Votemos es una película que proviene de una obra teatral y se desarrolla en un único escenario, un piso en el que se celebra una junta de propietarios para aprobar las obras del ascensor de la finca.
La junta parece que acaba rápidamente, se aprueba el presupuesto en un ambiente de cordialidad entre los vecinos, pero, cuando el propietario del piso en que se celebra dice que va a alquilarlo a un compañero de trabajo que viene de un programa de inserción para gente con problemas de salud mental, eso abrirá la caja de los truenos por parte del sector de los vecinos más intransigentes. Los prejuicios harán que, sin haber visto a ese nuevo vecino, se desate una histeria contra su llegada y se cambie la votación con el fin de que se suspendan las obras del ascensor y, el dinero destinado para estas, sirva para alquilar ese piso con el objetivo de que la persona aquejada de problemas de salud mental no llegue a residir nunca en ese inmueble. El propietario del piso, que da muestras de ser una persona débil y, según explica después, con graves apuros económicos tras un divorcio, accede a una votación tan extravagante.
Dirigida por Santiago Requejo, autor también de un ingenioso guion, la película bascula entre la comedia y el drama, mostrando a una parte del vecindario como gente mezquina, intolerante e hipócrita. Gente, por otra parte, muy creíble y fácil de encontrar en cualquier comunidad.
La película acaba con esa segunda votación, que se produce tras la llegada del supuesto nuevo inquilino, dando los vecinos un lamentable espectáculo y demostrando lo irracional que es una votación, uno de los estandartes de la democracia, en muchas ocasiones. Un giro final del guion da un punto de justicia poética a la película en forma de castigo para los vecinos.
Destacan en el reparto Tito Valverde y Gonzalo de Castro, que son los que imprimen un mayor carácter a sus personajes.