martes, 29 de abril de 2025

THE LUSTY MAN

 

Con una leyenda como Robert Mitchum, una actriz muy buena como Susan Hayward y otro actor también importante y de solvencia acreditada como Arthur Kennedy, Nicholas Ray dirigió The lusty man (1952), una de sus obras maestras, contando con un espléndido guion firmado por el gran escritor de novela negra Horace McCoy y David Dortot, basándose en una novela corta de Claude Stanush.

La película es un triángulo en el que los personajes masculinos desean cosas que no tienen, mientras que el personaje femenino sí tiene más decisión y carácter para saber que es aquello que más desea y que, por decirlo en dos palabras, serían estabilidad y seguridad.

Jeff McCloud (Robert Mitchum) es una estrella del rodeo que debe retirarse por limitaciones físicas producidas por las caídas propias de quienes se dedican a esta actividad. En un soberbio plano, que sirve para definir el personaje, McCloud abandona una de las instalaciones en que se efectúan los rodeos, totalmente vacía mientras él las cruza soplando un intenso viento, hasta desaparecer del campo. Posteriormente, llega tras hacer autostop a su antiguo hogar,  una casa en un entorno rural ahora ocupada por un nuevo propietario que quiere vender la casa. En una de las mejores escenas filmadas por Ray, McCloud se arrastra por el hueco que queda entre las tablas de la casa y el suelo para alcanzar el escondite en el que, cuando era niño, depositaba tebeos y algún otro objeto. El hombre ahora propietario de lo que fue su hogar le dice que la casa está en venda y que un matrimonio está interesado en adquirirlo.

Aparecen en escena ese matrimonio formado por Louise (Susan Hayward) y Wess (Arthur Kennedy). Cuando Jeff ya se marcha, Wess le reconoce como estrella del rodeo, confraternizan y le consigue trabajo en el rancho donde él trabaja. Aquí es donde empiezan a surgir los deseos de los personajes masculinos y lo que ocasiona su asociación. Jeff, que tuvo un hogar y lo perdió, ve el matrimonio formado por Wess y la atractiva pelirroja y le gustaría que ella fuera su mujer y tener ese hogar. Wess desea ganar mucho dinero, en principio para esos proyectos que comparte con su esposa respecto a comprar una casa, pero también le atrae ser una estrella del rodeo y formar parte de ese mundo.

Wess tiene aptitudes para el rodeo e inicia su asociación con Jeff, este último le enseñará y orientará en los entresijos de la profesión mientras se repartirán el 50% de las ganancias, hecho sobre el que Louise muestra su desconfianza hacia Jeff y el mundo del rodeo. A partir de aquí, viene una parte itinerante de la película cuando el terceto se desplaza siguiendo los diferentes concursos de rodeo que se dan por el Oeste del país, en los que Wess progresa rápidamente y se empieza a convertir en una figura. Wess está cegado por el dinero que se puede ganar con rapidez, pero no ve la parte oscura de ese mundo:  grandes posibilidades de sufrir lesiones a medio y largo plazo, entrar en una vorágine de alcohol y juego; o presencia de chicas de moral distraída en las fiestas que se hacen por la noche los días de competición mientras las mujeres legítimas envejecen, de forma prematura, siempre temiendo por la integridad física de los maridos.

Jeff conoce ese mundo y sabe que Wess puede verse arrastrado a ese lado oscuro del que salen ejemplos, a lo largo de la película, en que quedan destruidas las vidas de los hombres que se dedican a los rodeos y, por extensión, de sus mujeres. No obstante, cree que puede tener una oportunidad con Louise, cada vez más distanciada de su marido.

Enterada de que Wess ha ido a una fiesta en la que hay excesivo alcohol y apuestas con los dados, Louise se presenta y monta una escena, saliendo luego con Jeff. En el pasillo, Jeff obtiene una negativa definitiva de una Louise que, pese a todo, no quiere romper con Wess. En otra escena admirable, Jeff asume la situación y, al haber salido Wess al pasillo y estar viéndolos, le dice que eso va por los muchos besos que no le dará jamás y la besa, provocando la ira de Wess y la definitiva ruptura entre los socios.

Jeff, que no está en condiciones de competir por las lesiones que tiene en la espalda, se apunta al rodeo en lo que es una especia de suicidio. Hay un plano importante y es cuando está encima del toro, a punto de salir del establo para competir, en que se le acerca Wess y un primer plano muestra su admiración hacia Jeff a pesar de lo que pasó la noche anterior. Se abre el cajón y Jeff empieza a competir bien, pero se le traba la espuela con la brida, cae y se produce lesiones importantes que motivan su traslado a la enfermería. Jeff agoniza abrazado a Louise y diciendo que los tipos como él nunca mueren. Cuando Louise sale de la enfermería y Wess se le acerca y le pregunta cómo está Jeff, ella le dice que ha muerto y él, al oír como pronuncian por megafonía su nombre para competir, dice que pasa y se retira del mundo del rodeo.

Ha ganado Louise. Formará junto con Wess un hogar estable y seguro, lo que ella quería ya que se explica en un momento de la película que, estando en una fonda de mala muerte, fue Wess quien la sacó de allí con la promesa de formar un hogar. En cambio, Jeff ha perdido, lo ha intentado desde el momento en que vio el matrimonio que formaban Louise y Wess, con ella administrando las cuentas al ser más diligente en temas económicos. A Jeff, que le gustaría haber tenido una mujer así después de haberse pateado una fortuna ganada en el rodeo, le seduce ese tipo de vida familiar a pesar de que, de manera cínica, en un momento en que Wess y Louise hablan de dinero diga “el dinero pone románticas a las mujeres”. Esta es una de las muchas perlas que lanza Jeff en unos diálogos afilados, al igual que los que dice Louise, siendo una película muy bien escrita y dialogada.

A pesar de que el trío protagonista acapara la mayor parte de la atención de la película, hay otros personajes importantes. Así, aparece Booker Davis (Arturh Hunnicutt), un tipo que muestra su pierna absolutamente maltrecha por haber estado años en los rodeos. Es amigo de Jeff y malvive siguiendo los eventos del mundo del rodeo con su hija Rusty. Para los dos habrá un final esperanzador cuando pidan seguir a Wess y Louise y estos les den la señal que se pueden ir con ellos a ese nuevo hogar.

