CAMBÓ (II)
En la última parte de la biografía, Borja de Riquer analiza los mecenazgos con los que Cambó contribuyó a enriquecer la cultura catalana y es una actividad muy destacable merecedora de grandes elogios.
Por un lado, destacaría la Fundación Bernat Metge y su impecable colección de traducción de clásicos griegos y latinos que, al parecer, es de las mejores que se han desarrollado en Europa. Por otro lado, cabe destacar su colección de cuadros, comprados casi todos en la década de los 20 y que Cambó ya adquiere pensando que Barcelona ha de ser una capital con una pinacoteca importante. Si bien la oferta museística de pinturas artísticas de Barcelona no está al nivel de grandes capitales como Madrid, París o Londres; sí es cierto que donó al Ayuntamiento de Barcelona algunas decenas de cuadros, sobre todo de pintura italiana de los siglos XIV i XV, y que ahora se encuentran en el Museu Nacional d'Art de Catalunya de Montjuich. La colección de Cambó, junto a obras del románico catalán, hacen del MNAC un museo importante.
De Riquer aborda también hacia el final del libro la faceta de hombre de negocios de Cambó. Lo que más me llama la atención es el casi arrepentimiento que expresa en su correspondencia privada por cómo ha tratado la compañía hidroeléctrica sobre la que cimentó su fortuna, la CHADE, a la nación argentina, reconociendo que se han comportado como si Argentina fuera una colonia. En los negocios Cambó fue un hombre hábil, pero también corrupto y preocupado que esa parte, al igual que su vida privada, quedará bastante tapada.
En definitiva, Cambó era un hombre, como todos los homo sapiens, poliédrico, y la biografía aclara y expone tanto sus aspectos positivos como negativos con gran amenidad.
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