DES DE L'ALTURA TOT ES VEU PETIT
sábado, 2 de agosto de 2025
LA RICOTTA
viernes, 1 de agosto de 2025
DUELO EN EL ATLÁNTICO
Duelo en el Atlántico (1957) es un notable filme bélico que explica el enfrentamiento
entre un destructor de la marina americana y un submarino alemán. De manera
alterna, vamos viendo escenas de una u otra nave. Y se plantea una batalla
táctica, a modo de juego de ajedrez, entre los mandos de cada navío, unos para
torpedear y hundir al destructor, y los otros para hundir al submarino en el
fondo del océano.
El
capitán del barco americano está interpretado por Robert Mitchum, espléndido
como siempre y que, al principio de la película, ve como su tripulación no
confía en él, pero le acaban reconociendo más tarde su habilidad para afrontar
la batalla. Mitchum es un marino mercante reconvertido por la guerra en capitán
de un barco militar, mientras que el capitán del submarino alemán, interpretado
de forma magnífica por Curd Jurgens, es un militar profesional que no tiene
ninguna fe en Hitler, pero sigue luchando con gran profesionalidad.
Dirigida
por el también actor Dick Powell, la película pone en tensión al espectador a
lo largo del metraje en ese duelo de inteligencias de los capitanes. Si Mitchum
maniobra con habilidad para esquivar un torpedo, Jurgens hace lo propio para
evitar las cargas de profundidad que sumerge en el océano la tripulación americana.
La
película acaba en empate, con parte de las tripulaciones y los capitanes rescatados
por otro navío de guerra americano, con lo que Jurgens queda prisionero al
final de la película. Y se produce el reconocimiento entre los capitanes que
han estado realizando un duelo sin verse, se tratan con cortesía y, si hay que
guerrear, sería bueno hacerlo de forma civilizada respetando, como por ejemplo
ahora no hace Israel, la convención de Ginebra.
jueves, 31 de julio de 2025
TEOREMA
Teorema (1968)
es un filme que constituye una apuesta radical de Pasolini, basado en su propio
libro, que supuso un nuevo escándalo en Italia, nada nuevo en un hombre que,
desde la década de los cincuenta, cuando publicó Ragazzi de vita y Una
vita violenta, estaba en el centro de la diana de la Iglesia y, sobre todo,
la ultraderecha neofascista. Entre otras cosas, un desnudo integral de Terence
Stamp hizo que, el 13 de septiembre de 1968, la Fiscalía de Roma pidiera el
secuestro de la película,
Tras
retratar las clases populares en Accatone y Mamma Roma, aquí
Pasolini ajusta cuentas con una familia de la alta burguesía, que se descompone
a partir de la presencia de un extraño personaje que se relaciona con toda la
familia, interpretado por Terence Stamp, y que, mientras Pasolini decía que
encarnaba a Dios, l’Osservartore romano decía que era el diablo. A
través del sexo, el personaje de Stamp interacciona tanto con la madre (Silvana
Mangano) que se convierte en una depredadora sexual, el padre (Massimo Girotti)
que acaba entregando la fábrica a los obreros tras despojarse de sus ropas en
una estación de tren, el hijo (Andrés José Cruz) que explora y descubre su
homosexualidad, la hija (Anne Wiazemsky) que queda en estado catatónico y la
criada ( su amiga, Laura Betti) que vuelve a su lugar de origen, en la Italia
rural del sur, para ser referente de religiosidad, se convierte en una
milagrera, con una levitación y un entierro voluntario con los ojos llorosos que pueden aludir a la pérdida de esa clase de vida rural. .
La
apuesta intelectual de Pasolini es audaz y rigurosa a la vez. Desde un punto de
vista cinematográfico, la película se me ha hecho un poco farragosa, hubiera
agradecido un ritmo más vivo. Pero es interesante ver como Pasolini, mediante
un lenguaje simbólico, con la religiosidad y especialmente el sexo muy presentes,
enseña las costuras de esa familia burguesa, desorientados todos sus miembros,
mientras la criada regresa a esa Italia arcaica que Pasolini reivindicaba y que
veía como el neocapitalismo la iba deshaciendo.
martes, 29 de julio de 2025
EL ESTUDIANTE NOVATO
El estudiante novato (1925), otro clásico del que podemos
celebrar el centenario, fue la película más taquillera de Harold Lloyd,
interpretando en esta ocasión a Harold Lamb, un joven que, con ahorro y
esfuerzo, quiere llegar a la Universidad y convertirse en el chico más popular del
campus. En cambio, es sometido a burla por parte de los demás estudiantes,
aunque él, muy ingenuo, no se da cuenta hasta que la chica de la que está
enamorado le hace ver la realidad. Entonces, comprende que solo puede ganarse
el respeto del campus triunfando en el equipo de futbol americano. Contra todo
pronóstico, y gracias a que por lesión ya no queda nadie en el equipo, sale al
terreno de juego para dar la vuelta al marcador y que su Universidad gane un
importante partido.
