jueves, 10 de abril de 2025

UN LEÓN EN LAS CALLES

 

Un león en las calles (1953) es una de las colaboraciones entre Raoul Walsh y James Cagney, siempre rodando para la Warner. Pero no es un filme negro como Los violentos años 20 o Al rojo vivo, sino una película que narra el ascenso y caída de un político aspirante a gobernador.

Cagney interpreta a Hank Martin, un buhonero de un estado sureño que, en la primera escena, se enamora de una maestra llamada Verity (Barbara Hale) y, con la economía narrativa de las películas de Walsh, a la siguiente ya están casados. Pero todo esto es creíble cuando se cuenta con un actor con la personalidad arrolladora de Cagney, capaz de convencerte con pocas tomas de lo que sea sobre su personaje.

En ese estado, en que se cultiva intensivamente el algodón, se cometen injusticias sociales por parte un terrateniente y Jones, con liderazgo y carisma, comienza a organizar a los granjeros iniciando una carrera política. Viniendo de una clase social más baja, y con un programa de defensa de las clases populares, ello no será obstáculo para que se convierta en un político manipulador y poco escrupuloso, que llegará a utilizar a sus amigos con fines poco nobles y a pactar con poderosos políticos con el fin de llegar a gobernador. Todo ello mientras se empieza a distanciar de su mujer, siéndole incluso infiel con lo que tiene un lado canallesco tanto en su vida política como personal.

La película tiene la virtud de ir de menos a más, su interés va aumentando conforme el personaje de Cagney va basculando y acumulando connotaciones negativas en su actitud. Con 84 minutos de duración, tiene el ritmo vivo con que Walsh rodaba y que se mezclaba tan bien con el genio y nervio que ponía Cagney a sus papeles.

Destaca la escena en que se celebra un juicio y Cagney alarga la agonía del inculpado, un amigo suyo que está a punto de morir, para beneficio propio en el plano político y tras haber manipulado la acusación aparentando defender una causa justa. Y también destaca el final, con la mujer de aquel inculpado que, el día de las elecciones y rodeado de gente, descubre como se comportó Cagney con su marido, quedando desenmascarado ante sus partidarios y precipitándose un trágico final justo cuando su mujer ha dado a luz.

Desgraciadamente, la película no ha perdido actualidad. Es el retrato de un político fullero, mendaz y demagogo, de los que hay muchos en todo el planeta pero, especialmente, viene a la memoria Trump. Aunque, como es un tipo simpático, también estaría cerca del desvergonzado Pedro Sánchez. Tan solo, por la época de la película, Cagney tiene la radio como medio de comunicación de masas, pero da el tipo de personaje sin escrúpulos que se hubiera desenvuelto perfectamente en el medio televisivo paseando su impostura.

El The end está sobreimprimido sobre la imagen de Abraham Lincoln en el memorial erigido en su honor en Washington pero, además, se pone una frase famosa del miembro de la Cámara de Representantes por Illinois y luego presidente, utilizada también para promocionar En bandeja de plata de Wilder, que es: Podrás engañar a alguien todo el tiempo, podrás engañar a todos durante algún tiempo, pero no podrás engañara a todos durante todo el tiempo.

Sin llegar a la excelencia de las dos colaboraciones anteriores entre Cagney y Walsh, es una película muy interesante y apreciable con un Cagney descomunal. 

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