martes, 18 de febrero de 2025

UNA TROMPETA LEJANA

 

Con Una trompeta lejana (1964), Raoul Walsh se despidió del mundo del cine en una extensísima filmografía que inició antes de la I Guerra Mundial. Por tanto, más de cincuenta años como director y, también, como actor en algunas películas del cine mudo.

En Una trompeta lejana, un teniente llamado Mathew Hazard, recién salido de West Point, llega a un fuerte de Arizona y se encuentra con una relajada disciplina castrense que, de inmediato, intentará enmendar mientras se enamora de Kitty, la mujer de un comandante que sale del fuerte en una misión para traer caballos. La situación se complica con la situación de unos apaches que, liderados por el jefe indio Águila de Guerra, están fuera de control por el territorio.  

La llegada de un nuevo militar que se pondrá al frente de la guarnición viene acompañada con la noticia de la llegada de su prometida, recibida de manera fría por el teniente. Por otro lado, las hostilidades de los indios siguen en aumento y atacan al destacamento que lideraba el marido de Kitty y que volvía con los caballos, exterminando a todos sus componentes.

Llega Queint, un general de Washington que había sido profesor de Hazard y, tras una reunión con una parte de los los indios con los que tiene buena relación, pide a Hazard que se interne en territorio enemigo, parlamente con ellos y consiga su rendición a cambio de un trato humano y una vida tranquila en una reserva de Arizona. Cuando Hazard ha conseguido rendir a los indios con esas promesas, Queint ha vuelto a Washington y el militar ahora al mando deporta a los indios a Florida con lo que Hazard queda decepcionado. La última parte de la película se desarrolla en Washington, Hazard va a recibir la medalla de oro al Congreso por la rendición ante los indios, pero la rechaza ante el Secretario de la Guerra, con el apoyo de Queint y se consigue dar marcha atrás a la deportación de los indios a Florida, se les restituye a Arizona y Hazard se queda con Kitty ya que su prometida le rechaza cuando, en un principio, devuelve la medalla de honor. 

Es una despedida de Walsh digna, pero no brillante. Es una película que va de más a menos, sufre un gran bache cuando hay demasiadas escenas de acción en las batallas con los indios antes de su rendición ante Hazard, remontando después en un final más interesante. Teniendo tanto ritmo las mejores películas de Walsh, siempre haciendo progresar la acción sin fisuras, aquí sobran unos cuantos minutos de las dos horas de duración del filme.

Walsh contó para esta película con unos actores muy flojos. Troy Donahue era un actor muy limitado, su carrera quedó prácticamente en nada, la Warner le canceló el contrato poco después de esta película y ya era un actor en decadencia cuando tiene un pequeño papel El Padrino II. Tampoco la protagonista femenina, Suzanne Pleshette, fue una actriz muy recordada ni especialmente brillante, aunque tiene un papel de actriz secundaria importante actuando como la profesora de la localidad en que se desarrolla Los pájaros de Hitchcock.

Se nota la buena dirección de Walsh, aprovechando el desértico paisaje y consiguiendo filmar buenas escenas de acción, pero no puede reconducir un guion con lagunas y unas flojas interpretaciones en general y totalmente olvidable en el caso de Donahue.

Lo que sí es cierto es que este western se ajusta más a la realidad histórica sobre los desplazamientos forzosos de los indios, de los que se da una imagen bastante positiva y, en cambio, algunos blancos son decididamente racistas e impresentables. En esto la película contrasta con el gran clásico de Walsh Murieron con las botas puestas rodado 25 años antes, de nulo valor histórico y en el que presenta como un militar diligente al general George Armstrong Custer cuando, según los historiadores, varios errores suyos propiciaron la matanza de Little Big Horn. Pero como el cine es el fraude más hermoso del mundo, el brío y la vitalidad que Walsh da a esta película, muy distinto del tono de Una trompeta lejana, hace que nos emocionemos cuando Errol Flynn, que ha perdido a todos sus hombres y se ha quedado sin munición, se defienda ya solo con la espada y la bandera del regimiento ante el último embate de los indios.   

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