lunes, 14 de abril de 2025

BREVE ENCUENTRO

 

Breve encuentro (1945) es una de las grandes historias de amor de la historia del cine y, viéndola el otro día, me recordó Los puentes de Madison de Eastwood. Se tratan de dos historias de amor imposible por el contexto en que se hallan las mujeres protagonistas y, en el caso de la película de Lean, también Trevor Howard es un hombre casado. El puritanismo de la sociedad británica en la década de los cuarenta, o de la América rural en los sesenta, imposibilita la viabilidad de esas historias de amor.

La película de Lean está muy bien planteada. Vemos en el bar de la estación de tren un hombre y una mujer que se despiden cuando unas conocidas de ella han abordado su mesa de forma un tanto maleducada. Un leve gesto del hombre sobre el hombro de ella, y luego un momento en que ella sale del bar y regresa azorada tras oírse el ruido de un expreso, nos preparan para un flask back contado por la mujer, dirigido figuradamente al marido y del que resulta la narración de la historia de amor entre gente absolutamente corriente, un médico y una ama de casa que coinciden los jueves en una estación de tren. Planteada en círculo, entenderemos qué ha pasado al volver a ver ese gesto en el hombro y el rostro de ella descompuesto al entrar en el bar. Un flash back que culminará con la sorpresa de ver que el marido, aparentemente ausente y dedicado en exclusiva a resolver los crucigramas del periódico, no lo estaba tanto y capta que ella ha regresado de la lejanía en que se hallaba su matrimonio.

Es perfecto narrar una historia de gente corriente en un lugar tan corriente, de paso, como es una estación de tren. Los protagonistas tienen una historia de amor furtivo marcada por los silbatos de los jefes de estación que anuncian la salida de los trenes. La sensibilidad de Lean para narrar la historia de amor sin convertirla en un lastre es la misma que, en el contexto de una película de mayor dimensión, tenía aquella de Zhivago y Lara en la superproducción de los años 60. Por ello, aquí un metraje de 80 minutos es perfecto, medido para la historia que quiere contar, mucho más sencilla que la epopeya del Dr. Zhivago. Apoyado por las excelentes interpretaciones de Celia Johnson y Trevor Howard, destaca como Lean crea la atmosfera romántica a partir de miradas, risas compartidas cuando se escapan al cine o una única aproximación física en un beso furtivo en el pasaje de una calle. Incluso cabe decir que Johnson tiene más oportunidad de lucimiento, ella es quien narra la historia y tiene una de las mejores escenas de la película cuando deambula sola por la ciudad en un día que él ha tenido trabajo en el hospital y no ha acudido a la cita.

Otro gran Lean. 

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