jueves, 17 de abril de 2025

MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS

 

Murieron con las botas puestas (1941) es, pese a su nulo valor histórico como biopic del general George Armstrong Custer, una película magnífica y uno de los hitos que marcaron Raoul Walsh y Errol Flynn en su fecunda colaboración, siendo esta la primera vez que trabajaban juntos.

El ritmo endiablado que da Walsh al filme hace que se pase muy rápido un metraje que supera las dos horas hasta llegar a, oficialmente, 138 minutos. Se nota como Walsh venía del cine mudo y con pocas tomas muestra una escena de acción de la Guerra Civil; o bien, en clave de comedia, capta la sorpresa e incomodidad mutua de Errol Flynn y el padre de Olivia de Havilland cuando se reencuentran tras haberse conocido en un bar en una escena de tensión. Todo ello contribuye a una película muy dinámica, sin tiempos muertos en que la trama decaiga.

Aunque sin alcanzar la maestría de Ford en mezclar géneros porque en eso el director de origen irlandés nacido en Maine fue el mejor, aquí Walsh se maneja con mucha destreza en una película con toques de comedia, de romanticismo con momentos intimistas, escenas de acción, otras dedicadas a las operaciones militares, o incluso unas con connotaciones políticas acerca de cómo Washington aborda las luchas contra los indios. Una de las mejores escenas es, justamente, de cine político y es la despedida caballerosa de los cadetes en West Point según se sitúan en uno u otro bando tras el ataque a Fort Summer que da el pistoletazo al inicio de la guerra civil. En definitiva, hay una mezcla de géneros que redunda en una gran película.

Si bien el personaje histórico era muy controvertido, una de las virtudes de la película es hacer partícipe al espectador que la gloria que supone una muerte heroica, en el marco de una actitud guerrera noble, es imperecedera y digna de reconocimiento. Incluso el malo de la película, interpretado por Arthur Kennedy, arrastrado a la fuerza por Custer en la última expedición a Little Big Horn, muere convencido de ello al ser tiroteado cuando está junto al general en el momento de la lucha final.

Errol Flynn no era un gran actor, pero sí tenía mucho carisma con el que llenaba la pantalla y era muy apto para películas de acción, con lo que su relación con Walsh fue muy fructífera dando lugar a otros títulos que me parecen extraordinarios, como Objetivo Birmania o Gentleman Jim. También cabe destacar una Olivia de Havilland que luce más como actriz aquí que en la cercana en el tiempo Lo que el viento se llevó.

Gran clásico de Walsh, un gran maestro del cine de acción.

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