La película es tan buena que hay otros personajes aún más secundarios que, con pocas tomas y diálogos, están perfectamente dibujados. Así tenemos a una sufrida mujer de un vaquero que luce una aparatosa cicatriz en la cara, un tratante de ganado que se casa con una mujer llamada Rosemary, o este mismo personaje, antes relacionado con Jeff, que le explica cómo era su relación a Louise y el magnetismo que desprendía el campeón de rodeo:

-          Cuando él silbaba, yo acudía sin pensar nada a su lado.

-          ¿Y cuándo acabó todo?

-          Cuando él dejó de silbar.

La película recurre a imágenes reales de rodeos estando excelentemente montada, con un ritmo perfecto, no sobra ni falta nada, la progresión dramática engancha totalmente y es una de las mejores películas de Nicholas Ray.

domingo, 27 de abril de 2025

BARÇA 3- REAL MADRID 2

 

Torres se disfrazó de Pizzi y, como en la final de 1997 contra el Betis, empató a 2 cuando faltaban pocos minutos para finalizar el encuentro llevando el partido a la prórroga. Y, en el 116’, Koundé emuló al Belletti de la final de París en 2006 marcando, como héroe por accidente, el gol de la victoria para ganar ayer la Copa del Rey.

En la primera parte el Real Madrid jugó a lo que ha estado jugando toda la temporada, es decir, a nada. El Barça estuvo bien gobernando el partido y Yamal, sin hacer un partido sobresaliente, demostró su poder de intimidación, arrastrando a cuatro jugadores blancos pendientes de él, manejando con calma la situación y sirviendo un balón a Pedri, que venía de cara y disparó desde la frontal del área a la escuadra de Courtois. Un golazo. Hubo alguna acción de excesiva dureza por parte de los jugadores del R. Madrid y alguna jugada dudosa en el área blanca pero, al parecer, no había nadie ayer en la sala VAR.

Comenzó la segunda parte y el Real Madrid salió muy agresivo, poniendo mucha intensidad y haciéndose suyo el partido, no tanto por futbol sino por coraje y garra. El medio campo azulgrana perdió la batalla en el aspecto físico y Flick tardó mucho en hacer los cambios necesarios para nivelar el partido. Tanto tardó que el conjunto blanco le dio la vuelta a la final a balón parado. Un gol de falta de Mbappé y uno de Tchoumeni a la salida de un córner pusieron muy cuesta arriba la final. Con un Rafinha impreciso y Pedri fundido, nos quedaba el recurso de Yamal que, sin hacer el mejor de sus partidos, volvió a ser decisivo. Courtois envió a córner una rosca enviada por el de Rocafonda que se colaba al segundo palo pero, minutos más tarde, Yamal servía un balón a Ferran a la espalda de Rudiger y el delantero valenciano lo tuvo más fácil al precipitarse Courtois en la salida, con lo que Tiburón lo sorteó y marcó a puerta vacía ante los esfuerzos por llegar de un Rudiger ya muy castigado físicamente.

Un penalty muy claro de Rudiger sobre Ferran que el árbitro no vio nos hizo pensar que seguía sin haber nadie en la sala VAR. Pero no, estábamos equivocados, porque el árbitro que el viernes estuvo tan gallito en la rueda de prensa apareció para corregir desde el VAR, diría que con razón, un penalti que había pitado el árbitro principal de Asencio a Rafinha en el minuto 96.

Abocados a la prórroga, el Barça había nivelado el partido metiendo en el campo las piernas frescas y la garra de Fermín, Gavi y Eric. Pero los atacantes, que son los que han de marcar las diferencias, estaban exhaustos. Al Madrid también se le había pasado el subidón de los primeros veinticinco minutos de la segunda parte y el partido no tenía dueño claro, parecía que nos encaminábamos hacia los penaltis. Pero, en el minuto 116, Koundé intercepta un pase de Modric a Brahim, realiza un buen control y queda en posición de disparar cerca de la frontal del área, no lo duda y chuta raso ajustado al palo derecho de la portería de Courtois, que se estira. pero no llega. Golazo y Copa para el Barça.

El Barça puso la primera piedra para el triplete. Con la Liga que pinta muy bien, y en semifinales de Champions, es lícito plantearse conseguir el tercer triplete de la historia. No obstante, ayer algunos jugadores como Pedri, Rafinha y De Jong dieron muestras de estar bastante cansados y con poca gasolina para lo que queda de temporada. Eso fue la parte más negativa de ayer, pero hay también motivos para el optimismo ya que, si Flick mueve bien el banquillo, gente como Gavi, Eric, Fermín o Araujo, que no son titulares, pueden dar ese plus para eliminar al Inter y rematar la Liga.

El próximo miércoles, partido complicado contra el Inter, pero es muy diferente encararlo habiendo ganado ayer la Copa. El triunfo de ayer puede dar mucha confianza a la plantilla, que tiene muchos jugadores con hambre de títulos. Ahora, a recuperarse y que Flick, que tanto nos ha dado, piense en la mejor manera para sacar el partido adelante con todos los recursos a su alcance y haga los cambios y rotaciones en los momentos adecuados. 

sábado, 26 de abril de 2025

PALOMBELLA ROSSA

 

Palombella rossa (1989) es, según un profesor de comunicación audiovisual que presenta la película en la Filmoteca, la última película en que Nani Moretti interpreta a Michele Appicella, su alter ego en algunas de sus primeras películas, una parte de su filmografía que no he visto.

Sí había visto Palumbella rossa y la recordaba divertida, con momentos en que Michele ve escenas de Doctor Zhivago y me hacía especial gracia cuando empieza a llamar “porco, porco” en el momento en que Rod Steiger asedia, física y psicológicamente, a Julie Christie en el inicio del filme dándole una clase “magistral” acerca de los tipos de hombres y mujeres que hay en la vida.   

Ausente de cualquier coherencia narrativa, digamos que la película es como si a Moretti se le fuera la olla, pero con momentos muy divertidos e incidiendo en uno de sus temas recurrentes y es el declive del PCI, que él empezó a anunciar en los años ochenta y tenía razón en su diagnóstico porque ya no queda nada del mismo, siendo oficialmente disuelto poco después de la realización del filme, el 3 de febrero de 1991. De los partidos que nacieron de su disolución, solo malvive ahora mismo el Partido de la Refundación Comunista.

A causa de un accidente de coche absurdo, Michele queda amnésico y, con el escenario de un partido de waterpolo del equipo en el que juega además de imágenes de un programa de debate político, empieza a recordar su adscripción política interactuando con los demás personajes, con ironía respecto a la situación del PCI. Al final del partido, él tiene la oportunidad de empatarlo pues están 9-8 pero duda de si tirar a la derecha o izquierda del portero y falla el penalty que el árbitro había señalado.

