Caravana de paz
(1950) está considerada un título menor dentro de la filmografía de John Ford
y, ciertamente, no contar con ninguna estrella supuso que pasara de puntillas
en el momento de su estreno y ha sido reivindicado con posterioridad a la
muerte del director. Ford siempre destacó como sus favoritas estas películas
sin grandes estrellas y, aparentemente, más modestas.
Después
de la espléndida trilogía de la caballería, obras densas y complejas, creo que
Ford valoraba un rodaje más sencillo, sin estrellas, con un presupuesto más
bajo y sin agobios. Por eso guardaba tan buen recuerdo de este tipo de
películas. Y la película tiene puntos muy atractivos, un gran inicio con un
atraco perpetrado por los malos, los títulos de crédito y una presentación de
los personajes, sin diálogos y con unas escenas de cabalgadas de los
protagonistas, dedicados a la trata de caballos, que recuerdan la época del
cine mudo.
En
todas las películas de Ford la música es importante, pero aquí incluso más. Los
dos vaqueros protagonistas, en principio renuentes a guiar a la caravana de
mormones que intentan llegar a un valle fértil, cambian de idea a partir de una
canción. Luego, la banda de malhechores encuentra a la caravana atraídos por la
música que tocan en una parada nocturna los pioneros; más tarde, el encuentro
con los indios se salda con una escena de confraternización también con la
música como elemento de unión.
Comparada
con otros títulos de Ford, se echa a faltar personajes protagonistas de mayor
dimensión. Resultan bastante esquemáticos los persones principales
interpretados por Ben Johnson y Harry Carey jr. Por ello, se trata de una
película más coral, más de grupo un poco en el sentido del cine de Hawks y,
aquí, el personaje de Ward Bond, como líder mormón dado a hablar pronunciando
blasfemias, coge más galones y se hace con el mando de la película, aunque
también hay que destacar a la protagonista femenina, una muy guapa Joanne Dru, que repite
con Ford tras La legión invencible y, en esta película,
interpreta a una joven, de dudosa moralidad, que acompaña a una mezcla de
curandero y buhonero que, junto a otra mujer más entrada en años, se dirigen a California.
Uno
de los puntos fuertes de la película es su optimismo, con un final feliz tras
deshacerse de la banda de criminales que amenazaban la caravana, y los carromatos
avanzando mientras hay cortes de planos de las parejas que se han acabado
formando, la de Johnson y la de Carey, junto a un plano de un pletórico Bond
que, como líder de los mormones, ha logrado llevar a su gente a un territorio
donde arraigarse.
Western
sencillo pero grande de Ford, inferior a sus obras maestras pero digno de mucha
estima.
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