Con Una trompeta lejana
(1964), Raoul Walsh se despidió del mundo del cine en una extensísima
filmografía que inició antes de la I Guerra Mundial. Por tanto, más de
cincuenta años como director y, también, como actor en algunas películas del
cine mudo.
En Una trompeta lejana,
un teniente llamado Mathew Hazard, recién salido de West Point, llega a un
fuerte de Arizona y se encuentra con una relajada disciplina castrense que, de
inmediato, intentará enmendar mientras se enamora de Kitty, la mujer de un
comandante que sale del fuerte en una misión para traer caballos. La situación
se complica con la situación de unos apaches que, liderados por el jefe indio
Águila de Guerra, están fuera de control por el territorio.
La llegada de un nuevo militar
que se pondrá al frente de la guarnición viene acompañada con la noticia de la
llegada de su prometida, recibida de manera fría por el teniente. Por otro lado,
las hostilidades de los indios siguen en aumento y atacan al destacamento que
lideraba el marido de Kitty y que volvía con los caballos, exterminando a todos
sus componentes.
Llega Queint, un general de
Washington que había sido profesor de Hazard y, tras una reunión con una parte
de los los indios con los que tiene buena relación, pide a Hazard que se
interne en territorio enemigo, parlamente con ellos y consiga su rendición a
cambio de un trato humano y una vida tranquila en una reserva de Arizona.
Cuando Hazard ha conseguido rendir a los indios con esas promesas, Queint ha
vuelto a Washington y el militar ahora al mando deporta a los indios a Florida
con lo que Hazard queda decepcionado. La última parte de la película se
desarrolla en Washington, Hazard va a recibir la medalla de oro al Congreso por
la rendición ante los indios, pero la rechaza ante el Secretario de la Guerra,
con el apoyo de Queint y se consigue dar marcha atrás a la deportación de los
indios a Florida, se les restituye a Arizona y Hazard se queda con Kitty ya que
su prometida le rechaza cuando, en un principio, devuelve la medalla de
honor.
Es una despedida de Walsh
digna, pero no brillante. Es una película que va de más a menos, sufre un gran
bache cuando hay demasiadas escenas de acción en las batallas con los indios
antes de su rendición ante Hazard, remontando después en un final más
interesante. Teniendo tanto ritmo las mejores películas de Walsh, siempre
haciendo progresar la acción sin fisuras, aquí sobran unos cuantos minutos de
las dos horas de duración del filme.
Walsh contó para esta película
con unos actores muy flojos. Troy Donahue era un actor muy limitado, su carrera
quedó prácticamente en nada, la Warner le canceló el contrato poco después de
esta película y ya era un actor en decadencia cuando tiene un pequeño papel El
Padrino II. Tampoco la protagonista femenina, Suzanne Pleshette, fue una
actriz muy recordada ni especialmente brillante, aunque tiene un papel de
actriz secundaria importante actuando como la profesora de la localidad en que
se desarrolla Los pájaros de Hitchcock.
Se nota la buena dirección de
Walsh, aprovechando el desértico paisaje y consiguiendo filmar buenas escenas
de acción, pero no puede reconducir un guion con lagunas y unas flojas
interpretaciones en general y totalmente olvidable en el caso de Donahue.
Lo que sí es cierto es que este
western se ajusta más a la realidad histórica sobre los desplazamientos forzosos
de los indios, de los que se da una imagen bastante positiva y, en cambio,
algunos blancos son decididamente racistas e impresentables. En esto la
película contrasta con el gran clásico de Walsh Murieron con las botas
puestas rodado 25 años antes, de nulo valor histórico y en el que presenta
como un militar diligente al general George Armstrong Custer cuando, según los
historiadores, varios errores suyos propiciaron la matanza de Little Big Horn.
Pero como el cine es el fraude más hermoso del mundo, el brío y la vitalidad que Walsh da a
esta película, muy distinto del tono de Una trompeta lejana, hace que
nos emocionemos cuando Errol Flynn, que ha perdido a todos sus hombres y se ha quedado sin munición, se defienda ya
solo con la espada y la bandera del regimiento ante el último embate de los
indios.
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