En el documental De Caligari
a Hitler, referían como una de las últimas grandes películas de la Edad de
Oro del cine alemán Asfalto (1929) de Joe May. La veo y me parece una
muy buena película, realizada unos años antes que May se exiliara a Estados
Unidos y el nazismo arrasara con lo mejor de la cinematografía germana.
Se trata de una mezcla de cine
negro y melodrama. Tenemos, por un lado, a un policía honrado, un joven llamado
Albert Holk y, por otro, a una femme fatale llamada Else Kramer. Else acude a
una joyería para, con su atractivo físico distrayendo al vendedor de turno,
robar un diamante. Consumado el robo, en la joyería se dan cuenta y la logran
retener, acudiendo Albert quien descubre donde había escondido el diamante. La
arresta y se la lleva a comisaría, pero ella le convence de ir antes a su casa
para buscar su documentación y lo seduce haciendo que no la entregue en las
dependencias policiales.
Al día siguiente, Albert está
arrepentido y, además, se da cuenta que se ha dejado su acreditación como
policía. Else le hace llegar la acreditación, además de una caja de cigarrillos
como agradecimiento, y él se presenta en su casa pensando que ella ha robado
por necesidad y pueden tener una relación sansa. Ella le exhibe numerosas joyas
y vestidos para hacerle ver que ella no es buena. En ese momento, llega el
novio de Else, un hampón que estaba en Paris perpetrando un robo, y se produce
una lucha en la que, finalmente, Albert mata al hampón.
Cuando Albert vuelve a casa,
cuenta a sus padres lo ocurrido y el padre, que también es policía, entendiendo
que es su deber y a pesar de la oposición de la madre, se lleva a su hijo a la
comisaria para entregarlo. Mientras está
declarando, Else, que previamente había ido a casa de Albert encontrando a la
madre, se presenta en comisaría, revela la identidad del hampón y asevera que
Albert actuó en defensa propia. Albert queda libre, pero Else es encarcelada.
En un final apoteósicamente romántico, él le promete esperarla y se declaran su
amor.
La película empieza con una
notable destreza en la ejecución de los planos y el montaje. Muchos planos en
cascada de vehículos y elegantes travellings sobre las calles berlinesas, mezclando
tomas en estudio con otras en exteriores, sitúan la película físicamente en un
entorno urbano apropiado para, como pasa en el cine negro americano, explicar una
sucia historia criminal, la de una ladrona, novia de un hampón, finalmente
redimida por el amor hacia Albert.
Impecable desde el punto de
vista técnico, May retrata muy bien a los personajes. La actriz Betty Amann
está espléndida como femme fatale, pasando del falso arrepentimiento a
comportarse como una arpía, hasta sacrificar un tiempo de cárcel por el amor de
Albert. Al intenso drama psicológico y la tensión que asalta a Albert (Gustav
Frölich), íntegro en principio y que luego cae seducido por Else, se une la
inquebrantable moralidad del padre del joven policía que no duda en entregar a
su propio hijo cuando este le confiesa que ha matado a un hombre.
Notable película.
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