La figura de este comunista amnésico preludia que su partido político está en una grave crisis, aunque los hechos se sucederían con una rapidez que debía ser impensable incluso mientras realizaban el filme. En Italia, se estrena el 15 de septiembre de 1989, el 9 de noviembre de ese año cae el muro de Berlín y, quince meses después, se disuelve el PCI. Ni Moretti debía poder pensar un final tan acelerado del partido comunista.

Como en otros filmes de Moretti, dejar su marca personal con algún momento musical de subidón colectivo y aquí es cuando el público que está en las gradas viendo el partido de waterpolo canta al unísono E ti vengo a cercare de Franco Battiato. Son momentos divertidos dentro de una película, toda ella divertida, pero con un fondo amargo en clave de lectura política.

Me gustan más otras películas de Moretti, pero Palombella rossa tiene escenas muy divertidas y una lectura de la realidad política italiana del momento muy interesante. 

jueves, 24 de abril de 2025

BALAS ISRAELÍES

 

De todo el lío que se ha formado con la anulación de la adjudicación de la compra de balas a una empresa israelí, lo que más me ha llamado la atención es que el Ministerio, en principio, siguió las indicaciones de la Abogacía del Estado que desaconsejó la rescisión debido a la avanzada fase de tramitación del contrato y el hecho que, si se produce una rescisión unilateral, acabemos pagando a la empresa y no recibamos el material.

Pero 24 horas después se desoye un criterio técnico jurídico y se atiende a uno político, dictado por los zombis de Sumar, con lo que se producirá la rescisión unilateral, aunque haya el peligro de pagar millones de euros por unas balas que no recibiremos. Paradójicamente, se dice que la rescisión se hace por razones “de interés general”, que no parecen cuadrar con el hecho de abonar dinero público a una empresa y no recibir nada a cambio.

Está claro que el criterio técnico de la Abogacía del Estado carece de importancia cuando la moribunda Yolanda Díaz abandona, con dificultad, su ataúd para marcar un mínimo espacio político. Y Sánchez está tan débil, aferrado al poder sin importarle nada con tal de aguantar un día más en la poltrona, que da orden de rescindir y perder millones de euros de los contribuyentes.

Si querían no adjudicar a la empresa israelí, hubieran tenido que ser más diligentes y no llegar a estos extremos cuando el contrato ya ha sido publicado en el BOE. Ignoro si hay motivos legales para excluir a la empresa israelí y que no pudiera presentarse a la licitación, aunque supongo debería ser difícil dado que, en realidad, es una filial que se presenta con un CIF español. Ahora bien, no seamos hipócritas, las balas se comprarán igualmente porque la Guardia Civil las necesita y ¿qué más da comprarla a una empresa israelí, norteamericana o china? En un mundo globalizado, ¿quién puede garantizar que no se comprarán a alguna empresa radicada en un sitio distinto a Israel pero que tenga conexiones con esa filial israelí? ¿no es mejor, ya que la empresa va a recibir el dinero igualmente, que al menos nos den las balas y no las tengamos que comprar en otro sitio?

miércoles, 23 de abril de 2025

¡QUÉ VERDE ERA MI VALLE!

 

A través de los ojos del preadolescente Huw, Qué verde era mi valle cuenta la destrucción de una comunidad de mineros en un pueblo galés, diezmada tanto por los peligros propios de la actividad minera que origina varias muertes, como por la emigración a otros continentes debido a que los propietarios de la mina imponen una política salarial de explotación de los mineros y, finalmente, las minas ni siquiera son rentables con salarios bajos.

Rodada en 1941, la película es una narración del pequeño Huw (Roddy Mac Dowall), el hijo pequeño de una familia de mineros, encabezada por el padre (Donald Crisp), su mujer, varios hermanos varones y una única hermana (Mauren O’Hara). El primer cuarto de hora describe una comunidad modélica en cuanto a respeto de las tradiciones familiares y sociales, con la música y la Iglesia como lazos de unión. Pero un letrero de la propiedad de la mina diciendo que van a bajar los salarios resquebraja la estabilidad, no solo para las familias del valle, sino para la del propio Huw cuando todos sus hermanos mayores desafían la autoridad paterna, reacia a aceptar la necesidad de sindicarse y defensor de buscar, pese a todo, un entendimiento con la patronal. El patriarca de la familia llega a pronunciar con horror la palabra socialismo que él asocia a los sindicatos y su actitud marca una grieta con sus hijos, que llegarán a abandonar durante un tiempo el hogar. Ford no se recrea en el trasfondo social de la película pero sí está presente, de manera tajante y dura, cuando algunos trabajadores van a recibir el jornal y reciben un escueto y desconsiderado “está usted despedido” tras recibir alguna libra y chelines por las últimas jornadas realizadas.

Otro factor altera la estabilidad del hogar de Huw y es la llegada del nuevo predicador Gruffydd, interpretado por Walter Pidgeon, y el enamoramiento que se produce entre él y su hermana. Gruffydd es un hombre timorato que, con su poca capacidad de decisión, arrastra al personaje de O’Hara a un matrimonio infeliz con el hijo del propietario de la mina.

A pesar de que Huw recibirá, al contrario que sus hermanos, una educación que le permite aspirar a un futuro diferente al de la mina elegirá, en principio, ser minero dada la admiración que siente por su padre a pesar de que todos sus hermanos, menos uno muerto en un accidente, han emigrado a América y Oceanía. No obstante, el último accidente, en el que fallece el personaje de Donald Crisp, será el último golpe para la disgregación de la familia y de esa comunidad cada vez con menos futuro con unos empresarios buscando maximizar beneficios a costa de degradar a los trabajadores. Huw abandonará definitivamente el valle mientras unos últimos utópicos planos reúnen a toda la familiar en una reunión ya imposible.

Pero no solo los problemas vendrán de la diferencia de clase social entre empresarios y mineros, sino que, por causa de las habladurías que levantan los escarceos amorosos del predicador y la hermana de Huw, los vecinos se ensañarán de manera hipócrita contra toda la familia con insinuaciones malintencionadas. Así que hay varios motivos para que la idílica comunidad descrita en el primer cuarto de hora sea mostrada tal cual es.

