El estudiante novato (1925), otro clásico del que podemos
celebrar el centenario, fue la película más taquillera de Harold Lloyd,
interpretando en esta ocasión a Harold Lamb, un joven que, con ahorro y
esfuerzo, quiere llegar a la Universidad y convertirse en el chico más popular del
campus. En cambio, es sometido a burla por parte de los demás estudiantes,
aunque él, muy ingenuo, no se da cuenta hasta que la chica de la que está
enamorado le hace ver la realidad. Entonces, comprende que solo puede ganarse
el respeto del campus triunfando en el equipo de futbol americano. Contra todo
pronóstico, y gracias a que por lesión ya no queda nadie en el equipo, sale al
terreno de juego para dar la vuelta al marcador y que su Universidad gane un
importante partido.
La
escena más famosa y que culmina el filme es el partido de futbol americano,
buscando un clímax parecido al de la ascensión al rascacielos en El hombre
mosca. Aquí, las últimas escenas del partido me han recordado otra película
que, unos años más tarde, también acaba en un partido de futbol americano: Plumas
de caballo.
Pero,
además del final, hay otros momentos muy divertidos con gags que funcionan
bien, como un baile en que el traje de Harold se va deshilachando, provocando
situaciones muy divertidas.
La
comicidad de Lloyd funciona muy bien en la película, pero también hay que
señalar que hay una historia bastante bien explicada. Se trata de las ansías de
progresar socialmente, asumir con resignación el rechazo y la burla, pero
rebelarse para luchar por ganarse ser respetado. Una historia de superación personal
propia de los felices años 20.
Un
buen clásico de Lloyd.
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