La
escena más famosa y que culmina el filme es el partido de futbol americano,
buscando un clímax parecido al de la ascensión al rascacielos en El hombre
mosca. Aquí, las últimas escenas del partido me han recordado otra película
que, unos años más tarde, también acaba en un partido de futbol americano: Plumas
de caballo.
Pero,
además del final, hay otros momentos muy divertidos con gags que funcionan
bien, como un baile en que el traje de Harold se va deshilachando, provocando
situaciones muy divertidas.
La
comicidad de Lloyd funciona muy bien en la película, pero también hay que
señalar que hay una historia bastante bien explicada. Se trata de las ansías de
progresar socialmente, asumir con resignación el rechazo y la burla, pero
rebelarse para luchar por ganarse ser respetado. Una historia de superación personal
propia de los felices años 20.
Un
buen clásico de Lloyd.
lunes, 28 de julio de 2025
LA QUIMERA DEL ORO
La quimera del oro
ya es un filme centenario. Producida en 1925, para recuperarse del fracaso
comercial de la magnífica Una mujer de París, rodada un año antes; el
filme en que Charlot busca oro en la gélida Alaska pertenece a la memoria colectiva del cine con la clásica escena del protagonista, famélico, comiéndose una
bota previamente cocinada en una olla.
No
es de las películas de Chaplin en que haya más comicidad. Pero, cuando la hay,
son escenas de gran calidad, como la de la cabaña medio suspendida al borde de
un precipicio oscilando según se mueven Charlot y su compañero en su interior;
un baile en que Charlot se ata involuntariamente a su traje la correa de un
perro; o, cuando el hambre, hace que el compañero de Charlot tenga la visión
alterada y lo vea como un pavo.
Cuando
la comicidad no está presente, lo bueno de la película es que no pierde interés
porque la historia está muy bien narrada, transitando desde el cine de
aventuras protagonizado por Charlot, otro buscador de oro colega suyo y un villano
buscado por las fuerzas del orden; a un melodrama romántico con la historia
entre Charlot y una Georgia Hale que empieza burlándose de él, pero acaba enamorada
del simpático vagabundo.
Y
es que es una película con final feliz. Frente al ambiguo final de Luces de
la ciudad y Tiempos Modernos, y el decididamente triste final de El
circo, aquí tenemos happy end y nos alegramos mucho de que Charlot sea feliz
con Georgia.
100
años no son nada.
viernes, 25 de julio de 2025
CARAVANA DE PAZ
Caravana de paz
(1950) está considerada un título menor dentro de la filmografía de John Ford
y, ciertamente, no contar con ninguna estrella supuso que pasara de puntillas
en el momento de su estreno y ha sido reivindicado con posterioridad a la
muerte del director. Ford siempre destacó como sus favoritas estas películas
sin grandes estrellas y, aparentemente, más modestas.
Después
de la espléndida trilogía de la caballería, obras densas y complejas, creo que
Ford valoraba un rodaje más sencillo, sin estrellas, con un presupuesto más
bajo y sin agobios. Por eso guardaba tan buen recuerdo de este tipo de
películas. Y la película tiene puntos muy atractivos, un gran inicio con un
atraco perpetrado por los malos, los títulos de crédito y una presentación de
los personajes, sin diálogos y con unas escenas de cabalgadas de los
protagonistas, dedicados a la trata de caballos, que recuerdan la época del
cine mudo.
En
todas las películas de Ford la música es importante, pero aquí incluso más. Los
dos vaqueros protagonistas, en principio renuentes a guiar a la caravana de
mormones que intentan llegar a un valle fértil, cambian de idea a partir de una
canción. Luego, la banda de malhechores encuentra a la caravana atraídos por la
música que tocan en una parada nocturna los pioneros; más tarde, el encuentro
con los indios se salda con una escena de confraternización también con la
música como elemento de unión.
Comparada
con otros títulos de Ford, se echa a faltar personajes protagonistas de mayor
dimensión. Resultan bastante esquemáticos los persones principales
interpretados por Ben Johnson y Harry Carey jr. Por ello, se trata de una
película más coral, más de grupo un poco en el sentido del cine de Hawks y,
aquí, el personaje de Ward Bond, como líder mormón dado a hablar pronunciando
blasfemias, coge más galones y se hace con el mando de la película, aunque
también hay que destacar a la protagonista femenina, una muy guapa Joanne Dru, que repite
con Ford tras La legión invencible y, en esta película,
interpreta a una joven, de dudosa moralidad, que acompaña a una mezcla de
curandero y buhonero que, junto a otra mujer más entrada en años, se dirigen a California.
Uno
de los puntos fuertes de la película es su optimismo, con un final feliz tras
deshacerse de la banda de criminales que amenazaban la caravana, y los carromatos
avanzando mientras hay cortes de planos de las parejas que se han acabado
formando, la de Johnson y la de Carey, junto a un plano de un pletórico Bond
que, como líder de los mormones, ha logrado llevar a su gente a un territorio
donde arraigarse.
Western
sencillo pero grande de Ford, inferior a sus obras maestras pero digno de mucha
estima.
martes, 22 de julio de 2025
EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO
Creo
que no veía la versión inglesa de El hombre que sabía demasiado (1934)
desde un ciclo en TVE, en los años ochenta, en la que dieron todas las
películas sonoras que rodó Hitchcock en la década de los 30.