Ford ya está en un momento absoluto de madurez y la película está plagada de buenas escenas, como lo son todas las que tienen que ver con la historia de amor de O’Hara y Pidgeon, con uno de los mejores trabajos que la actriz pelirroja realizó para el director de origen irlandés y una historia romántica que se inicia a través de miradas perfectamente filmadas y, luego, en su desarrollo frustrante, a través de planos que expresan la ansiedad y zozobra de los enamorados. También destacan las escenas finales, con esos montacargas que son mirados con ansía por los familiares de los mineros para ver si, cuando asciendan a la superficie desde las galerías de la mina, sus seres queridos volverán con vida. La subida del cuerpo de Donald Crisp, con el predicador y Huw que han bajado a buscarle, estando expectantes las mujeres de la casa, está rodada con una emotividad que solo Ford podía imprimir.

La película ganó el Óscar a mejor película y también uno de los cuatro que Ford ganó como director. Aunque es una película que situaría entre las 15 mejores de Ford, es inevitable ver una cierta injusticia en que, en ese mismo año, Ciudadano Kane y Welles fueron nominados en esos Óscars que se llevó finalmente Qué verde era mi valle.

Gran clásico de Ford, filmando como pocas veces en el cine lo que es la nostalgia por un mundo irrecuperable, así como la admiración de un hijo por su padre, con las palabras finales de Huw diciendo que los hombres como su padre nunca mueren.

lunes, 21 de abril de 2025

ANTES QUE NADA

 

Leo el que, probablemente, es el último libro de Martín Caparrós. Diagnosticado de ELA en 2022, ha publicado recientemente Antes que nada, un libro de memorias que concluyó en junio de 2024 y en el que da cuenta de su estado ya muy deficitario en cuanto a movilidad, desplazándose en silla de ruedas y con muchas dificultades para hacer cosas tan usuales como llevarse la comida a la boca.

Por lo que él mismo cuenta, ha tenido una vida muy movida, ha hecho lo que más le gustaba que es escribir, ha vivido en distintos países, ha viajado a la mayoría de países de la Tierra, ha conocido a mucha gente, ha tenido varias relaciones y un hijo, ha tenido éxito en su profesión ganando premios literarios y consolidándose como una voz autorizada en la literatura hispanoamericana … en definitiva que, cuando se vaya, mucho antes de lo que él hubiera querido, no se irá gratis como, probablemente, muchos se han ido y otros nos iremos cuando nos toque.

Caparrós va intercalando sus memorias con breves reflexiones acerca de su enfermedad. Al final del libro, en las últimas cuarenta o cincuenta páginas, ya se centra más en la enfermedad, no tanto en sí misma sino cómo le afecta el hecho de que se acelere una pérdida de funcionalidad de su cuerpo que él preveía podía durar varios lustros. El libro está muy bien y la parte que más me ha gustado es esta última, la idea de la muerte, del tiempo que le queda sin futuro y con una pésima calidad de vida, de su ausencia, de lo que vendrá y él ya no verá.

A través de sus vivencias, también se va siguiendo la historia, tan compleja, de ese país tan rico y desgraciado a la vez que es Argentina. A veces, cuesta entender un movimiento político como el peronismo, tan contradictorio y con una incidencia dispar en varios sectores de la sociedad argentina. Caparrós, asociado ya en su adolescencia a grupos de izquierda siguiendo una tradición familiar, tuvo la suerte de exiliarse pronto, en enero de 1976, consiguiendo embarcar hacia Europa. Por tanto, fue en ese sentido afortunado y no estuvo en Argentina en el período más negro de la dictadura, cuando miles de personas desaparecieron tras pasar por la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada.

Ameno, interesante y emotivo, esperemos que Caparrós aún pueda deparar alguna sorpresa y publicar en vida alguno de los proyectos de los que habla en el libro. 

viernes, 18 de abril de 2025

EL MANANTIAL

 

Tras leer un libro sobre cuatro filósofas del siglo XX entre las que estaba Ayn Rand, veo la adaptación cinematográfica de su novela más famosa, El manantial, que recoge fielmente su pensamiento porque ella misma se ocupó del guion de la película.

Rodada en 1949, fue una producción importante de la Warner, dirigida por King Vidor y con una estrella masculina de primera magnitud como Gary Cooper, siendo una joven Patricia Neal su partenaire.

Defensora de un individualismo a ultranza, Rand vuelca esa idea en su personaje, un arquitecto llamado Howard Roark, ya que se trata de un hombre que existe principalmente para sí mismo, sin sacrificarse por los demás y dispuesto a no dar su brazo a torcer al tener las ideas muy claras respecto a sus proyectos arquitectónicos. No consiente ninguna coerción que menoscabe su libertad para proyectar sus edificios, cosa que le expulsa de la profesión en el principio de la película llegando a trabajar de cantero pues está totalmente arruinado. En cambio, hay un arquitecto interpretado por Kent Smith que representa todo lo contrario, un hombre sin talento, pero influenciable y manejable pera los que impulsan la construcción de grandes edificios, que se traiciona constantemente a sí mismo.

Frente a Roark, tenemos el personaje femenino llamado Dominique Francon, una rica heredera y columnista del periódico The Banner, que es otra abanderada del individualismo que, además, tiene un lado más complejo al rechazar aquello que le gusta, ya sea una estatuilla griega que tira al vacío en su primera aparición en la película o su relación con Roark, temerosa que el objeto amado se corrompa. Para olvidar de su atracción por Roark, se casa por compromiso y sin amor con el dueño de The Banner, Gail Wynand (interpretado por Raymond Massey), un hombre manipulador de la opinión pública a través de su diario que basculará en su relación con Roark, pasando de la crítica a la aceptación y promoción, incluida una buena relación personal en un atípico triangulo que incluye a su esposa, para acabar alineado con el resto de la opinión pública cuando Roark sea acusado en un proceso penal por haber dinamitado la construcción de una obra proyectada por él en la que se introdujeron cambios sin su conocimiento.

Al margen del mensaje político de Rand que hoy gusta tanto a muchos y que puede ser bastante discutible, lo mejor de la película es el pulso narrativo de Vidor y como trata la historia de amor, desatando la atracción sexual entre los protagonistas cuando se encuentran por primera vez en la cantería, con sus miradas y el taladro que emplea Cooper para perforar las rocas. Posteriormente a su primer encuentro, todas las escenas entre Cooper y Neal rezuman emoción y fogosidad impulsando la película hasta la escena final con la ascensión de Neal hasta la cima de un rascacielos en la que Cooper, triunfador de todas las tramas de la película, la recibe y acaba el filme sin llegar a un beso entre ellos, sino con el rostro triunfante de él.  

