesión con los que
coincide en un congreso de venta de aparatos de espionaje, le roban el material
aprovechando una aventura sexual que tiene con una participante de la fiesta. A
partir de ahí, pasa de ser cazador a ser cazado. Los que le han encargado el
trabajo ya tienen el material sonoro, pero les falta el gráfico que Caul no
tiene más remedio que entregar.
Caul acude al hotel en que se
producirá el asesinado y pide una habitación contigua, pero hace aquello para
lo que parece estar únicamente preparado, espiar y saber que se ha cometido un
crimen, que luego aparece en la prensa como accidente, pero su actitud es
totalmente pasiva.
De espiar a ser espiado, Caul
definitivamente se derrumba psicológicamente y empieza a destrozar su
apartamento buscando micrófonos ocultos. Una de las cosas más recordables de la
película es ese final con Caul, que ha destrozado totalmente el apartamento, tocando el saxofón en estado de total abatimiento y ofuscación.
La conversación es otra
de las películas que ha ganado actualidad. Si en 1974 los medios de espionaje
eran poco avanzados en relación con los actuales, ahora nosotros mismos vendemos
nuestra intimidad simplemente comprando unas entradas para el teatro a través
de Google. No nos paramos a pensar en cuantos Harry Caul nos pueden controlar,
ni de qué manera lo harán. Nos pueden espiar de manera pasiva, como hace Caul,
y el problema del personaje es cuando de controlador pasa a controlado,
cuestión que no asimila a pesar de que es un hombre encerrado en si mismo, que
en un momento de la película dice que no tiene nada personal salvo la llave de
su apartamento y que no parece tener más que relaciones superficiales, con una
amante interpretada por Teri Garr, con su compañero de trabajo interpretado por John Cazale y con los colegas
con los que coincide en el congreso. Justamente, como broma, es grabado con la
ayuda de un lápiz durante la fiesta por esos colegas en uno de los momentos en
que, con la mujer que le roba el material, se ha separado un poco del resto y
su reacción es de cólera, dando por acabada la fiesta.
Hackman da vida a Harry Caul en
una de sus mejores interpretaciones. Actor versátil, capaz de interpretar
personajes de acción con carácter como el Little Bill de Sin perdón o el
Popeye de French Connection, aquí interpreta a un hombre de poca acción,
que lleva sus demonios interiores en forma de aislamiento y soledad. Su gran interpretación
se ve acompañada de un gran filme de un Coppola en su mejor momento, pudiendo realizar
una película poco comercial gracias al éxito de El padrino. Si inicialmente
la primera opción para el papel protagonistas era Marlon Brando, no creo que su
interpretación hubiera mejorado la de Hackman.
Se nos ha ido uno de los
grandes. D.E.P.
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