Un
matrimonio ingles que está de vacaciones en Suiza ve como su hija es
secuestrada al conocer, de manera involuntaria, una información que un espía,
asesinado al inicio del filme, tenía en su poder y que puede ser clave para
evitar el magnicidio de un importante jefe de gobierno extranjero en una
próxima visita a Londres. El matrimonio no cede en dar la información para
proteger a su hija, aunque haya presión por parte de la policía y servicios de
inteligencia británicos. Tal como luego pasa en la versión americana de 1956,
el clímax de la película es que el asesinato se producirá en medio de un
concierto en el Royal Albert Hall durante la interpretación de un concierto.
Es
una película de corta duración, unos 75 minutos, en las que el maestro inglés
empieza a dar una lección de cómo construir el suspense en el cine,
suministrando toda la información al espectador para ponerlo en tensión ante el
desarrollo de la historia y la angustia de los desventurados padres. La parte
rodada en el Royal Albert Hall es magnífica, crea una tensión que culmina con
un grito de la protagonista que hace fallar el tiro al asesino, recibiendo el
mandatario europeo un daño muy leve. El problema de la escena es que su
equivalente de dos décadas más tarde es uno de los momentos más recordados del
cine de Hitchcock.
Otro
punto fuerte de la película es contar con un villano de la categoría de Peter
Lorre, cuyas formas amables respecto al padre que es secuestrado, así como su figura
tímida y con poca presencia física, no hacen sino acrecentar su aspecto amenazante.
Lorre, que huía del nazismo, hizo esta parada en Inglaterra antes de exiliarse
definitivamente en Estados Unidos y, como no hablaba inglés, memorizó
fonéticamente sus partes de diálogo.
Por
el contrario, no son especialmente memorables las interpretaciones de Leslie
Banks y Edna Best como el matrimonio protagonista. Con su poco carisma, suponen
un pequeño lastre de la película. Tampoco el guion explota mucho los
personajes, por lo que la película no tiene la densidad de sus mejores
películas americanas.
Un
Hitchcock cogiendo impulso hacia cotas mayores de su filmografía.
domingo, 20 de julio de 2025
KILÓMETRO 0 DE LA LEYENDA
Volviendo
de Italia, Jordi me regala Sergio Leone, Il romanzo de una vita, de
Piero Negri Scaglione, una biografía novelada del gran director romano. Esto me
permite conocer algún detalle adicional sobre un momento importante de la
historia del cine.
Sábado,
12 de septiembre de 1964. Se estrena en la sala Supercinema de Florencia, ubicada
en la via dei Cimatori, a pocos metros de la Piazza della Signoria, la película
Por un puñado de dólares. Acude poco público. El domingo, la afluencia
sigue siendo escasa. Pero llegamos al lunes y la sala está llena. Toda esa
semana la sala se llena y la gente hace largas colas en esa estrecha calle,
situada en la zona medieval de la ciudad florentina. Al cabo de una semana, la
película se repone en el Apolo, uno de los mejores cines de Florencia y, en
pocas semanas, recauda ese año en todo el país más dinero que las protagonizadas por
los actores más populares del momento en Italia: Vittorio Gassman (Un italiano en la
Argentina de Dino Risi) y Alberto Sordi (La mia signora, una
película de episodios dirigida por Mauro Bolognini, Tinto Brass y Luigi
Comencini).
Es evidente que la poca gente que vio la película en las primeras sesiones captó algo totalmente novedoso y, por supuesto, les resultó atractivo, recomendándolo a sus familiares y amistades. Algo nuevo aunque, paradójicamente, se trata de un remake de la formidable Yojimbo de Kurosawa. Pero el tratamiento que dio Leone a la historia fue totalmente innovador y a los espectadores les enganchó una imagen de héroe del western como nunca se había visto, hierático y amoral, sin dejar traslucir ninguna emoción, y que ni siquiera al final parece estar pendiente del dinero, sino que abandona el pequeño pueblo de San Miguel, tras haber exterminado a gran parte de este, de la misma manera misteriosa en que llegó. Un héroe que parece necesitar, principalmente, estar en un permanente estado de violencia y que dice, a propósito de la fingida paz entre los Rojo y los Baxter, que a quién le gusta algo que ni siquiera sabe lo qué es.
Rodando la violencia de forma estilizada, con un uso de primeros planos
para acrecentar la tensión y la imprescindible música de Morricone, que compuso
una banda sonora muy distinta a cualquiera que se hubiera hecho hasta entonces,
el impacto que tuvo la película en aquellos pocos espectadores tuvo que ser muy
grande.
Sin
esos pocos espectadores que se volcaron, espontáneamente, en promocionar la
película boca a boca, la historia de Leone, Eastwood y del cine hubiera podido
ser muy diferente.
LA RICOTTA
En 1963, dentro de una película con otros episodios dirigidos por otros directores, Pasolini rodó La Ricotta. Se trata de un cortometraje, ...

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