Lo peor de la película es la escena del juicio, cuando Roark se defiende a sí mismo y da un discurso al jurado que sería la esencia del pensamiento de Rand. Al parecer, ni Cooper ni Rand quedaron contentos con la escena. Viendo la película, resulta un tanto inverosímil que el discurso sirva para una rápida absolución cuando el jurado se retira a deliberar. El destrozo que había provocado Roark era considerable al boicotear las obras que, para más inri, eran un proyecto de viviendas que se retrasan por su tozudez en situar su solipsismo por encima de cualquier concesión que pudiera beneficiar a la comunidad.  Sin embargo, y sin ninguna otra explicación, un miembro del jurado dice not guilty, aceptando en definitiva el pensamiento político de Rand.

La verdad es que Cooper estaba bastante mayor para el personaje y la diferencia de edad con Neal era muy notable, veinticinco años (cosa que tampoco impidió una relación sentimental en la vida real). Pese a este factor, y la escena del juicio, Cooper está sólido, oficio tenía mucho tras más de veinte años en la profesión, pero me ha gustado más la interpretación de Neal, con un personaje más complejo que maneja muy bien y mostrándose muy atractiva. Luego no tuvo mucho recorrido en Hollywood, perjudicada en el aspecto profesional por sus recurrentes embarazos pues tuvo cinco hijos.  

Gran clásico de Vidor, independientemente del mensaje político del filme. 

jueves, 17 de abril de 2025

MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS

 

Murieron con las botas puestas (1941) es, pese a su nulo valor histórico como biopic del general George Armstrong Custer, una película magnífica y uno de los hitos que marcaron Raoul Walsh y Errol Flynn en su fecunda colaboración, siendo esta la primera vez que trabajaban juntos.

El ritmo endiablado que da Walsh al filme hace que se pase muy rápido un metraje que supera las dos horas hasta llegar a, oficialmente, 138 minutos. Se nota como Walsh venía del cine mudo y con pocas tomas muestra una escena de acción de la Guerra Civil; o bien, en clave de comedia, capta la sorpresa e incomodidad mutua de Errol Flynn y el padre de Olivia de Havilland cuando se reencuentran tras haberse conocido en un bar en una escena de tensión. Todo ello contribuye a una película muy dinámica, sin tiempos muertos en que la trama decaiga.

Aunque sin alcanzar la maestría de Ford en mezclar géneros porque en eso el director de origen irlandés nacido en Maine fue el mejor, aquí Walsh se maneja con mucha destreza en una película con toques de comedia, de romanticismo con momentos intimistas, escenas de acción, otras dedicadas a las operaciones militares, o incluso unas con connotaciones políticas acerca de cómo Washington aborda las luchas contra los indios. Una de las mejores escenas es, justamente, de cine político y es la despedida caballerosa de los cadetes en West Point según se sitúan en uno u otro bando tras el ataque a Fort Summer que da el pistoletazo al inicio de la guerra civil. En definitiva, hay una mezcla de géneros que redunda en una gran película.

Si bien el personaje histórico era muy controvertido, una de las virtudes de la película es hacer partícipe al espectador que la gloria que supone una muerte heroica, en el marco de una actitud guerrera noble, es imperecedera y digna de reconocimiento. Incluso el malo de la película, interpretado por Arthur Kennedy, arrastrado a la fuerza por Custer en la última expedición a Little Big Horn, muere convencido de ello al ser tiroteado cuando está junto al general en el momento de la lucha final.

Errol Flynn no era un gran actor, pero sí tenía mucho carisma con el que llenaba la pantalla y era muy apto para películas de acción, con lo que su relación con Walsh fue muy fructífera dando lugar a otros títulos que me parecen extraordinarios, como Objetivo Birmania o Gentleman Jim. También cabe destacar una Olivia de Havilland que luce más como actriz aquí que en la cercana en el tiempo Lo que el viento se llevó.

Gran clásico de Walsh, un gran maestro del cine de acción.

martes, 15 de abril de 2025

OLIVER

 

Oliver (1948) supuso una nueva adaptación de Dickens a cargo de David Lean y creo que es imposible encontrar una película de este director mal narrada. Repaso su filmografía y creo que me quedan tres películas por ver de su obra. Tiene obras magistrales y otras que, sin serlo porque el nivel no puede ser siempre casi perfecto, son también muy buenas películas.

Oliver es una película narrada de manera fluida con momentos de gran altura, como el inicio en que la madre de Oliver atraviesa un solitario paraje, en medio de una tormenta, hasta llegar a un asilo parroquial en el que dará a luz a su hijo para morir a las pocas horas. Estas primeras escenas están tan bien rodadas, con una puesta en escena tan convincente utilizando también la fotografía y la música, que preparan al espectador para que anhele saber qué va a pasar con el recién nacido.   

Lean muestra ese Londres dickensiano, con la pobreza descarnada en sus bulliciosas calles, siguiendo ese gran inicio y asistimos a las aventuras de Oliver, felizmente aclarada al final de la película su filiación con lo que consigue definitivamente escapar de la organización criminal encabezada por los adultos Fagin (Alec Guiness) y Bill Sikes (Robert Newton) que comandan a un grupo de delincuentes formados por niños y adolescentes. Guiness, con una interpretación de menos lucimiento en Cadenas rotas, aquí sí hace una actuación muy completa e impactante, en la línea del militar inglés de El puente sobre el río Kwai o el caudillo árabe de Lawrence de Arabia.

Oliver encarna a la inocencia de un niño de diez años, explotado desde el principio de su infancia, aprendiz maltratado en una empresa de pompas fúnebres y que, al huir a Londres, encuentra a la banda de Fagin. Como el niño llamado Pedro en Los olvidados de Buñuel, también aquí habrá quien confíe en Oliver para darle un encargo que, por cuestiones ajenas a su voluntad al ser interceptado por la banda, no podrá cumplir. Pero aquí, a diferencia de la pesimista obra de Buñuel, sí tiene lugar un final feliz como en la novela.

Otra gran película de Lean, director al que, injustamente, hay que ir a buscar hasta el puesto 133 en la lista de las mejores películas de la historia de la revista Sight & Sound para encontrar una suya: Lawrence de Arabia. 

lunes, 14 de abril de 2025

BREVE ENCUENTRO

 

Breve encuentro (1945) es una de las grandes historias de amor de la historia del cine y, viéndola el otro día, me recordó Los puentes de Madison de Eastwood. Se tratan de dos historias de amor imposible por el contexto en que se hallan las mujeres protagonistas y, en el caso de la película de Lean, también Trevor Howard es un hombre casado. El puritanismo de la sociedad británica en la década de los cuarenta, o de la América rural en los sesenta, imposibilita la viabilidad de esas historias de amor.

