jueves, 30 de marzo de 2023

 EL HAMBRE


Acabo el libro de Martín Caparrós. Va combinando planteamientos generales con capítulos dedicados a las zonas del mundo a las que ha viajado: Níger, India, Bangladesh, USA, Argentina, Sudán del Sur y Madagascar. 

Caparrós explica muchas cosas. Una muy clara es que hay suficiente comida en el mundo como para que nadie tuviera que pasar hambre pero, en el mundo más rico, una gran parte de la población come más de lo que necesita y de lo que le conviene. Hace unos meses quiso introducir el ministro de consumo, Alberto Garzón, una reflexión sobre la inconveniencia de comer mucha carne, irracional desde el punto de vista de la cantidad de forraje que necesita el ganado y nada saludable pues aumenta las enfermedades cardiovasculares. Al margen que el Ministerio de Garzón no tenga razón de ser y que debiera ser una Secretaría de Estado del Ministerio de Sanidad, el debate era necesario. Por motivos políticos y económicos se desacreditó a Garzón y acabo haciéndolo el propio presidente del Gobierno. Así que no se puede hacer un debate serio sobre una forma de alimentación insostenible desde varios puntos de vista cuando al partido de la oposición sólo le interesa desgastar al Gobierno, y los lobbies del sector cárnico defienden sus intereses con uñas y dientes. .

Efectivamente, hay comida para todo el mundo. Pero no con las estructuras políticas y socioeconómicas actuales, que en el fondo son más o menos las mismas desde el siglo XVIII. No hay comida para todo el mundo en unas condiciones de desigualdad que se dan a nivel global pero también en algunos países desarrollados. Así, cuando habla de su propio país, Argentina, vemos que hay dos velocidades. Una parte de la población tiene un nivel de renta lo bastante alto como para tirar a la basura gran parte del consumo que aún puede ser aprovechado, y una parte del país vive al lado de los vertederos de basura para poder acceder a esas migajas. En un estado como el argentino, con un potencial de producir alimentos, tanto cárnicos como cereales, tan grande es evidente que  algo falla. Bueno, falla una clase política corrupta desde que se independiza el país y es víctima de un neocolonialismo que parece sempiterno. Pero este fenómeno también pasa en USA o en la misma Europa. Recuerdo los documentales de Agnés Varda, Los espigadores y la espigadora, de hace unas dos décadas, en los que se veía la cantidad de alimento que se desperdicia en Francia. 

Hay que reconocer, como dice Caparrós, que muchísima gente ha salido de la pobreza y del hambre en las últimas décadas, pudiendo acceder a una alimentación digna. Centenares de millones de chinos y indios lo han podido hacer y han equiparado su consumo alimenticio al de los países desarrollados. Pero justo esto provoca más tensión en los precios y que los que menos tienen y formen parte de estados más débiles y depauperados, como todos los del Sahel por ejemplo, más sufran y estén subalimentados. 

Y el futuro no pinta bien. Los países desarrollados, y los emergentes como China o Brasil, van tomando posiciones en zonas sobre todo del continente africano. Caparrós pone como ejemplo Madagascar donde una nación como China, con 1.500 millones de habitantes y que no puede por su propia producción alimentarlos, va tomando posiciones para controlar el potencial agrícola del país, de la misma manera que hicieron estadounidenses y europeos en muchos otros países pero sin la hipocresía de decir que les venden un modelo a imitar, un estado democrático con derechos y libertades. Los chinos no tienen en que mentir, su modelo es dictatorial e impresentable pero eso es lo de menos. 

Otra nación que se posiciona para proveerse de alimentos es Arabia Saudita. Con unos limitadísimos recursos productivos, que han menguado por la sobreexplotación de los pocos acuíferos que tienen, necesitan importar mucha cantidad de alimentos para una población significativa, de unos 30 millones de habitantes. 

Cada vez habrá menos tierras productivas, las sequías serán persistentes,  la población sigue creciendo, y luego está el tema de las materias primas que han llegado al pico máximo de producción o llegarán en los próximos años (petróleo, gas, cobre, uranio, ...). Ya sea Arabia para alimentar a su gente, ya sea Francia con intereses en Níger por el control del uranio, ya sea ... evidentemente, van a haber muchas tensiones en los próximos años. Y recordemos que tenemos ahora mismo una guerra en Europa que también ha impactado en el mercado de los alimentos al bloquearse durante un tiempo las exportaciones de grano ucraniano. . 

También se puede hacer una reflexión interesante sobre los subsidios que los agricultores y ganaderos reciben en USA y Europa. En la Unión Europea, está lo que cuando estudiaba Instituciones de Derecho Comunitario se llamaba, y se llama aún, PAC (Política Agraria Común). Hay que reconocer la verdad: mantener a nuestros agricultores en un nivel suficiente de bienestar, a base de que sus productos estén subvencionados,  significa condenar al hambre a productores de otros países subdesarrollados.

Y, ¿qué podemos hacer? No mucho. Prácticamente nada. 


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