La película de Lean está muy bien planteada. Vemos en el bar de la estación de tren un hombre y una mujer que se despiden cuando unas conocidas de ella han abordado su mesa de forma un tanto maleducada. Un leve gesto del hombre sobre el hombro de ella, y luego un momento en que ella sale del bar y regresa azorada tras oírse el ruido de un expreso, nos preparan para un flask back contado por la mujer, dirigido figuradamente al marido y del que resulta la narración de la historia de amor entre gente absolutamente corriente, un médico y una ama de casa que coinciden los jueves en una estación de tren. Planteada en círculo, entenderemos qué ha pasado al volver a ver ese gesto en el hombro y el rostro de ella descompuesto al entrar en el bar. Un flash back que culminará con la sorpresa de ver que el marido, aparentemente ausente y dedicado en exclusiva a resolver los crucigramas del periódico, no lo estaba tanto y capta que ella ha regresado de la lejanía en que se hallaba su matrimonio.

Es perfecto narrar una historia de gente corriente en un lugar tan corriente, de paso, como es una estación de tren. Los protagonistas tienen una historia de amor furtivo marcada por los silbatos de los jefes de estación que anuncian la salida de los trenes. La sensibilidad de Lean para narrar la historia de amor sin convertirla en un lastre es la misma que, en el contexto de una película de mayor dimensión, tenía aquella de Zhivago y Lara en la superproducción de los años 60. Por ello, aquí un metraje de 80 minutos es perfecto, medido para la historia que quiere contar, mucho más sencilla que la epopeya del Dr. Zhivago. Apoyado por las excelentes interpretaciones de Celia Johnson y Trevor Howard, destaca como Lean crea la atmosfera romántica a partir de miradas, risas compartidas cuando se escapan al cine o una única aproximación física en un beso furtivo en el pasaje de una calle. Incluso cabe decir que Johnson tiene más oportunidad de lucimiento, ella es quien narra la historia y tiene una de las mejores escenas de la película cuando deambula sola por la ciudad en un día que él ha tenido trabajo en el hospital y no ha acudido a la cita.

Otro gran Lean. 

jueves, 10 de abril de 2025

UN LEÓN EN LAS CALLES

 

Un león en las calles (1953) es una de las colaboraciones entre Raoul Walsh y James Cagney, siempre rodando para la Warner. Pero no es un filme negro como Los violentos años 20 o Al rojo vivo, sino una película que narra el ascenso y caída de un político aspirante a gobernador.

Cagney interpreta a Hank Martin, un buhonero de un estado sureño que, en la primera escena, se enamora de una maestra llamada Verity (Barbara Hale) y, con la economía narrativa de las películas de Walsh, a la siguiente ya están casados. Pero todo esto es creíble cuando se cuenta con un actor con la personalidad arrolladora de Cagney, capaz de convencerte con pocas tomas de lo que sea sobre su personaje.

En ese estado, en que se cultiva intensivamente el algodón, se cometen injusticias sociales por parte un terrateniente y Jones, con liderazgo y carisma, comienza a organizar a los granjeros iniciando una carrera política. Viniendo de una clase social más baja, y con un programa de defensa de las clases populares, ello no será obstáculo para que se convierta en un político manipulador y poco escrupuloso, que llegará a utilizar a sus amigos con fines poco nobles y a pactar con poderosos políticos con el fin de llegar a gobernador. Todo ello mientras se empieza a distanciar de su mujer, siéndole incluso infiel con lo que tiene un lado canallesco tanto en su vida política como personal.

La película tiene la virtud de ir de menos a más, su interés va aumentando conforme el personaje de Cagney va basculando y acumulando connotaciones negativas en su actitud. Con 84 minutos de duración, tiene el ritmo vivo con que Walsh rodaba y que se mezclaba tan bien con el genio y nervio que ponía Cagney a sus papeles.

Destaca la escena en que se celebra un juicio y Cagney alarga la agonía del inculpado, un amigo suyo que está a punto de morir, para beneficio propio en el plano político y tras haber manipulado la acusación aparentando defender una causa justa. Y también destaca el final, con la mujer de aquel inculpado que, el día de las elecciones y rodeado de gente, descubre como se comportó Cagney con su marido, quedando desenmascarado ante sus partidarios y precipitándose un trágico final justo cuando su mujer ha dado a luz.

Desgraciadamente, la película no ha perdido actualidad. Es el retrato de un político fullero, mendaz y demagogo, de los que hay muchos en todo el planeta pero, especialmente, viene a la memoria Trump. Aunque, como es un tipo simpático, también estaría cerca del desvergonzado Pedro Sánchez. Tan solo, por la época de la película, Cagney tiene la radio como medio de comunicación de masas, pero da el tipo de personaje sin escrúpulos que se hubiera desenvuelto perfectamente en el medio televisivo paseando su impostura.

El The end está sobreimprimido sobre la imagen de Abraham Lincoln en el memorial erigido en su honor en Washington pero, además, se pone una frase famosa del miembro de la Cámara de Representantes por Illinois y luego presidente, utilizada también para promocionar En bandeja de plata de Wilder, que es: Podrás engañar a alguien todo el tiempo, podrás engañar a todos durante algún tiempo, pero no podrás engañara a todos durante todo el tiempo.

Sin llegar a la excelencia de las dos colaboraciones anteriores entre Cagney y Walsh, es una película muy interesante y apreciable con un Cagney descomunal. 

lunes, 7 de abril de 2025

CADENAS ROTAS

 

Veo Cadenas rotas (1946) de David Lean, adaptación de Grandes esperanzas de Dickens. Como no he leído la novela, no puedo comparar, pero disfruto del gran narrador que fue Lean en una película muy bien rodada y con grandes actores en pantalla. El protagonista, llamado Pip, es interpretado por John Mills mientras que, en papeles secundarios destacan, entre otros, Alec Guiness como amigo y compañero de piso de Pip y una jovencísima Jean Simmons en el papel de Stella.

La película empieza con Pip, huérfano que vive con unos parientes en una herrería, que se encuentra con un fugitivo encadenado por los pies en el cementerio al que ayuda proporcionándole comida y una lima. A pesar de su ayuda, el fugitivo, Magwitch, es apresado. Luego vemos como Pip empieza a ir a casa de una dama de la localidad, la señorita Havisham, que vive amargada por haber sido plantada en el día de la boda, estando habitualmente en un salón sin que entre luz solar. En esa casa, reside también Stella, una joven de la cual Pip se enamora.

La historia da un salto, dejan de salir los actores juveniles, cosa que sustituye a Jean Simmons por Valerie Hobson en el papel de Estela, apareciendo John Mills para dar vida a Pip. Se presenta un abogado, el Sr. Jaggers, que informa a Pip que tiene un benefactor por el que puede disponer de una importante suma de dinero, con lo que se traslada a Londres para recibir una buena educación. Tras un tiempo largo, volverá a presentarse Magwitch en su vida, apareciendo de improviso en su casa londinense, revelándose como el misterioso benefactor y acosado por otro convicto lo que da lugar a una huida en barco, una escena de acción en la que primero muere en el río el enemigo de Magwitch y luego, ya en tierra, el propio benefactor. Tras esta muerte, Pip vuelve a su lugar de origen y, en la casa de la Sra. Havisham, se encuentra a Estela.

Ninguna escena sobra en una película de Lean que, como otras suyas, tiene un adecuado tiempo narrativo. Y, además, Lean era un gran cineasta que rodaba admirablemente bien muchas escenas. Así, tenemos la escena de la muerte de la Sra. Havisham, chamuscada tras un accidente a pesar de los intentos de Pip de apagar el fuego, o también aquella de como arriesga su vida Pip para salvar a Magwitch de las palas de un barco que lo va a aplastar, o el final en el que Pip abre las cortinas para que entre luz en una tétrica estancia ajena a luz solar por voluntad de la Sra. Havisham, logrando un giro final de Stella para llegar a un happy end. También el inicio es muy potente, en un sombrío y brumoso cementerio en el que Pip se encuentra con el evadido, le ayuda y luego este se enfrenta a otro convicto en una enemistad que no se resuelve hasta la escena final de acción en el río. Todo un ramillete de escenas rodadas con la intensidad y emotividad que Lean imprimía a la puesta en escena de sus películas.

Una película tan bien rodada y narrada que luce fresca 78 años después de ser filmada. Lean era muy grande. 

domingo, 6 de abril de 2025

BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE

 

Buenas noches y buena suerte (2005) es la película más reconocida como director de George Clooney y se trata de un filme bastante interesante.

La elección de rodar la película en blanco y negro le da una personalidad acusada en la voluntad de reflejar la época en que sucede la película: la década de los cincuenta en Estados Unidos. La banda sonora, un ramillete de grandes clásicos del jazz, también contribuye a centrar ese periodo histórico.

La película se inicia con un discurso que da el periodista Edward R. Murrow a la Asociación de directores de Radio y Noticias de Televisión en 1958. En ese discurso, Murrow advierte del potencial de la televisión para fomentar el debate público y no centrarse tan solo en ser un medio de entretenimiento.

Tras el inicio, la acción pasa a los años 1953 y 1954. Murrow, periodista ya de prestigio desde que realizaba crónicas periodísticas desde Londres en los años de la II Guerra Mundial, trabaja en el novedoso medio televisivo y se enfrenta al senador Mac Carthy en el momento de la caza de brujas. Con su equipo, defiende a un miembro de las fuerzas aéreas que es acusado de pertenecer al partido comunista por circunstancias familiares y no personales. Lograran que se le restituya en su posición en el ejército, pero la lucha contra el senador de Wisconsin prosigue, vertiendo este ultimo mentiras como que Murrow perteneció al sindicato izquierdista de trabajadores industriales. La presión existente también hace que unos miembros del equipo, recién casados, tengan que ocultar haber contraído matrimonio para salvar sus puestos de trabajo, así como provoca el suicidio de un compañero acusado de comunista.

Podríamos decir que Murrow vence en su cruzada contra MacCarthy y sus jefes no le censuran nunca un programa. Pero la batalla deja secuelas y, al final de la película, el directivo de la CBS le comunica que su programa pasará a tener otro formato y posición en la parrilla, dando lugar a que programas de entretenimiento ocupen la franja de más audiencia que tenía Murrow.

La película expone con claridad ese clima de terror y la lucha, bajo presión, de Murrow y su equipo. Tiene, por tanto, un valor histórico acercándonos a esa etapa de paranoia desatada por MacCarthy. Otra propuesta de la película es hacernos reflexionar sobre el medio televisivo. Si Murrow, en su discurso de 1958, mostraba su preocupación en apostar por el entretenimiento en el medio televisivo obviando programas que abordaran el análisis político y el clima social del país, ahora estaría horrorizado ante el panorama televisivo. No solo es que el contenido de entretenimiento se haya degradado hasta límites insoportables de zafiedad y vacuidad, sino que el medio televisivo ha servido de plataforma para hacer populares y, más tarde, electos a tipos como Trump o Milei, groseros, maleducados y mendaces. Sin su programa de El aprendiz en el caso de Trump, ni las incendiarias apariciones en televisión de Milei, no se entiende su popularidad y elección como primeros mandatarios de sus países. También aquí hemos tenido casos lamentables como el de Pablo Iglesias, otro producto de la televisión cuya aportación a la vida política del país da mucha más pena que gloria. Semiretirado de la política, lo vi hace poco en el pseudo debate 59 segundos clamando por aplicar delito de odio contra todo el que cuestionara que una mujer trans no debiera participar en competiciones deportivas femeninas. 

Después de 20 años de su rodaje, es una película que mantiene el interés.

viernes, 4 de abril de 2025

A TRAVÉS DEL HURACÁN

 

Jack Nicholson se implicó a fondo en A través del huracán. Trabajó en el guion y producción, además de interpretar el papel principal junto a Cameron Mitchell, dejando las labores de dirección a Monte Hellman. Así pues, parece que gastó bastantes energías en la película, pero el resultado es soso y discreto.

Rodada en 1965, es la historia de tres vaqueros que pasan la noche en los aledaños de una casa en la que se encuentra una banda de forajidos encabezada por el gran Harry Dean Stanton. Al día siguiente, una partida de miembros del cuerpo de seguridad del Estado los acorrala y no distingue entre los grupos cercándolos a todos. Mitchell y Nicholson logran escapar a través de un cañón y llegan a una granja en la que habita una familia. Se refugian allí pero también serán encontrados y solo el personaje de Nicholson logrará huir.

El guion es muy flojo. Poca interactuación entre los personajes, esbozados de manera muy ligera y desaprovechando también cuando los dos protagonistas se refugian en la granja en la que viven un matrimonio y su hija. No pasa nada resaltable, todo resulta anodino e incluso las escenas de acción son largas y tediosas.

Flojo western. 

jueves, 3 de abril de 2025

MIL OJOS ESCONDE LA NOCHE (II)

 

¿Tú crees que uno puede dejar de ser malo, si uno de lo propone? – pregunté a Ana María Sagi

Con esta frase empieza De Prada la segunda parte de su novela Mil ojos esconde la noche, que lleva como subtítulo Cárcel de tinieblas.  Y da la pista de a donde nos conducirán las aventuras de Fernando Navales durante su estancia en París desde el año 1942 a mediados de junio de 1944. Si el autor es un hombre profundamente católico, no es extraño que esta última parte de la novela pivote sobre la redención del resentido Navales, en gran parte gracias a Ana María Sagi, uno de los pocos personajes a los que no intenta putear en ningún momento e incluso se convierte en su benefactor.

Pero, antes de la redención, todavía Navales cometerá unas cuantas cerdadas mientras su influencia como gerifalte falangista va menguando con el curso de la guerra y los exiliados republicanos, que en los primeros años de la ocupación acudían a las exposiciones de arte que él organizaba, van mostrándose esquivos y renuentes a colaborar con él.

De Prada, por boca de Navales, narra cómo es el París de esos años, sometido a incursiones aéreas de la RAF cada vez más eficaces, con hostigamiento y detención de judíos con rumbo a campos de exterminio y la actividad cada vez mayor de la Resistencia que conllevaba las lógicas represalias alemanas. Dentro de ese contexto, destacan los esfuerzos del cónsul español Rolland por intentar salvar judíos con ascendencia española enviándoles por tren a España, mientras el pérfido comisario Pedro Urraca sigue causando el terror entre los exiliados.

Repiten muchos personajes de la primera parte, pero destaca por su sostenida relación con Navales la figura de César González Ruano, dedicado a actividades ilícitas, llegando a pasar unas semanas detenido por los alemanes y que, más tarde, logra abandonar Francia. También aparece un Gregorio Marañón que encauza su retorno a España una vez purgado el pecado de un discurso crítico que da en 1940 y un escrito falsamente atribuido a él por parte de Navales, así como un Picasso que sigue mereciendo el desprecio de Navales, el cual nos explica como humilla a sus amantes, así como que nunca le faltó carbón para encender la calefacción en un París sometido a grandes restricciones.

Las protagonistas femeninas de la novela son Ana de Pombo, bailarina y diseñadora con la que Navales llega a establecer una relación carnal y sentimental en contraste con las demás. Luego está la figura de María Casares, asediada por un comandante alemán y preocupada por su carrera de actriz, rechazando protagonizar El cuervo de Clouzot, pero participando en Les enfants du Paradise de Carné y Las damas del bois de Boolugne de Bresson.  Por otro lado, la relación con Ana María Sagi le conduce a conocer a Victoria Kent, ilustre republicana que vivió escondida en París hasta el final de la guerra y que no aparecía en la primera parte de la novela.

Como la primera parte, es un placer y un gran entretenimiento leer a De Prada, mezclando ficción y realidad para la que se ha documentado concienzudamente. Así, para resolver la trama de Navales con los demás personajes históricos realiza una conexión muy brillante aprovechando la figura del Dr. Petiot, otro de los muchos asesinos en serie que ha dado Francia y del que se sospecha que asesinó a unas sesenta personas, descubriéndose sus crímenes en marzo de 1944 para acabar detenido en noviembre de 1944.

Como dice el autor en las páginas finales en que explica qué parte es realidad, cuál es ficción, o aquellas otras en las que se permite efectuar suposiciones fundamentadas; su intención es narrar una tercera salida de Navales para rellenar el período que ahora tenemos vacío, desde 1936 a 1939, más allá de saber que trabajó como censor en Salamanca. Todo ello dice que lo hará en función de la respuesta que tenga esta última novela y a pesar de que entiende puede levantar susceptibilidades en determinados medios de la sociedad española. Esperemos que se cumpla lo que dice al final “… tal vez nos animemos a escribir algún día esa novela, aunque España siga siendo – tal vez más que nunca – ese “trozo de planeta por donde cruza errante la sombra de Caín”. Y la progenie de Caín siempre dispara con bala.”

martes, 1 de abril de 2025

LA VÍA LÁCTEA

 

La vía láctea (1936) es una de las últimas películas de Harold Lloyd y dio lugar a una nueva versión que, unos años más tarde, rodó Danny Kaye en una de sus películas más populares que se tituló El asombro de Brooklyn.

Dirigida por Leo MacCarey, la película es como una versión cómica de la posterior Más dura será la caída. Lloyd es un lechero que, por casualidad, noquea a un boxeador profesional que, junto a un colega, molestaban a la hermana, convirtiéndose en noticia periodística. Eso hace que un avispado y poco escrupuloso mánager, interpretado por Adolphe Menjou, se sirva de Lloyd para amañar combates y promocionarlo como nueva figura del boxeo, organizando una gira por diversas ciudades del país hasta un último combate con el título en juego.

La película, dirigida por Leo MacCarey solo un año más tarde que Sopa de ganso, es dinámica y explica esa trama del falso boxeador promocionado por un mánager desvergonzado, junto a la historia de amor de su hermana con uno de los boxeadores y también cabe un chico conoce chica para que Lloyd encuentre su media naranja. Así que la película explica bastantes cosas en un reducido metraje de unos 85 minutos, con situaciones bastante divertidas.

No obstante, queda claro que la comicidad de Lloyd aquí luce poco. Hay algunos gags visuales, pero tienen poca importancia en la película y la figura de Lloyd podría haberse sustituido por cualquier otro cómico de poco talento. Lo suyo no era buscar el efecto cómico a partir de los diálogos, siendo sus aportaciones más divertidas cuando boxea como si se tratara de un bailarín o su preocupación por el caballo que tira el carro con el que reparte leche, animal que da pie a uno de los gags más divertidos del filme cuando se las ingenia para hacerlo pasar como pasajero en un taxi.

Entretenida pero ilustrativa de la decadencia de Lloyd. 

EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO

  El fotógrafo del pánico (1960, Peeping Tom como título original), dirigida por el gran Michael Powell, es una película que tiene un inic...